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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Perversos son los que encubren

21/09/2015 10:00 a.m.
¡Achis! Y ora resulta que pedir justicia es una perversidad; que exigir que el gobernador esclarezca por qué sus policías acorralaban al periodista Rubén Espinosa es una perversidad; que denunciar la responsabilidad de Javier Duarte en el acoso a los periodistas es una perversidad; que decir que policías vestidos de civil golpearon al fotoperiodista Karlo Reyes es una perversidad. Nos faltaba un imbécil en la fiesta y ya llegó. Sí, de esos que abren la boca y meten la pata. A los que les dicen los automáticos. Esos güeyes que están viendo que las broncas del gobernador de Veracruz crecen y crecen y sale a defender lo indefendible. Es el delegado de la Secretaría de Gobernación de gobierno federal en Veracruz, Alfonso Neri Ávila, quien llama “perversos” a los periodistas que exigen justicia para Rubén Espinosa, a los que piden que cesen las agresiones al gremio en Veracruz y a los que reclaman que se dé con los culpables del ataque a Karlo Reyes. El muy pelafustán habla del caso como si fuera fiscal y como si él fuera el investigador o el perito que ha estado a cargo de las averiguaciones. Y suelta que los asesinatos de los periodistas en Veracruz no son atribuibles al gobierno del estado y que las protestas sociales contienen “intenciones perversas” para alentar a la sociedad en contra del estado. ¡San Complot, ruega por nosotros! Y de Karlo Reyes sólo faltó que dijera que él se pegó solo, que se madreó bien chido, que se tiraba contra la paredes, el suelo y el techo, que se colgó de un árbol, que en vez de sangre se untó salsa cátsup y que no es que le hayan pegado en la boca sino que ya es trompudo de nacimiento. O sea, los policías ahí ni se acercaron, ni tuvieron nada que ver, ni una palabra altisonante, ni una amenaza. Ahí está el video. Ahí se ve a Karlo cuando llega con la policía que daba acceso a la plaza para escuchar el grito entonado, con voz de barítono de Javier Duarte. Todos se portaron, según el delegado de la Segob, como unas finísimas personas. Ahora, según el delegado de la Segob, hay que ver qué arrojan las investigaciones, saber qué pasó realmente con el fotoperiodista, quiénes le dieron la madriza y a echarles el guante, porque no se vale, la neta que no, que de todo le echen la culpa al gobernador Javier Duarte. Nomás falta que su abuelita salga embarazada y digan que fue don Javier. Óigame no. “Tampoco son imputables a que la autoridad los esté promoviendo y demás. Sí hay intenciones perversas en un momento dado para desanimar o alentar a la sociedad en contra de la autoridad y habría que estar muy atentos para escuchar todas las partes y no llegar a conclusiones ni juzgar a nadie”. No maaaaamá. ¿Dónde le enchufaron el cerebro a este tipo? ¿Dónde lo ensamblaron porque no quedó bien? En el caso Rubén Espinosa no hay vuelta de hoja. La policía lo venía agrediendo y después acosando. Recibió amenazas y decidió irse de Veracruz, al Distrito Federal, y allá fue asesinado el 31 de julio. Cuando se fue, relató a varios medios de comunicación cómo lo acosaban los agentes de gobierno, vestidos de civil, sin dejarlo ni a sol ni a sombra. Montaban guardia afuera de su domicilio y en los eventos públicos se dedicaban a fastidiarlo. Cuando le dijeron que algo le iba a ocurrir, se fue. Poco después lo matan y el gobierno del Distrito Federal hace creer la versión de que todo fue por robarle droga a una colombiana que residía en el departamento donde ocurrió la masacre. En el caso Karlo Reyes, la agresión se dio por parte de policías vestidos de civil, no en el retén de acceso a la plaza donde se realizaría el festejo del Grito de Independencia, sino antes, a unos metros. Según las notas publicadas por los periódicos, el fotoperiodista se percató que mucha gente era acarreada y les tomó fotos. Después un grupo de agentes, con pinta de policías, con un distintivo en la ropa que los identificaba, se le fue encima y lo subieron a una patrulla, despojándolo de su equipo fotográfico. Ante la presión de algunos compañeros de prensa, lo bajaron de la patrulla y lo soltaron. Las evidencias son contundentes. Lo perverso es negarlo. Es una perversidad decir que el gobierno de Javier Duarte no tuvo que ver en el acoso y las amenazas a Rubén Espinosa, lo que lo llevó al Distrito Federal, donde fue asesinado; tampoco en el caso de Karlo Reyes, al que le dieron cachazos en el rostro, patadas cuando estaba en el piso. Y lo hicieron agentes policíacos vestidos de civil. Sí es perverso acusar sin pruebas. Pero es más perverso saber la verdad, escuchar y ver la evidencia, la amenaza de “Pórtense bien” de Javier Duarte, y salir a descalificar a los que piden justicia, como hace el delegado de la Segob en Veracruz. (Comentarios y tips a: [email protected])

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