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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Holgazanes en el nombre de Colón

14/10/2015 09:17 a.m.
Ah qué güeviches. Nomás oyen Colón y ya dicen descanso. Nomás piensan en el Día de la Raza y de inmediato arman su puente. Qué más da que no sea día de asueto, ni que no esté contemplado en el calendario oficial. Que sirva la llegada de los europeos a América para no trabajar.
 
Requetezánganos, desde el alcalde hasta el último de los ediles, y los empleados, los de confianza y los sindicalizados. Todo el ayuntamiento de Agua Dulce aprovechando que el 12 de octubre de 1492 llegó Colón con sus forajidos y comenzó a hacer la América.
 
Aquello fue un abuso y un atropello que costó vidas y dejó sangre por todo el territorio “descubierto”. En el nombre de Dios y de la Virgen María, el imperio español arrasó con una cultura, conformada por los pueblos que habitaban lo que hoy es México, Centroamérica, parte de Sudamérica y las islas del Caribe y las Antillas.
 
Cristóbal Colón, el marino genovés que traía loca a la reina Isabel de Castilla, muy poderosa la ñora pero bien enamoradiza, la hizo empeñar sus joyas, dicen; financiar el viaje, dicen; le puso tres carabelas y echaron mano de los peores delincuentes confinados en las cárceles españolas, de los judíos contra quienes habían desatado una purga por no convertirse al cristianismo católico y de los enfermos desahuciados, muchos de ellos de sífilis.
 
Cristóbal Colón era el almirante de una nave de maledicientes que a medio camino se le plantaron de frente, se amotinaron y casi, casi, lo tiran por la borda. Los calmó con labia y con un razonamiento bien chingón: ahí el marino era él, el que sabía qué hacer era él y sin él estaban sentenciándose a sí mismos. O sea, si matan al piloto quién maneja la nave.
 
Avistaron tierra el 12 de octubre de 1492. Rodrigo de Triana, trepado en el mástil de La Pinta, echó ojo y vio fogatas a eso de las 2 de la mañana.
 
Lo demás es un pinche cuento en el que no cree ni el que escribió la historia, incluido Colón con su bitácora y sus reportes entregados a la reina-novia y al rey Fernando, el marido burlado, que a su vez le ponía el cuerno a doña Chabela.
 
A eso se le llamó el descubrimiento de América. Se usó el estandarte de la Virgen María. Reclamaron esas tierras para ella. Para la inmaculada la tierra, el zacate, las piedras, y para la corona española el oro, la plata, la gente a la que luego esclavizarían y su cultura, a la que después destruirían, claro, todo en el nombre de Dios y con la bendición de los frailes que acompañaban al mentado genovés Cristóbal Colón.
 
Por años nos contaron que el “descubrimiento” de América fue chido. Imaginaos nosotros, indígenas porque dicen que nuestros ancestros parecían indios de la India, sí como no. Imaginaos a este pueblo recibiendo a Colón y extendiéndole la mano a un güey con cara de garañón y cuerpo de Patas Verdes, panzón y flaco de las piernas, pensando que qué padre tener a un enviado de las Europas trayéndonos la modernidad que nos hacía falta.
 
Puras habas. El descubrimiento no fue tal. Fue un arrebato cañón, un robo en despoblado, un saqueo descarado de la riqueza continental y el aplastamiento de la cultura de los naturales de aquella época.
 
Y así, a celebrar el encuentro de dos culturas aunque muchos no sepan ni qué onda, ni cómo pasó, ni cuáles fueron las consecuencias, ni cuánta sangre de nuestros originarios, después llamados americanos, se derramó.
 
Pero en Agua Dulce, tan metidos en la historia del atropello colonizador, este lunes se tomaron su día de asueto, quizá en solidaridad con la megachinga que le dieron los españoles a nuestro antepasados porque el descubrimiento de América se convirtió en la conquista de los pueblos de América y finalmente el aplastamiento de los nuestros y el saqueo de nuestro continente.
 
Al alcalde Daniel Martínez le importó un cacahuate la significación real de esa fecha, que cada vez más repudiamos, y le dio el día a sus ediles y trabajadores, aprovechando que era lunes y así armó el puente. Tres días huevoneando no está mal.
 
Le valió que el pueblo acudiera al palacio municipal a realizar trámites, a pagar cuentas, a cumplir con sus obligaciones, que a fin de cuentas es dinero para las arcas municipales, o a solicitar alguna información.
 
No, primero está el placer y luego el deber. El alcalde fue omiso y transgredió la ley porque se asignó un día de descanso con salario pagado para él, para su cabildo, para el personal de confianza y para los sindicalizados. Mientras, en las escuelas fue categórico el emplazamiento: a quien se le ocurra faltar, le descuentan el día y hasta lo van a sancionar. Y nadie paró.
 
Eso pasa cuando el alcalde es más ignorante que la ignorancia misma.
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

 

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