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No la chifle mi general. No traiga chatarrita con ruedas, vejestorios ya muy corridos, golpeados y traqueteados, para perseguir infractores del Reglamento de Tránsito.

No lo haga, porque así, con patrullas destartaladas, ni va a poder meter al orden a los conductores ni será ejemplo de cómo se puede dar servicio eficiente.

Pues llegó Arturo Bermúdez Zurita, el mero mero de Seguridad Pública de Veracruz y me cuentan los amigos de Coatzacoalcos que el tipo es un hígado. Mandó cerrar calles, puso vigilancia en cuadras a la redonda, dispuso que hubiera agentes de Tránsito por ahí, donde el convoy de autos y patrullas, con Su Majestad a bordo, tenía que pasar.

Qué les digo. Sólo cuando llega el gobernador Javier Duarte de Ochoa se ve algo así, con tanta parafernalia, como si no fuera él quien manda en Veracruz sino Julio César el de la antigua Roma o Alejandro Magno el de Grecia.

Qué pasa, qué pasa, se preguntaban muchos amigos de Coatza al ver que de pronto una nube de agentes de Tránsito y elementos de la Policía Estatal comenzaban a bloquear las calles aledañas al palacio municipal, negando el paso a quienes querían transitar por ahí o que se dirigían a algún comercio o a la misma sede del gobierno local.

Nadie sabía. Y los agentes de Tránsito se reservaban todo, como si fuera secreto de estado que el show era precisamente porque el secretario de Seguridad Pública estaba por llegar.

Y así fue como Arturo Bermúdez Zurita llegó al lugar. Presidió la entrega de patrullas en un evento en el que hasta los niños de primaria fueron acarreados, no se diga los empleados municipales.

Pero nunca falta un pelo en la sopa. Resulta que las patrullas no son nuevas. Son usadas, viejas, algunas datan de 2009 y hasta presentan golpes en su carrocería. El kilometraje de una de ellas es de 241 mil. O sea, chatarrita.

Cuando los presentes las vieron, se quedaron con cara de ¡qué esta burla, güey! Tanto espectáculo de poder, tanto despliegue de agentes policíacos y de Tránsito, todo el cabildo alrededor del secretario de Seguridad, y las pinches patrullas son más viejas que mi abuelita.

El mismo Bermúdez tuvo un arranque de sinceridad y aceptó que las patrullas no son nuevas, que las trajeron de otros municipios donde tenían tiempo dando servicio, que iban a ser cuatro unidades pero una de ellas no tiene placas sino que circula con un permiso. Qué mala onda, la que tiene placas es de modelo reciente.

Además de las patrullas, Bermúdez hizo entrega de dos motocicletas y cuatro bicicletas, también usadas, traídas de otros municipios.

Y uno se pregunta, ¿para eso tanto espectáculo? Las hubiera asignado a la delegación de Tránsito y ya. Las ponen a funcionar, dan servicio, sirven para mejorar la vialidad, paran a aquellos conductores que se pasan de vivos y la dependencia cumple con sus obligaciones.

Por la magnitud del evento, lo menos que se esperaba era que las unidades fueran nuevas, quizá no muchas pero nuevas.

Pero como dice la ranita de Facebook, luego me acordé que estamos en Veracruz, que no hay un centavo en las arcas, que lo que había se lo robaron Duarte y sus apóstoles, y entonces hay que resignarse a que Tránsito siga trabajando casi de la caridad y de la mordida.

Lo más seguro es que las patrullas, las motos y las bicicletas terminen en algún taller mecánico o en el corralón, porque ya tienen sus kilómetros recorridos y si no hay mantenimiento adecuado, pronto acabará su vida útil.

Bermúdez ordena que la entrega de patrullas sea un acto faraónico y las unidades son chatarra pura. Pero a él le vale. De lo que se trata es de aparentar que hace algo por mejorar la seguridad y la vialidad, aunque no tenga con qué.

Un día, cuando un grupo de elementos del Mando único en Coatzacoalcos se enfrentó con varios delincuentes, al momento salir tras ellos, la patrulla no arrancó. Los pobres policías y navales empujando la unidad para echarla a andar. Y mientras, los criminales se fueron muertos de risa por lo sucedido.

Qué oso el de Bermúdez. Despliega su poder, cierra calles, cerca el lugar del evento y al final entrega patrullas usadas. Mucho ruido y pocas nueces.

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