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Neta que en el mercado de las ilusiones cualquiera compra espejitos. Nomás, como decía el poeta, a la chica le dicen “mi vida” y ya quiere su casa aparte. Y así ocurre con los políticos. Ya los conocemos, nos hablan bonito y todavía les creemos.

Llega Yunes Linares a Coatzacoalcos y nos habla de corrupción, de actos represivos de gobierno, del saqueo que ha sufrido Veracruz por parte del gobernador Javier Duarte, de la inseguridad que priva por todas partes y que se ha llevado a familiares y amigos.

Oigo a Héctor Yunes y dice que él sí se llevará a dos o tres entre las patas, incluidos Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, que apenas sea gobernador va a proceder contra los que le robaron a Veracruz y hará que devuelvan los recursos para que la entidad crezca.

Ahí está el tal José Francisco Yunes Zorrilla, que dice que él va con todo contra Javier Duarte y los funcionarios de gobierno porque presume que sólo con un golpe de autoridad, la gente volverá a creer en las instituciones.

Eleva la voz Alberto Silva Ramos, El Cisne, y dice que él no se puede descartar porque no se ha encartado.

Y nosotros les creemos.

Qué ganas de hacernos tontos. Las palabras, como dice el refrán, se las lleva el viento. Y hasta lo escrito y firmado sale sobrando porque una vez que llegan al poder, ni saben qué dijeron cuando andaba en campaña.

Se nos va la memoria en un instante, olvidando que ellos, por principio de cuentas, son políticos y el político vive del cuento y la mentira, encantando con las palabras, aunque sepa que no va a cumplir.

Chavos, pregúntenle a sus papás qué onda con Yunes Linares, actual diputado federal del PAN, quien fuera secretario de gobierno de Veracruz cuando Patricio Chirinos nos gobernaba. O hacía como que nos gobernaba porque el que tenía el poder en las manos era Yunes.

Eran tiempos difíciles. Los movimientos de protesta a menudo eran reprimidos y Yunes Linares no se distinguió por ser un hombre conciliador, ni cuidaba las formas, ni le tenía consideración a nadie.

Habrá quien diga que ya cambió pero yo, en lo particular, digo que no, que Yunes Linares sólo perfeccionó los métodos para salvaguardar a esa empresa a la que todos conocemos como gobierno de Veracruz y si se trata de pasar por encima de quien sea, lo hace.

El priista Yunes Landa tiene mucho para hablar. No le ha dado nada a Veracruz, pero qué tal le quita. Su trayectoria está basada en la política de escritorio, en cargos públicos donde hace como que arregla el tiradero que otros dejan, y mucha palabra, mucha demagogia.

Cuando fue diputado local y líder del Congreso de Veracruz, dejó pasar y avaló iniciativas de ley, endeudamiento, un chingo de locuras ¿a quién creen? A Fidel Herrera Beltrán. Sí, maestros, a Fidel.

O sea que el ogro no es tan ogro, tan jijo o tan abusivo. Y si Yunes Landa dejó pasar la cuenta pública por lo menos de tres años del sexenio fidelista, el derroche disfrazado de inversión, la corrupción que distinguió al fidelismo, entonces no sé de dónde vienen tantos llamados a castigar a los que le han robado a Veracruz. Si, evidentemente, fue comparsa.

José Francisco Yunes Zorrilla es lo más parecido a la caca del loro: ni huele ni apesta. Con su carita de “yo no fui”, se la pasa pegado a la ubre del presupuesto. Y ahora más porque el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, es su cuate.

Yunes Zorrilla se dedica a gestionar recursos para municipios veracruzanos. Trae poco más de mil 500 millones de pesos, pero a cambio, desde su cargo de presidente de la comisión de Hacienda del Senado de la República, avala todas las reformas que envía el presidente Enrique Peña Nieto, el presupuesto anual del gobierno federal, la venta disfrazada de Pemex.

El caso de Silva Ramos es para un estudio científico. Donde va, deja malas cuentas. En su tierra, Tuxpan, siendo alcalde, dejó una deuda gigantesca. En Sedesol del gobierno de Veracruz usó los recursos para promover su imagen para su campaña para diputado federal. En Comunicación Social del gobierno estatal muchos medios se quedaron con la promesa del pago y a otros, es señalado de haber falsificado facturas y cobrado varios millones de pesos.

Alguien dirá que el problema son los políticos mentirosos y prepotentes. En parte. A los ciudadanos también hay que repartirles sus culpas. Ellos dirán, “si ya nos conocen para qué nos invitan”. Y por más que se muestren generosos, en el fondo algo esconden.

Pasa con los del PRI, los del PAN, los PRD y con cualquiera. Solo basta que le digan a la gente que les crean, la gente les cree.

Como los españoles, ellos se dedican a vender espejitos y nosotros les creemos. Mientras, ellos se llevan nuestro oro.

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