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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Come lo que te da el patrón o no comes

23/09/2015 08:45 a.m.
No es cuento. Les juro que así fue. Un día quisieron comer a gusto, en su hora de gracia, y les dijeron que no, que ahí, en la planta industrial en construcción, en la brasileña Etileno, se come lo que dice el patrón.
 
Achis viachis. ¿Y eso en qué ley lo dice? ¿Dónde consta, en la Constitución, en la Ley Federal del Trabajo, en la Ley de Herodes? ¿Dónde porque hasta ahora este es el primer caso en que la tripa se llena con la comida que da la empresa o uno se queda sin comer?
 
Nos llega el relato. Nos lo dicen los trabajadores y yo, que los conozco, les creo. Aseguran que pasó el viernes 18 de este mes, cuando comenzaba la jornada laboral.
 
Un trabajador atestiguó el caso  y conoció los detalles. El día anterior habían hecho la coperacha. Querían comer chido y acordaron que sería una mariscada. Uno de los compañeros fue designado para llevar los platillos. Lo acompañaban tres obreros más.
 
Al llegar a la puerta de la planta se armó el desmadre. Los guardias o policías que están en la portada le marcaron el alto. Revisaron qué llevaba. Le dijeron que esa comida no podía pasar. Y estos compas, el que llevaba los paquetes y tres trabajadores más, comenzaron a reclamar.
 
Pero los guardias se mantuvieron en su papel. Decían que no pasaba la mariscada y ahí la tendrían hasta que saliera el personal de su jornada de trabajo.
 
Al compa le quitaron la comida, otras cosas que llevaba y hasta su credencial del área de trabajo. Sin ella no puede laborar.
 
Cuentan que en Etileno XXI está prohibido introducir alimentos para su venta o refrescos, tales como la Coca-Cola. Sí y uno lo entiende. El negocio de los comedores no puede verse afectado pues es una concesión que otorgan los dueños de la planta. Y por eso se prohíbe que alguien lleve comida.
 
Okey. Para vender no se puede, pero para consumo personal por qué no.
 
El compa llevaba la comida que él elaboró y por más que explicó que era para un grupo de trabajadores que se habían organizado y aportado cada quien su parte, no hubo poder humano que sacara a los guardias de su ley.
 
En Etileno hay un problema con la comida. Los trabajadores sienten que no tiene calidad. Algunos han experimentado daños en su salud. De ahí que prefieran llevar su lonch, pero hay reglas que se los impiden.
 
“Hacemos algunas veces estas comidas en grupo porque estamos cansados de la comida que nos dan, que es pura comida muy refrigerada y a veces dañada, que nos da síntomas de tifoidea, o sea que nos suelta el estómago, por lo que algunos o más bien la mayoría llevamos lonches desde nuestra casa para evitar enfermarnos y faltar al trabajo, para no tener que perder un día, ya que somos el sustento de nuestras familias”, nos relatan.
 
Ese día se quedaron sin comer. Al que llevaba la comida, se la decomisaron y hasta la credencial de su área de trabajo le fue confiscada.
 
Como era una injusticia, se supo que hablaron y consiguieron el apoyo de los jefes inmediatos de la compañía Ayasa. Uno de sus altos mandos habló por ellos. Sin embargo, nada logró y al final la comida ahí se quedó y les fue entregada a las 2 de la tarde, “pero quién sabe si aún sirviera para esa hora”.
 
Los trabajadores que supieron del caso consiguieron el nombre del guardia que confiscó la comida. Se llama Oscar Orlando Rosas Torres, el cual tiene fama de discriminar a los obreros de las compañías Ayasa, Kenetech y otras más.
 
La compañía que vende los alimentos es Sagsa. Cuenta con una nutrióloga que diseña y balancea los ingredientes para que sea mejor aprovechada por el trabajador. Pero cómo saber si es comida del día, como se supone que es. Si está echada a perder, no la van a tirar.
 
Este es sólo un caso. Los brasileños de Etileno XXI  son una lacra. Así se portan con el trabajador mexicano. Le exigen y hasta lo explotan.
 
Los salarios no son una chingonería y las condiciones de trabajo dejan mucho que desear. Lo de la comida no tiene nombre. Los enferma y así se la tienen que tragar. Y si llevan su mariscada, se la retienen.
 
Hagan de cuenta que tengo tres años. Explíquenmelo con bolitas y palitos. Díganme en qué parte de la Constitución o en qué artículo de la Ley Federal de Trabajo obliga a los trabajadores a comer los alimentos que da el patrón. En tiempos de don Porfirio sí, pero un siglo después no.
 
Los de Etileno dicen que esa comida es mejor para el trabajador, que le hace bien a su salud y son más productivos. Pero sabe del carajo. Y a fin de cuentas, el comedor no es altruista, los alimentos tienen un precio y el que los administra se lleva el puro billete.
 
Ora sí que estamos jodidos. Cómete la comida que te da el patrón  jódete.

(Comentarios y tips a: [email protected])

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