¿Lloramos o reímos? No sé qué es mejor. De los ignorantes no se puede esperar nada, pero de los sesudos analistas, ufff, qué oso. Salen ahora a defender la honorabilidad de los mapaches que fueron indultados por un juez estatal.
 
Los mapaches son los ladrones de elecciones que aparecen en videos operando, poniéndose de acuerdo, como viles gangsters, como rufianes sin escrúpulos, cómo robarse los programas sociales para obligar a sus beneficiarios a votar por el PRI.
 
Los ladrones electorales se ven en el video fraguando el fraude, coaccionando a los miembros de Prospera, de las mujeres jefas de familia, de los adultos mayores, de la tan cacareada Cruzada contra el Hambre. Y otros jijuesuchi ofreciéndose a poner recursos de los ayuntamientos, a presionar a quien sea, valiéndoles madrecitas la ley.
 
Al frente de todo este lodazal estaba Ranulfo Márquez Hernández, entonces delegado de la Sedesol de Peña Nieto en el estado de Veracruz, y con él Salvador Manzur Díaz, el dedo chiquito de Javier Duarte y que de no haberles caído con las manos en masa, hoy sería el candidato natural a la gubernatura de Veracruz, porque ¡oh dioses del Olimpo!, esta rata era el delfín del gobernador.
 
Los denunciaron. Los llevaron a juicio porque eso que estaban haciendo, donde sea, es delito. Sí, güey, dónde sea menos en Veracruz. Aquí eso, delinquir, es virtud, capacidad chingativa, enorme perversidad para que los que están en el poder se queden en el poder, cero escrúpulos y la sangre más fría que un témpano de hielo para usar los recursos destinados a los pobres acarreándole votos al PRI. Y al que se resista, exclúyanlo y échenlo a los leones.
 
Había un cúmulo de pruebas. Y al final un juez dice que no hay delito que perseguir porque no se acredita que estén desviando recursos hacia un partido político, que obviamente es el PRI. Ranulfo, Manzur y el resto de los piratas felices porque la mano de la justicia no los alcanzó.
 
Salen a decir los analistas pagados por el duartismo que su imagen ha quedado limpia, pulcra, a salvo de cualquier sospecha, como si las imágenes que un buen número de veracruzanos y mexicanos vieron y que por mucho tiempo permanecieron en Youtube hasta que las bajaron, no dejaran en claro que los ladrones nacieron para robar, sólo que los agarraron con las manos en la masa.
 
Pregunto: ¿De cuándo acá un político acusado de corrupción administrativa puede ser “limpiado” por el sistema judicial de un gobierno que se pudre en prácticas corruptas como la deshonestidad con los recursos públicos, que se hunde en un mar de deudas e irresponsabilidades financieras?
 
Que Ranulfo deje de hacerle al cuento, toda esa campaña mediática que está operando para “limpiar” su imagen es para que esté listo para las próximas fechorías electorales en las elecciones del 2016.
 
Ranulfo Márquez estuvo en la banca un tiempo. Calló mientras las aguas se calmaban y evadía la acción de la justicia, mientras el juicio se encaminaba a lo que hoy es una vergüenza para el sistema judicial con otro caso en el que los violadores de la ley se ríen a placer y se burlan de la buena fe de las instituciones y de la sociedad.
 
Luego lo reactivó Javier Duarte de Ochoa. El gobernador tuvo a bien colocarlo justamente en su mero mole, en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Veracruz, donde los programas sociales son similares a los de su instancia federal y donde se administra gran parte de los programas que provienen de la Federación.
 
Ranulfo y la gente de Duarte la repitieron en la elección del 7 de junio, cuando lo que estaba en juego era el Congreso federal, los diputados que tendrían que apoyar a Peña Nieto en la consolidación de su programa de gobierno. Cómodamente, sin tentarse el corazón, volvieron a usar los programas sociales y volvieron a usar el voto duro con el que el PRI ganó 16 diputaciones.
 
Ahora un juez determina que no hay acción penal contra Ranulfo y sus secuaces, pese a las evidencias, a sus voces diciendo que al que se resista a trabajar para el PRI , que lo echen del padrón. Y todavía faltan imbéciles que se dicen analistas que aseguran que el juez limpió así la imagen de Ranulfo.
 
Limpiar la imagen de un mapache al que todos vimos dirigiendo una descarada operación para el fraude electoral, puede compararse con ese tipo de personas sin higiene, pero que tratan de disimular su mal olor, aplicándose perfumes en el cuerpo. Terminan no solo teniendo mal tufo, sino ¡hediendo!…
 
Ranulfo no apesta, hiede a corrupción…
 
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