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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

La sangre la producen ustedes, “general” Bermúdez

A los medios “les gusta vender sangre”, dice en el Congreso
Policía y porros agreden a maestros y prensa
Mónica Robles o LadyCruditas
“Se nota que estoy un poco cruda hoy”
Víctor Rodríguez y la torta de queso de puerco
“Aviadores” fidelistas y duartistas en la SEV de Coatza
El político y la bailarina asesinada
23/11/2015 08:36 a.m.

* A los medios “les gusta vender sangre”, dice en el Congreso  * Policía y porros agreden a maestros y prensa  * Mónica Robles o LadyCruditas  * “Se nota que estoy un poco cruda hoy”  * Víctor Rodríguez y la torta de queso de puerco  * “Aviadores” fidelistas y duartistas en la SEV de Coatza  * El político y la bailarina asesinada

Vende sangre la prensa, dice el falso general Arturo Bermúdez. Quizá. Pero la producen Javier Duarte y el secretario de Seguridad Pública, por la complicidad policíaca con el crimen organizado, por la narcoprosperidad, por el asedio a la disidencia, por la agresión y muerte de periodistas.

Puntilloso responde al neodiputado Francisco Garduza Mazariego, quien ese día —noviembre 20— confirmaba que sí anda con línea crítica, y le exhibía tres periódicos que registran hechos de violencia en el sur de Veracruz. “Los periódicos ocasionan el sensacionalismo, pues tienden al amarillismo y les gusta vender sangre. No lo digo yo, lo dicen los directores de los medios de comunicación que son mis amigos”, dice el generalito.

Garduza Mazariego, suplente del desaforado Renato Tronco, mostraba tres casos de violencia ultra: los siete cuerpos hallados en San Juan Evangelista y Rodríguez Clara, Dos ajusticiados y un policía municipal acribillado en Las Choapas.

Y ahí llegó la respuesta. Sus amigos, los editores, le han referido que los medios tienden al amarillismo, “y les gusta vender sangre”.

Sí y no. Un sector de la prensa explota esa línea, estimula el morbo, a riesgo de tocar las fibras sensibles de las bandas delincuenciales, de provocar que se les encasille en las filas de un cártel y, por consiguiente, enemigo del cártel rival.

Pero la sangre ahí está y no la producen los medios de comunicación sino la delincuencia común y el crimen organizado. También la complicidad de los altos mandos y las infantería policíacas. También el aparato judicial que trabaja para los malosos, les filtra información, los encubre y por lo general, les concede la libertad. 

También el sistema carcelario que les entregó el autogobierno y en las prisiones ni el gobernador manda.

Ahí está sangre pero no la producen la prensa. Sólo la difunde. Proviene de la incapacidad del aparato duartista para enfrentar la delincuencia o porque la complicidad se cobra con altísimas tarifas.

Hay sangre porque en el sexenio de Fidel Herrera Beltrán pasó el Cártel del Golfo y luego Los Zetas. Se convirtió Veracruz en arena de guerra, abierta la disputa por los territorios, por la geografía del único estado del país que conecta al sur con el norte, a Guatemala con Tamaulipas, que es paso ideal para el trasiego de droga, sea por su zona montañosa o por el área costera.

Con Fidel Herrera se inauguró el Veracruz sangriento. Y un personaje, gris, taimado, atesoraba el flujo de información, siempre enterado, siempre callado: Arturo Bermúdez Zurita, entonces titular del C-4, el área que concentra cuanto ocurre en el ámbito público, en las sombras de la delincuencia y en los sótanos del poder.

Si alguien sabe de sangre es Arturo Bermúdez. De 2008 a 20010 monitoreó a la delincuencia mayor, sus golpes y sus enclaves, pues por el C-4 pasaba el historial de los capos y sus secuaces, su guerra a muerte y la sangre que comenzaba a inundar Veracruz.

Cercano a Javier Duarte —supuesto “ejecutivo de proyectos” en la Sefiplan— era en los hechos su escolta, cuidador, amigo y confidente. Y así llega a la Secretaría de Seguridad Pública, sorprendido, dice en un video, que la policía le servía de tapadera al crimen organizado.

