​¿Por qué nosotros sí y el gobierno no? ¿Por qué —dice Clementina— nosotros podemos hallar a nuestros familiares, si ni siquiera conocemos México, y sus autoridades mexicanas no los encuentran? ¿Por qué?

Clementina Murcia González viene en la Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos. Buscan a sus hijos y lo hacen con el reclamo en los labios y la protesta en el corazón.

Ellas, a diferencia del gobierno, han logrado reunir pistas, difundir sus rostros, seguir su rastro y dar con el paradero de algunos de ellos. Y el gobierno no.

Y aunque ella no lo dice, es por negligencia y es por corrupción.

Clementina y otras madres de desaparecidos llevan tiempo incursionando en México, caminando en las carreteras, hacer el trayecto a pie, dándole así sentido a su reclamo, porque nadie pasa por alto una caravana; y si es de mujeres, más; y si es porque buscan a sus hijos, mucho más.

Ellas vienen de Guatemala. Ahí inició el recorrido. Cruzaron la frontera y se fueron internando en México, con el gran estruendo que provoca su causa, que es una causa de vida, y muchos las voltearon a ver.

Al verlas ahí, caminando por las carreteras, con su manta al frente, con los rostros de los “desaparecidos”, o las fotos de cada uno de los, cada quien con su pariente, de los que no volvieron a saber nada, no puede uno dejar de reaccionar.

Habrá quien diga que están muertos, o que se fueron al gabacho y se olvidaron de su familia, o que se quedaron en México y se perdieron entre la mancha humana. Lo que quieran pero nadie puede vivir con la angustia ni con la incertidumbre.

Ellas, la madres de esos migrantes quieren saber. Quieren saber si llegaron a su destino o se quedaron en el camino. Si no pasaron la frontera o si, aquí, en nuestro México, cambiaron de identidad. Y quien cambia de identidad rompe con el pasado, se olvida de todo, inicia una vida nueva.

O quizá a muchos se los cargó la muerte. Quizá no tuvieron para pagar la cuota en La Bestia o sobre las vías del tren, o mientras caminaban a la orilla de carretera o en las veredas perdidas por donde muchos se van para alejarse de la Migra y de la Maña.

La Caravana de Madres Migrantes de Desaparecidos lleva unos días en México. Inició su recorrido el lunes 30 de noviembre, con el lema #NosHacenFaltaTodos porque mientras no los tengan con ellos, nos faltan a todos como la gran sociedad mesoamericana que somos.

No desconocen que la realidad del migrante en México tiene que ver con las fosas clandestinas, con las fosas comunes, con las desapariciones forzadas, con los secuestros masivos, con la trata. Son desaparecidos simplemente porque dejaron de estar presentes ene sus vidas.

Difundieron un comunicado que habla de su impotencia al no saber de sus familiares: las madres “han hecho acopio de suficiente rabia y enjundia para no permitir que las vidas de estos seres queridos, queden en la invisibilidad fabricada por un sistema que no acredita sus vidas, no busca a los desaparecidos, no procura justicia, no atiende a las víctimas y mucho menos intenta reparar el daño ni impedir la repetición de los hechos criminales”.

La Caravana de Madre de Migrantes Desaparecidos presentará denuncias ante la Fiscalía Especializada, por hechos que indican que son responsabilidad del crimen organizado y sus cómplices en diversas instancias de gobierno. Agrega e comunicado:

“Reiteramos nuestra invitación a las comunidades, a las organizaciones sociales, a los defensores de los derechos humanos, a los jóvenes a que acompañen el caminar de las madres centroamericanas que buscan a sus hijos vivos o muertos, y solicitamos muy atentamente a las agencias de noticias, corresponsales, reporteros de medios nacionales e internacionales y comunicadores en general a que cubran ampliamente las acciones que las madres realizan en esta caravana de denuncia y de búsqueda de sus hijos y familiares de quienes tuvieron noticias por última vez, desde algún lugar del territorio mexicano”.

Año con año vienen a México. Año con año protestan por la indiferencia oficial. Año con año sostienen que el gobierno no sólo debe abrir las fronteras sino los penales, los hospitales y cualquier lugar donde pudieran haber quedado sus familiares.

Ya han encontrado a su gente. Algunos se quedaron a vivir en México y se perdieron la pista. En este viaje hay reencuentros, uno en Coatzacoalcos y otro en Amatlán. Pero es solo un paliativo. Hay miles de migrantes que pareciera que los tragó, literalmente, la tierra. Quizá algunos en fosas clandestinas.

Con todo, Clementina tiene razón: si ellas, que no viven en México, han logrado encontrar a sus familiares, ¿por qué el gobierno no?

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