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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La vida no vale nada

04/09/2015 08:21 a.m.
Yo digo que estamos mal. Si un joven se resiste a un secuestro y le clavan cuatro balazos; si un día secuestran a una maestra y la hallan muerta horas después; si otro secuestran a un niño y los hallan degollado y entre la basura; si aparece sin vida una mujer en la zona industrial de Coatza; si por un pelo se salva el ex alcalde de Tatahuicapan de ser levantado, entonces esto está del carajo.
 
Vivimos la violencia nuestra de cada día. Nos cafeteamos a nuestros muertos por causas naturales. Despierto y doy gracias a Dios. Sé que amanecí, pero no sé si llegaré a la noche. Y eso le ocurre a cualquiera, porque aquí, como en Guanajuato, como dice la canción de José Alfredo, la vida no vale nada.
 
Bernardo Rajoy Long, vendedor de patinetas e hijo de un restaurantero, se detuvo en una vulcanizadora llamada La Bendición, en la colonia María de la Piedad, cerca del centro de Coatzacoalcos. Pidió que le cambiaran la llanta a su motocicleta. No imaginaba lo que estaba por suceder.
 
Aguardaba mientras realizaban el trabajo. De pronto, de una camioneta descendió un comando, todos armados, y se lo llevaban. Se resistió y corrió. Abrieron fuego. Le dieron tres balazos en el cuerpo y uno en la cabeza. Murió al instante.
 
Minutos después llegaron sus padres. Lo vieron inerte, en un charco de sangre, rodeado de los casquillos de una Cuerno de Chivo. Se desgarraban de dolor, incrédulos ante la violenta muerte del joven Bernardo.
 
A la maestra de preescolar, Rosa Elena Escobar López, la levantaron un lunes en la colonia Campo Nuevo y la hallaron el jueves, hace una semana, cuando unos campesinos que se dirigían de Cerro de Nanchital al ejido Francisco Villa se dieron cuenta que había un cuerpo en un paraje.
 
No presentaba signos de tortura y no se sabe que hubieran pedido rescate por ella. O sea, la intención era quitarle la vida.
 
El caso del niño de Agua Dulce es estrujante. A él le cortaron el cuello y luego arrojaron el cuerpo en el tiradero de basura. ¡Qué sacrilegio! Qué les pudo haber hecho ese menor para que los plagiarios hubieran actuado con tal saña.
 
El 26 de agosto fue encontrado el cuerpo de una mujer en la avenida 4 del bulevar Pajaritos, en la zona de los complejos petroquímicos de Coatzacoalcos. Estaba completamente desnuda, no presentaba daños físicos, pero murió por asfixia. Sus restos fueron arrojados a 150 metros de una base militar, sin que los elementos del Ejército se dieran por enterados.
 
Al hijo del ex candidato del Partido Humanista en el distrito de Cosoleacaque, Enrique Jiménez Díaz, lo levantaron en su casa y se lo llevaron a rastras. Apareció días después en una fosa clandestina, en el ejido Tacoteno, en Minatitlán.
 
Su nombre era Enrique Jiménez Domínguez y tenía apenas 19 años de edad. No lo sepultaron bien y eso atrajo a animales de carroña que dispusieron de parte de sus restos.
 
En Coatzacoalcos, la tarde del miércoles 26, varios sujetos dispararon contra un sujeto en el fraccionamiento Maradunas. El individuo, de aproximadamente 25 años de edad, cayó abatido por las balas, generándose un pánico generalizado entre los vecinos del lugar.
 
No se identificó el cuerpo del occiso pero las autoridades presumen que es la disputa por la plaza entre bandas dedicadas al narcotráfico. Las balas alcanzaron varios vehículos, cuyos propietarios reclamaban que a ellos quiénes les iban a cubrir los daños ocasionados.
 
Y así todo Veracruz. Voltea uno para Orizaba y ahí llegó un comando del crimen organizado a un antro, se dirigieron a una mesa, sacaron sus armas y ejecutaron por lo menos a dos sujetos. Uno era jefe de plaza de los Zetas y el otro era un periodista, ex corresponsal de Telever, filial de Televisa. En el ataque resultaron ilesos otros dos periodistas de El Buen Tono, que se edita en Córdoba.
 
A los periodistas de El Buen Tono los corrieron porque dice el propietario, José Abella, que nada tenían que hacer con un capo de la delincuencia. Y dio a conocer que el ex corresponsal de Telever era el que se encargaba de darles su lana a los periodistas para que ocultaran información relacionada con el grupo criminal.
 
Al ex alcalde de Tatahuicapan, Esteban Bautista, lo iban a secuestrar el domingo 30. Transitaba en carretera. Le avisó a su gente y lograron capturar a uno de los secuestradores.
 
Es el pan nuestro de cada día. La violencia nos tiene tomada la medida. Provoca dolor, angustia y finalmente la seguridad de que un familiar, un amigo, un compañero profesión o de trabajo, un conocido o alguien de quien no teníamos idea que existiera, es la siguiente víctima.
 
Por eso les digo, parafraseando a José Alfredo, en Veracruz la vida no vale nada.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])l

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