Célebre aquel video ante alcaldes, permite observar cómo una patrulla cuida la retaguardia de los narcos en un enfrentamiento. Y hay sangre. Y esa sangre, de malosos o de quien sea, no la producen los medios de comunicación. Es provocada por la incapacidad del fidelismo y ahora del duartismo por actos de complicidad.

Produce sangre la debilidad del gobierno de Veracruz, rebasado en toda la línea por el fenómeno de la delincuencia. Mueren malosos de lado y lado porque no hay un estado fuerte, porque la policía se colude, porque la red de información les permite operar a sus anchas, porque mientras hay una mafia solapada por el gobierno, hay otra que intenta desplazarla.

Atrapado en una espiral de violencia, Veracruz muestra contrastes siniestros: la estadística dice puntea en delitos e impunidad y Javier Duarte va del “aquí no pasa nada” al “ya cambió”.

Muere los malosos a manos de malosos y ahí hay sangre. Mueren los inocentes a manos de los criminales y ahí sangre. Mueren policías, agentes de tránsito y fuerzas federales y ahí hay sangre.

No la producen los medios de comunicación. La provoca el estado débil. La genera Javier Duarte con su visión dopada de la realidad. Donde hasta el general de cero estrellas ve sangre, el gobernador ve un arco iris.

Decía Bermúdez Zurita, el falso general, que los medios gustan de vender sangre. Dos días después el duartismo reprimió brutalmente a maestros disidentes y a periodistas.

Se programó la evaluación magisterial en Xalapa y Veracruz, el 21 y 22. Acudían 2 mil 928 maestros. Protestaba el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, ligado a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que acusaban una mascarada, la reforma educativa usada para atropellar derechos laborales y deshacerse de los enemigos políticos.

Dos jornadas y dos enfrentamientos. También dos visiones del tema de la evaluación: los que la aceptan y los que no la aceptan y la quieren reventar; el magisterio que se ciñe a las nuevas reglas o acude por temor a perder su empleo, y la disidencia que no acepta evaluarse y pretende impedir que se evalúe a los demás.

Domingo 22. En el complejo Omega, en Xalapa, se observan porros que salen de las instalaciones, vestidos de civil, policías y si no lo son, entonces sicarios del duartismo. 

Se colocan cerca de los elementos policíacos, infanterías y policía montada. Avanzan hacia las filas de los maestros disidentes. Van rompiendo las filas de la CNTE. A quienes los enfrentan, los agreden con violencia brutal. Rocían gas en el rostro. Golpean a mansalva, con el puño y a patadas. Toman del cabello a una maestra y la hacen volar, girando en el aire, cayendo al piso, el miedo reflejado en el rostro.

De los hoteles en que se hospedan, son sacados con fuerza desproporcionada. Hasta los maestros que acudían a presentar el examen de evaluación, sufren la represión del general de cero estrellas.

En dos tiempos, el “general” Bermúdez hace de las suyas: en el Congreso con el desdén a todos y en las calles, disfrazado de policía antimotines, repartiendo leña, reprimiendo al Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, al frente de un operativo que tenía como misión colateral apalear periodistas, claro el mensaje de lo que está por venir.

Hay videos que a lo largo del día corren en Facebook. Decenas de medios de comunicación reflejan la represión a maestros y la agresión periodistas que cubren el conflicto.

“La evaluación en Veracruz con sangre entra”, refiere una de las denuncias. Javier Duarte vuelve a ser exhibido en la prensa y en las redes, acusado de haber aplicado violencia brutal.

Por lo menos tres periodistas sufren agresiones de parte de porros, que no otra cosa más que policías vestidos de civil. Iván García, Melissa Díaz, Raziel Roldán son acosados, golpeados, les rompen sus equipos de trabajo, cámaras fotográficas, teléfonos celulares.

“Viene lo peor”, dijo en Poza Rica Javier Duarte aquel día en que categorizó a los periodistas como “manzanas podridas”, como expresión de la delincuencia, como vinculados a las mafias. Y les recomendó que se portaran bien.

