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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Ser magistrado y poder matar

09/09/2015 08:40 a.m.
Usted puede matar. Sí y no pasa nada. Sólo basta ser magistrado del Poder Judicial, tener cuates bien parados, echarles un telefonazo y ellos se encargan de abrir las puertas de la cárcel. Así, es requetebién fácil matar.
 
Y lo más chido es que puede uno ir bien briago, manejando como demonio, zigzagueando por el camino, rozando autos y la ley no te alcanzará.
 
Te digo. Hay que ser magistrado y ya está.
 
Y puedes echarle su auto encima a quienes vienen de frente, impactarlos de manera terrible, provocarles la muerte y dejar heridos. Si eres magistrado ya la hiciste. Los mataste y te burlas de la justicia.
 
Guillermo Nieto Arreola es un mal magistrado. Pertenece al Poder Judicial de Chiapas, al grupo de hombres que deben velar por la justicia, que resuelven en última instancia lo que se ventila en los juzgados y cuya vida debe ser tan recta en lo público y en lo privado.
 
Pero Guillermo Nieto no es ni con mucho un ejemplo a seguir. Conducía en evidente estado de ebriedad. Así lo vieron quienes presenciaron el accidente sobre la supercarretera Las Choapas-Raudales-Ocozocoautla, que dejó dos personas muertas y tres gravemente heridas.
 
Lo venían observando. Vieron cómo zigzagueaba su automóvil, como invadía el carril contrario, cómo se acercaba peligrosamente a otros vehículos. Y de pronto se dieron cuenta de la tragedia, del impacto cuando el magistrado embistió al vehículo Pontiac en el que viajaba una familia.
 
Murieron en el instante Elidet Ortiz Ramos y Karina Montero. Los otros tres tripulantes del auto quedaron heridos y se les trasladó a Coatzacoalcos por su grave estado de salud. El vehículo quedó con las llantas hacia arriba.
 
El méndigo magistrado apenas si podía mantenerse en pie. Los traileros y otros automovilistas que manejaban detrás de él le reclamaron su irresponsabilidad. Querían lincharlo. Lo veían invadiendo carril, se atravesaba en la carretera .
 
Le decían que provocó esa tragedia por conducir en estado de ebriedad. Pero él todavía se ponía pendejo y les respondía que la culpa había sido del otro conductor porque se le atravesó y eso generó el choque.
 
Y les decía que la víctima era él, que le chocaron su carro, que le violaban sus garantías individuales, que no tenían por qué esposarlo y que más pronto de lo que imaginaban estaría libre.
 
Uno dice: sí güey, habiendo dos muertos ya mero te dejan en libertad. Y habiendo tres heridos graves más, menos papacito.
 
Y resulta que los güeyes somos nosotros porque para esta clase de jijuesuchis no hay ley ni castigo. Lo soltaron en un abrir y cerrar de ojos.
 
Dos horas después el magistrado ya estaba libre, sin mayor temor de que la justicia, esa por la que debiera velar, lo alcance.
 
El magistrado Guillermo Nieto se pitorreó de la justicia veracruzana, burlándose no solo de la ley sino de quienes hoy lloran a sus familiares, de quienes hoy ven ensombrecida su vida, de quienes hoy viven un luto que no imaginaron.
 
La policía municipal de Las Choapas lo tuvo en sus manos y lo soltó que porque el magistrado tiene fuero y por una orden que vino de arriba. ¡No manchen! Qué fuero ni que las habas. Es un acto de corrupción en el que tienen metidas las manos políticos de Chiapas y de Veracruz.
 
Lo que ahí ocurrió es un crimen, un crimen doble. Y por muy magistrado que sea, ni puede conducir en estado de ebriedad ni puede provocarle la muerte a  quienes viajaban en el vehículo que impactó.
 
La policía municipal sostiene que no certificó su estado de ebriedad porque el accidente ocurrió en un tramo federal y que fue la Policía Federal quien lo tenía a su disposición. O sea que ahí está el detalle.
 
Matar a dos personas está del nabo. Matarlas por conducir de manera irresponsable, supuestamente en estado de ebriedad, según lo que afirman los testigos, y dejar tres heridos graves, no es asunto menor. Es un crimen, con fuero o sin fuero. Y eso lo va a llevar, no en su conciencia porque seguro que no tiene, pero sí en el historial judicial.
 
Al magistrado Guillermo Nieto le va a pesar este accidente mortal. Se libró de permanecer detenido a las dos horas del percance, pero no lo evadirá nunca porque será recordado como el jurista que mató a dos personas y destrozó a una familia por conducir en estado de ebriedad.
 
Guillermo Nieto ejemplifica lo que es la impunidad. Como no recibe castigo, algún día lo volverá a hacer. Dicen que el primero es el más difícil; los demás se vuelven pasión.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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