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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Ládrame pero no me ignores

22/09/2015 08:57 a.m.

Óigame no. Esto está de super lujo, de nivel, de política de altura. Escúchelo. Sí, a mi gobernador Javier Duarte, llamándole perro chihuahueño a Miguel Ángel Yunes Linares porque exhibió el negocio con los defraudadores brasileños de Odecrecht para abastecer de agua y energía eléctrica a la zona centro de Veracruz.


Es el síndrome del perro chihuahueño, dice Duarte de Ochoa. Es el que te hace ladrar y ladrar para que vean que existes, el que hace que no pases desapercibido cuando ya no pesas políticamente y cuando presentas una deficiencia física que no se ha podido superar.


Yo se los cuento pero nada, absolutamente nada, como leer esta cátedra de psicología animal en voz de nuestro gobernador.


 “Lo mismo sucede en algunos casos”, dice Javier Duarte. “No importa qué se diga, cómo se diga, no importan si se tiene fundamento o no, lo importante es hacer escándalo, lo importante es generar polémica. Este particular es al que me refiero: no existe ninguna asignación a ninguna empresa al concurso, porque todavía ni siquiera se ha realizado para poder contratar a quien presente la mejor opción para suministrar el servicio de energía eléctrica al Estado”.


Recontra wow. El psicólogo Javier Duarte interpretando por qué ladran los chihuahueños. Todo un hito en la ciencia, pues nunca se había realizado una exposición tan profunda de esa machacona forma en que los escuálidos perros de ojos saltones fastidian con sus ladridos.


Es para hacer escándalo, dice el gobernador. Como no hay quien los pele y son unos fracasados, a ladrar se ha dicho.


Y lo más chingón es que el gobernador, a diferencia de todos los veracruzanos, sí sabe qué quieren decir los chihuahueños cuando ladran.


No, no, no. Ni San Francisco de Asís alcanzó ese nivel. Dicen que habló con el lobo y que lo civilizó. Le tendió la mano y el animal le dio la pata. Se volvieron cuates. Lo llevó a la ciudad. Asombró a todos. Y al rato el lobo parecía perro de casa.


Pero un día el santo monje se ausentó. Entonces trataron al lobo como lobo. Lo apalearon y le dieron sus cates, lo dejaron sin comer, le fue como en feria. El lobo se fue y cuando Francisco regresó, fue por él. Lo escuchó y entendió los motivos del lobo, como lo inmortalizó Rubén Darío en aquel célebre poema.


Pues nosotros ya tenemos nuestro Francisco de Asís. Es el gobernador. Él habla con los chihuahueños. Les entiende. Y ellos, entre ladrido y ladrido, le dicen que como nadie los fuma y hasta los menosprecian por flacos, chaparros y feos, pues se dedican a chingar con sus ladridos escandalosos.


Así, oyéndolo, pudo Javier Duarte entender qué onda con los ladridos de Miguel Ángel Yunes Linares. Son ladridos de chihuahueño, dice el gobernador en uno de los episodios más pintorescos de su sexenio.


Si no fuera Javier Duarte el que lo dijo, cualquiera habría pensado que el que hablaba era el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. Él fue el que bautizó a Yunes como el “can azul”. Él es el que esparció el apodo como si eso enalteciera al que lo dice.


A Yunes Linares le preguntaron qué sentía de ser comparado con un perro. Se mofó de la cátedra de psicología animal de Javier Duarte. Dice que no le molesta, que le gustan los perros, que no tiene chihuahueños sino dos Jack Russell.


“Si él piensa que llamándome así me ofende, se equivoca, me encanta. Soy un admirador de los perros”, responde Yunes Linares. Agrega que los perros son leales, bravos, defienden a su amo, son limpios y se hacen al entorno de la familia que los cuida.


La intención de Duarte es distraer. Lleva el debate a otro nivel, el de la vulgaridad y el pleito de barrio. Hablar de perros es mejor que explicar por qué suscribió un contrato con una empresa extranjera a espaldas de los veracruzanos, con un costo de 7 mil millones de pesos, que ahora pretende pagar con un crédito poniendo como garantía de pago las participaciones federales.


Duarte prefirió irse por el lado de los ladridos del perro, en lugar de dar una explicación seria y creíble de ese enredijo. Dice que no hay tal contrato y que todo son infundios del diputado Yunes.


Yunes, en cambio, exhibe los documentos donde aparecen políticos ligados al gobernador, en una operación realizada en el Distrito Federal ante la fe de un notario de aquella ciudad.


Eso es nivel. Los asuntos que atañen a los veracruzanos opacados por la psicología del ladrido del chihuahueño.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

 


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