¿Y nuestros hijos? ¿Y nuestros hermanos? ¿Y nuestros familiares? Y con mucho valor, y con todo el derecho para hacerlo, extendían su manta donde le reclamaban a Javier Duarte de Ochoa que no haya acciones ni resultados para dar con el paradero de ese puñado de veracruzanos, y quizá no veracruzanos, a los que llamamos “los desaparecidos”.

Estaban ahí, en el Velódromo Internacional, en Xalapa, perdidos entre la gente, entre los miles de acarreados que por una torta aplaudían al gobernador de Veracruz en su mensaje, tras entregar su V Informe de Gobierno al Congreso de Veracruz. 

Los parientes de los desaparecidos llevaban su manta y también la fotografía de los desaparecidos, y muchos de ellos decían que a su gente se la llevó la policía estatal o la Fuerza Civil y ya no los volvieron a ver.

Algunos de ellos son miembros del Colectivo por la Paz, esa organización que sabe todo de la represión policíaca, que han documentado cada caso, que han exhibido pruebas de que a los suyos se los llevaron los grupos policíacos, o grupos parapolicíacos o malosos protegidos por la policía.

En un momento despliegan la manta. Ahí se ven los 27 rostros de los que un día dejaron de estar con sus familiares y se lee con semejantes letras: “Duarte, aquí están tus desaparecidos”.

Una de las madres, Sara González Rodríguez, lanza un grito cañón: “Deja de decir tus putas mentiras. No es cierto que estés haciendo algo por Veracruz”.

Y la gente, los acarreados, comienzan a sentir que ahí va a haber bronca. Se alejan dejando el área de la protesta más visible, pudiendo observar que ahí hay focos rojos.

Les digo que ya los tenían ubicados porque en un instante les caen encima los agentes, todos vestidos con pantalón color beige y camisa o guayabera blanca con una insignia del gobierno del Estado, comandados por el tal Julio Cerecedo Aguilar, director de Política Regional, que les arrancan de las manos la manta, la doblan y uno de ellos se la lleva corriendo hasta perderse entre la mancha humana.

Allá arriba sigue la protesta. Los familiares sacan cartulinas con las fotos y los datos que sirven para localizar a los desaparecidos y continúan gritándole de todo al gobernador mientras él agradece la presencia de la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara. La gente ya ni lo pela. Los priistas tampoco. La gente usa sus celulares registrando el incidente ocurrido, con video o con foto, que refleja ese repudio tan grande que se ha ganado el gobernador.

Hay manoteos. Hay gritos de rechazo a los polis vestidos de civil que fueron a aplacar a los familiares de los desaparecidos. Fotógrafos y reporteros se acercan y captan todo. Van recogiendo el sentir de los que protestan, quienes acusan a los agentes de haberlos reprimido.

Un reportero pregunta por qué no se les permite manifestarse, sobre todo si es de manera pacífica. La única respuesta que recibe es una mentada de parte del agente, que le tuerzan la mano y que le quiten el teléfono celular.

De pronto se escucha la voz del gobernador Javier Duarte, pidiendo a los agentes que dejen que los familiares de los desaparecidos se manifiesten. Pero su gente sigue en sus labores represivas. Se ve que el plan era ese: el gobernador diciendo “déjenlos, déjenlos, que se expresen”. Y los agentes repartiendo piña.

Casi de inmediato unos 15 jóvenes se hacen presentes en el lugar de la trifulca. Entonces despliegan una manta donde dice: “Gracias señor gobernador por el apoyo a los institutos tecnológicos de Veracruz”. Así o más burdo.

Otra mancha al tigre. Pero de las que sí se notan. Le arruinaron el V Informe a Javier Duarte, en el que decía el gobernador que sería el anuncio del super Veracruz que nos deja y el Veracruz que se consolidará en su último año de gobierno.

Puede decir cuanto quiera en materia de seguridad, dar cifras optimistas, hablar de resultados, pero saben qué, cómo creerle a Javier Duarte si todos los días hay muertos y secuestrados, si las ejecuciones nos horrorizan a todos porque no sólo van por la gente a las casas y de ahí se los llevan, sino que a los ejecutados los encuentran desmembrados o en fosas clandestinas.

Y todos los veracruzanos entendemos el dolor, la angustia, el sufrimiento, el vacío que implica que a un pariente se lo lleven y no se vuelva a saber nada de él.

Y todos entendemos lo que representa ese dolor y también la rabia que provoca la desfachatez de Javier Duarte, hablando de un Veracruz que no existe, donde la seguridad y la tranquilidad desapareció.

Sí, los reprimió, pero ellos, los familiares de los desaparecidos, le fueron a demostrar a Veracruz y a México que Javier Duarte miente.

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