Vendrían tiempos peores porque habría acciones contra los cómplices de los malosos. Pero no se esperaba que la agresión fuera del gordobés.

Veracruz está teñido de sangre. La sangre viene de la disputa de los territorios, de la debilidad del duartismo, de la complicidad policíaca, del encubrimiento del aparato judicial.

No viene la sangre de los medios de comunicación. Sólo la difunden. Sólo difunden la política de represión de Javier Duarte y Arturo Bermúdez.

La sangre, pues, la producen ustedes, general.

Archivo muerto

De sus aficiones, vicios o adicciones nadie hablaba. Comenzaron a hacerlo cuando la diputada local Mónica Robles de Hillman pronunció la frase de la semana: “Se nota que estoy un poco cruda hoy”. Terminó su intervención en la ronda de preguntas al secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita, que ese día compareció ante el Congreso a explicar la política de Seguridad del duartismo. Concluyó su pregunta y habló sin medir que el micrófono captaba su confesión. “Se nota que estoy un poco cruda”, dijo dejando en ascuas a medio salón. ¿Pues qué se bebió? De lo demás se encargaron las redes sociales, los portales de medios de comunicación en internet, la opinión pública, con saña y con filo, definida con un hashtag en Twitter: #LadyCruditas, denostada en Facebook. Ahí corrían los videos. Algunos subían y eran bajados. La destrozó el vulgo: que si bebe, y que si bebe para qué acude a una sesión del Congreso, que si es sincera, que si eso le pasa a cualquiera. Pero otros fueron hirientes: que si es rata. Se llevó la tarde, como los buenos toreros que cortan oreja y rabo. Y paseada en hombros dejó atrás la atención a lo dicho por Bermúdez, que en un año atrás soltó aquello de “pinches medios” a lo que todos respondieron “pinche secretario”, “pinche generalito”, “pinche patán”. Qué show el de Mónica Robles, la embajadora del Clan de la Succión. Seguro, seguro, cuando quiere alzar la cabeza para disputar la candidatura a la alcaldía de Coatzacoalcos, en 2017, media población recordará que le gusta asistir a sus funciones como servidora pública “un poco cruda”… 

Sabe que en el PRI es una máxima: a los acarreados se les da una torta y un refresco. Y eso les dio. Iban los “fans” de Víctor Rodríguez Gallegos —y otros que ni lo son— en camiones rentados a la asunción del Chochol como líder estatal del Movimiento Territorial del PRI, en Xalapa, y al llegar les tocó su torta, que no era de pierna ni de jamón, sino de queso de puerco, y aquello llegó a ser la peor burla que los priístas pudieran imaginar. Si el futuro diputado local no tuvo para invitar una torta decente, qué será cuando gobierne Coatzacoalcos. Por eso dicen que cada vez los hacen peores… 

¿Quieren pescar “aviadores” Javier Duarte y el PRI de Alberto Silva, alias El Pato de Tuxpan? Ok. Hay por lo menos tres en la SEV del sur de Veracruz. Una se llama Wendy, otro se llama Roberto y el de la otra dama se llama Yara. A Wendy la hacen marcar su entrada y salida, si bien no da golpe, ni se le ve en las oficinas de la delegación; Roberto y Yara ni se paran por ahí. Hay registro de sus quincenas cobradas sin realizar trabajo alguno. Los tres reciben con toda puntualidad su salario quincenal. No son yunistas azules y por eso son impunes. Son fidelistas y duartistas y por eso seguirán siendo “aviadores”… 

¿Quién es ese político de aldea, que aún sufre el vértigo del efímero poder que detentó en la alcaldía theurelista y lo hizo incurrir en excesos, peligrosos excesos, mortales excesos? Un video lo involucra con una bailarina de table dance, de vida difícil y de muerte por demás trágica. Escenas fuertes en un reservado, que hoy forman parte de un expediente judicial porque la chica finalmente fue asesinada. Una pista: ese mismo político intentó violar a una empleada municipal al salir de una fiesta… 

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