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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La diputada Corcholata

17/09/2015 09:03 a.m.
Ah qué mi Corcholata. Se estrena como diputada, la pescan dormida, dice que no tiene iniciativas, se arma el relajo, reta con un “no la hagan de pedos”, piden que la saquen del Congreso, les contesta que están bien güeyes, les hace una seña obscena y los manda a la vergüenza. Wow

Qué chido. Las Vedettes, o Noches de Cabaret, o Burdel, o Viva Tepito, o La Pulquería, o Se me sale cuando me río, todo en paquete, concentrado en un ícono del doble sentido, la peladez y la vulgaridad: su majestad Carmen Salinas.

Y pues la célebre Corcholata, ese personaje que parecía sólo de nuestro cine, no es parte de la irrealidad. Es de carne y hueso. Es como la ven y como la pintan. Requete alburera, majadera y sin educación.

Yo no sé si es la Caja China del preciso Peña Nieto, pero distraer la atención así, con una vieja que insulta y responde mostrando el dedo en forma de pene, no va a hacer que dejemos de pensar que la verdad histórica de Ayotzinapa resultó una farsa y tras el peritaje de los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, lo más seguro es que esto sí sea un crimen de Estado.

Carmen Salinas no protagoniza una Telenovela ni una película. Ahora es la estrella del escándalo que tiene de cabeza al Congreso. La cachan durmiendo cuando inicia el período de sesiones y se encabrona la gorda diciendo que ni mais, que todo es un efecto fotográfico por el ángulo en que la tomaron y por las enormes pestañas postizas que le puso su maquillista.

Pero nadie le cree. Entonces le preguntaron los periodistas qué iniciativas de ley iba a proponer y sale con una vulgaridad que lleva todo su sello: “No la hagas de a pedo porque ahorita no las traigo”.

No, pues ni en ese momento y quizá ni en toda la Legislatura. Carmen Salinas llegó al Congreso por la vía plurinominal, postulada por el PRI, lo más seguro que para distraer la atención con su peculiar manera de expresarse, casi siempre a base de insultos.

Ese “no la hagas de pedo” provocó que en el sitio change.org, en internet, se lanzara una iniciativa para destituirla como diputada, revelándose que semejante ignorante, que ni lenguaje y menos educación tiene para expresarse, le cuesta a los mexicanos más de 180 mil pesos al mes.

Change.org ha recabado más de 82 mil firmas de personas que apoyan la petición, algo que no le habría sucedido a ningún diputado.

La respuesta de la Corcholata fue un video en que aparece junto a un grupo de personas, diciendo: “Por mí se pueden meter sus firmas por el trasero o por donde más les quepa, mijitos, yo estoy respaldada por mi partido (PRI), mejor pónganse a trabajar y no estén de envidiosos”.

Carmen Salinas y el grupo de personas muestran entonces el dedo medio simulando el órgano sexual masculino.

Pues no, mi Corcholata, con eso no acallas las críticas. Con eso sólo le echas gasolina a la hoguera y le armas un escándalo mayor al presidente Enrique Peña Nieto y a su partido, el PRI, que fueron quienes te convirtieron en diputada federal.

Yo no me espanto. Creo que muchos o la mayoría tampoco. El albur es nuestro. El albur es patrimonio de los mexicanos. Chin chin el que no lo diga y chin chin los que no lo entiendan, los que no sepan cómo responder, los que no se ríen y no lo disfrutan.

Pero todo tiene su lugar. Yo creí que La Corcholata era un personaje, que era lépera y corriente, que era picosa y pelada. Pero resulta que no. La lépera y corriente, la picosa y la pelada es Carmen Salinas, la actriz, diputada que fue llevada al Congreso federal de la mano del PRI y de la mano de Peña Nieto.

Cuando en el PRI decidieron que Carmen Salinas ocupara un escaño en el Congreso de la Unión, lo hicieron pensando que la destacada actriz, de una de las peores etapas del cine mexicano, el de las ficheras y los padrotes, llevara a su curul al personaje que los identifica: La Corcholata.
Floja, borracha, irresponsable, valemadrista... Así es La Corcholata, ella es en esencia quien ostenta el cargo de diputada federal.

Creíamos haber visto con Fernández Noroña, con los diputados panistas y perredistas trenzándose a madrazos por la tribuna, con los que entraron a caballo al Salón de Sesiones, con los que interpelaban a los presidentes, con el que llevó costales de votos fraudulentos en costales, con los que sesionan bajo los influjos del alcohol.

Faltaba ver a una diputada que se duerme, que no tiene iniciativas, que responde a los reporteros con un “no la hagas de pedo”, que insulta e invita a que se metan las firmas con que piden que la destituyan por el trasero o por donde les quepa. Ella es la priista Carmen Salinas. Qué México, chingá.
La culpa no la tiene La Corcholata, sino Enrique Peña Nieto que la hizo comadre.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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