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Juan Ciudadano

Los Gobernados

A Rodolfo lo mataron por pedir justicia

03/11/2015 08:44 a.m.

​¿Se vale que los maten? ¿Se vale que por pedir mayor seguridad y ejercer su derecho a la protesta, le quiten a alguien la vida? Yo y usted y todos hemos de decir que no.

Miren que traigo rabia. Miren que se me agrió el desayuno cuando corrió la noticia de la muerte del abogado Rodolfo Zapata Carrillo, un hombre que lo único que quería era que bajara la violencia, que se acabaran los asaltos, que no hubiera más muerte.

Y miren en qué terminó. Llega un grupo de sicarios, sacan sus armas y le quitan la vida.

Qué injusta es la vida a veces. Rodolfo Zapata Carrillo era abogado, con maestría, con una enorme sed de justicia, conocido entre las barras y colegios de abogados como un hombre de principios, que no se limitaba a quejarse por las injusticias sino que instaba a todos a organizarse y a exigir que se cumpliera la ley.

Ayer, les digo, me pegó la noticia de su muerte. Me pegó como a muchos. Me pegó como cuando en cualquier parte de Veracruz sé que ha sido ejecutado alguien que tenía sed de justicia.

Ayer, antes de las 11 de la mañana, según leo en los portales de internet y comento con amigos abogados, Rodolfo Zapata fue a un taller mecánico, frente a la Cruz Roja de Coatzacoalcos. Ahí estaba un taxi de su propiedad, que él a veces, cuando no tenía chofer, manejaba. Ese taxi le dio para ganarse el dinero que servía para el sustento de sus hogar.

Llevó unas refacciones y de pronto apareció un carro del que descendieron unos tipos. Uno de ellos, que fungía como copiloto, llevaba el rostro cubierto. En total serían cuatro sicarios, los cuales portaban armas largas. Dispararon sobre la humanidad del abogado y por lo menos le dieron cuatro balazos.

Rodolfo Zapata murió ahí. Los asesinos se fueron a gran velocidad, sin que nadie pudiera darles alcance. 

En esa zona hay varios talleres mecánicos y lo que a mí y a muchos nos provoca duda es que el Mando Único de la policía se encuentra a cuadra y media y, como siempre, ni sus luces. Llegaron tarde cuando ya no había nada que hacer.

Es una pérdida dolorosa porque Rodolfo Zapata era, además de abogado, un activista. Sí un activista por la seguridad, porque decía que no tenemos por qué suplicar que las autoridades nos garanticen nuestra tranquilidad cuando es su obligación legal.

Rodolfo Zapata protestaba desde hacía mucho tiempo. Pero cuando comenzó a ser asaltado el restaurant de mariscos que tenía en una colonia de Coatzacoalcos, y cuando se dio cuenta que la autoridad no hacía nada para evitarlo, organizó a la gente. Los convocó a realizar una marcha y a expresar su inconformidad.

La marcha fue un fracaso. Él y otros más, si acaso unas 20 o 30 personas, caminaron y repudiaron la falta de acciones del secretario de Seguridad Pública del gobierno de Veracruz, Arturo Bermúdez, y del Mano Único Policial. Pero eso no lo desanimó. Rodolfo Zapata ahí mismo pidió la renuncia de Bermúdez.

Había dicho en una conferencia de prensa que no se explicaba qué intereses podían haber entre el gobernador Javier Duarte y Arturo Bermúdez para que no pudiera cesarlo. Y dijo también que parecía que Bermúdez le habría dicho a los delincuentes que Coatzacoalcos era suyo y que se lo chingaran todo.

La reacción es tremenda. La sociedad de Coatzacoalcos repudia la muerte de este abogado, pero también debiera sentirse culpable porque lo dejaron solo, porque no acudieron al llamado de Rodolfo Zapata cuando él convocaba a los ciudadanos a protestar.

Muchos están repudiando su muerte y ésta debiera servir para ponerse la pilas, para exigir que los que no han funcionado en los cargos públicos se vayan. Ahí está el tal Bermúdez, quien no puede con la delincuencia o, como decía el abogado, quizá se entiende con los delincuentes.

De todos los rincones de Veracruz hay reacciones. Mataron a un activista social que se dio a la tarea de hablar por los demás, de exigir que se aplicara la ley, de señalar que había contubernio entre la gente mala y la gente del gobierno.

Muchos estamos encabronados. A muchos nos irrita saber que ya no se puede exigir que haya seguridad porque resulta que nos matan.

Lo de Rodolfo Zapata es algo raro. Lo cazaron y lo ubicaron cuando descendió de su auto y se dirigía al taller mecánico. Ahí lo acribillaron. Pareciera como si a los delincuentes no les hubiera inquietado que a cuadra y media está el Mando Único. O de plano, todo estaba bajo control.

No quiero ser mal pensado. No quiero pensar que la ejecución fue ordenada desde altos círculos de poder. No quiero pensar que hay un mensaje para todos aquellos que exigimos que esta barbarie termine.

No quiero pensarlo, pero ya lo estoy pensando.

(Comentarios y tips a: [email protected])




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