Que se vayan. Sí, que los echen. O mejor dicho, que ya no los dejen cobrar. Sí, porque son “aviadores”, esos que aparecen en una nómina pero que no devengan lo que ganan y que sólo se presentan cada quincena por su sueldo.

Qué bien que el gobernador Javier Duarte de Ochoa los haya exhibido. Que suave que haya reconocido que en la nómina de la Secretaría de Educación de Veracruz están estas lacras y que tras meses de realizar una auditoría se haya establecido que son 2 mil 173 “aviadores” y que ya no mermarán más los recursos del gobierno de Veracruz.

Los “aviadores” representan una fuga de 815.3 millones de pesos anuales, que les son pagados a gente deshonesta que por palancas y con muchísima mala leche, lograron permanecer en la nómina de la SEV sin dar golpe.

El gobernador muestra el músculo. Sí, pero a medias. Ya nos dijo que estos jijuesuchi han sangrado el erario cobrando sin trabajar.

Dice Javier Duarte que es un agravio. Y cómo no. Es un super agravio, dada la situación financiera de Veracruz.

Hasta ahí todos estamos de acuerdo.
Lo que no dijo el gobernador Duarte de Ochoa es quiénes son, si se les va a fincar responsabilidad, quién les facilitó ser “aviadores”, de qué se valieron, si son priistas o de otros partidos, o si de plano no tienen partido político pero son cuates de quienes han pasado por la SEV.

Su única excusa es que no son servidores públicos y por ello serán cesados de inmediato con base en lo que establece la Ley Federal del Trabajo.

Esas plazas, dice el gobernador, “nunca debieron haber existido”. Y las cancelarán.
A ver, dijo un ciego. No se trata de servidores públicos, señala Duarte. Pues claro. Si fueran servidores públicos ahí estarían, aunque el cargo les sirviera como aparador político.

Dice que esas plazas “nunca debieron haber existido”. Pero existen, señor gobernador, y nadie hizo nada por erradicar esa práctica corrupta.

La SEV está infestado de “aviadores” y eso lo saben Duarte, Adolfo Mota, Flavino Ríos y la ahora secretaria Xóchitl Osorio. Mucho se les dijo que erradicaran esa práctica, pero que también investigaran a los responsables.

Que se vayan los “aviadores” es una solución a medias, poco profunda y que revela que en realidad el gobernador no quiere acabar con la corrupción.

Motita lo sabe. Cuando llegó al cargo de secretario de Educación y Cultura, al inicio del gobierno duartista, se encontró con los “aviadores” y ahí los dejó. Le llovían reclamos porque mientras no hay recursos para otorgar educación de calidad, sí pudieron mantener a un ejército de zánganos que durante años han cobrado sin trabajar.

Mota se fue y llegó Flavino Ríos. Entonces muchos dieron por sentado que ahora sí habría guillotina. Pero Flavino pasó por el cargo y se hizo rosca, dejando todo intacto, sin inquietar a quienes se han dedicado a succionar los recursos de la SEV en esas plazas.

La nueva secretaria es Xóchitl Osorio, maestra de carrera, subsecretaria y directora de área por muchos años, quien conoce a fondo el fenómeno de los “aviadores”. Pero en todos los años que ha estado en la SEV, y que son muchos, no se le sabe que haya denunciado que hubiera recomendados que han cobrado sin trabajar.

Javier Duarte se horroriza por lo que le ha costado a Veracruz la presencia de “aviadores” en la nómina de la SEV. Ha dispuesto que se cancelen esas plazas y a chiflar a su máuser quienes cobraban ahí. Pero sus acciones deben ir a fondo.

No se puede combatir la corrupción y tratar de subsanar las fugas de dinero que tiene el gobierno, en este caso 815.3 millones de pesos anuales, y dejar intacta la red que permitió que los “aviadores” existieran.

Los cómplices, los que los inscribieron en la nómina, los que los recomendaron, los que los protegieron, los que sabiendo que eran “aviadores” callaron, ¿para todos ellos qué tiene reservado el gobernador?

El hecho de corrupción todos lo sabían. Se había publicado con todas sus letras, citando el número real de “aviadores”. Se sabe que no son 2 mil 173 sino más de 7 mil. Lo sabía Mota, Flavino, Xóchitl y el mismo Duarte. Y ahora que le aprieta el zapato al gobernador y que requiere bajarle a los gastos del gobierno, anuncia que se suprimen las plazas.

Pero lo que hicieron es un delito, un fraude, porque percibieron salarios que no devengaron. Y son tan culpables los “aviadores” como los que los solaparon y encubrieron.

Si el gobernador Duarte quiere ir a fondo, que proceda contra los cómplices de los aviadores. Sólo así se la vamos a creer.

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