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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Le vale que le digan narcocónsul

10/11/2015 09:26 a.m.


Afuera está la tormenta pero él, Fidel Herrera Beltrán, no deja de tomarse el café, charlar con los amigos, contar sus historias en las que hay más mentira que verdad y ser visto como el peor cónsul que México podría tener en el extranjero.

Fidel Herrera tiene alma para eso y más. Le valen las críticas, que lo señalen de ser un narcocónsul; que le digan que dejó una estela de muerte en Veracruz, estado al que gobernó; que lo suyo no es un premio sino un castigo, un exilio para que deje de tratar de meterse en el proceso interno del PRI y en la sucesión en su entidad.

Le vale ser el cónsul más cuestionado del cuerpo diplomático acreditado en el extranjero, que le revivan su pasado y las ligas con empresarios como Pancho Colorado, preso en Estados Unidos por colaborar con el grupo de narcotraficantes Zetas para lavar dinero, o que lo acusen de ser un mapache electoral con compulsión a robarse cualquier elección.

Le ha valido eso y todo lo que han denunciado la prensa mexicana y española, que han llegado a cuestionar por qué lo mandó el presidente Enrique Peña Nieto a la Madre Patria —uta pa’ madre— y por qué el gobierno español le dio el beneplácito y no vio impedimentos para que el exgobernador de Veracruz ocupara el consulado de México en Barcelona.

Al gobierno de Mariano Rajoy no le preocupó mayormente que un político mexicano de tan mal prestigio llegara al consulado en una región donde miles de mexicanos, enemigos del gobierno priista y que salieron casi exiliados de México, haya ido a parar ahí desatando una verdadera tormenta en los medios de comunicación de aquel país.

Las reacciones por el nombramiento a Fidel Herrera han sido tan fuertes en México como en España. Los medios de comunicación le han revivido un pasado que lo persigue. Citan que gracias a él el endeudamiento de Veracruz ha provocado una crisis financiera sin precedente y que en sus tiempos de gobernador practicaba el fraude electoral y la violencia alcanzó niveles gravísimos.

Este tema, el de la violencia es el que más inquieta a los mexicanos que radican en Barcelona y la región de Cataluña y a los mismos españoles, porque violencia e inseguridad de inmediato se asocia a delincuencia común y crimen organizado. Y ahí sí que está pelado Fidel Herrera.

De Fidel se ha escrito que pactó con el cártel del Golfo primero y con los zetas después y que por eso la violencia escaló en todas sus formas, no solo con enfrentamientos entre bandas de delincuentes que se disputan la plaza y el mercado de los consumidores de drogas, sino que creció la estadística de secuestros, trata de personas y cobro de cuotas a gente adinerada, empresas, comercios y profesionistas.

Pero cuando se da el caso de Pancho Colorado, la cosa se pone al rojo vivo. Pancho Colorado tuvo vara alta en el gobierno de Fidel, le daban contratos de obra pública que la periodista Carmen Aristegui pudo documentar, como es el caso de más de 20 contratos otorgados por la Secretaría de Ganadería del gobierno veracruzano.

Las ligas de Pancho Colorado con Fidel es lo que llevó a ser tratado como narcocónsul, algo que no tenía previsto el exgobernador de Veracruz y que ha desatado una verdadera tormenta en la Madre Patria, ya que nadie antes en el cuerpo diplomático había enfrentado una acusación tan seria.

La prensa mexicana y española exhibieron a Fidel Herrera. Los mexicanos avecindados en Barcelona —algunos incluso ya son ciudadanos españoles— interpretan la llegada de Fidel como parte de un operativo para identificar a quienes en su momento se enfrentaron al sistema político mexicano, lo combatieron y debieron salir del país, pero que no dejan de expresar su repudio al régimen y priista y desde Europa intentan alertar sobre la represión al activismo social.

Fidel Herrera ha desatado una tempestad. El primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, envió una carta al ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, José Manuel  García-Margallo, y ha cuestionado por qué no vio “impedimentos” cuando fue propuesto exgobernador de Veracruz para ocupar el consulado.

“¿Cuál fue la información que tuvo el Ministerio para dar esta autorización diplomática?

Entre esa información, ¿se cuenta con las declaraciones de testigos que los señalan como presuntamente involucrado en actividades ilegales?”, dice en la carta el alcalde de Barcelona.

Eso nunca había ocurrido con algún cónsul. Con Fidel sí.

Y mientras las críticas arrecian y se le demanda a Peña Nieto que Fidel Herrera deje el consulado en Barcelona, el exgobernador de Veracruz se toma el café con los amigos, charla, hace vida social. Le vale lo que digan.

Lo que es ser narcocónsul.

(Comentarios y tips a: [email protected])




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