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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Chinguen al Chapo y de paso a Kate

14/01/2016 08:53 a.m.

Kate tiene algo. Está chula. Sí, pero tiene algo más. Es bragada, dura, brava, recia, dulce, femenina, mamachita, arrolladora y mira como si te quisiera pulverizar, pero tiene ángel. Y cuando dice algo descabellado o cuando hace una locura, nos divide a todos.

La noticia era El Chapo pero Kate se lo comió. Debíamos estar hablando del narco, de su recaptura, de que ora sí ya se lo cargó la bruja y que para que no se les vuelva a pelar, lo extraditarán a los yunaited esteits a la voz de ya. 

Pero de lo que más hablamos es de Kate del Castillo, del papel que jugó, quizá involuntariamente, en la captura de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y de la película que se filmaría sobre su vida, obra, crímenes, sobornos, impunidad, protección política, etecé, etecé y etecé.

Que si al Chapo lo cacharon en un motel, que si quiso huir por un drenaje, que si lo perdió el ego, su afán por chatear, como le ocurrió a Pablo Escobar, el colombiano, que una llamada fue la clave para que le dieran cran.

Que si al Chapo le espera una larga condena por el tráfico de drogas, por la gente que ordenó ejecutar, porque es el narco más rico del mundo y también el más buscado, y con eso el preciso Enrique Peña Miento se apunta un sonoro éxito ante la comunidad internacional.

Peña Miento cargó con ese escándalo que afianzó la idea de que cada gobierno mexicano, en cada sexenio, tiene su narco favorito. Lo que muchos no recordaban era que El Chapo ya había sido el favorecido por Fox y no se valía repetir.

Varios meses después que se le peló a Peña Miento, le echan el guante. Pero de inmediato se sabe que la captura se logró por los mensajes de internet que le interceptaron a la actriz Kate del Castillo en que se pactaron encuentros relacionados con una película que dará santo y seña de la vida del Chapo. Ella le decía que estaba “pinchada”, o sea que le intervinieron el cel, y que así llegarían a él. Pero el tipo le valió.

Kate era la jefa del plan cinematográfico. Wow, así la manejaron los medios. La relación incluyó una entrevista que le realizó el actor gringo Sean Penn, el de cara de niño malo, el de las películas donde sales odiándolo de tan bien que interpreta su papel de jijuesuchi.

Apenas agarraron al  narco, la entrevista la difundió la revista Roling Stone. Después se dio a conocer la entrevista completa.

Ahí se da uno cuenta que estos narcos son un fenómeno. Ni siquiera se saben expresar, apenas si pueden hablar, pero qué tal para traficar droga, para sobornar autoridades, para contratar sicarios, para comprar armas, para matar gente. Eso sí les sale chido.

Mañosamente, el gobierno suelta toda la información del Chapo y Kate, que si él le iba a dar el dinero para hacer la película, que si él le ofrecía protegerla, que si ella estaba cautivada porque dice que nadie la había protegido antes, que si tu chicle ya perdió el sabor y el mío no, que si en la noche me hago pipí.

Y como Kate casi se enamora, se casa, tienen hijos, viven felices y se mueren, todo en tres días, la nota es… Kate del Castillo.

Ah, cabrón. Entonces lo que todos queríamos saber queda oculto: los nombres de los políticos que protegen al Chapo, los nombres de los operadores financieros, los nombres de las empresas con las que lava su lana, los jefes policíacos y militares que están en su nómina, los lugares donde invierte, los tipos a los que les compra las armas. Todo eso no se va a saber.

A la par de la figura de Kate, la Teresa Mendoza de La Reina del Sur, de lo único que se habla y a lo que hay que darle celeridad es a la extradición del Chapo a Estados Unidos.

Y cuanto más pronto, mejor. Que lo juzguen los gringos por introducir droga a su territorio y por el asesinato del ex agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, que se supone fue ordenado y ejecutado por Rafael Caro Quintero, del que Joaquín Guzmán era su mozo, pero en 1983, hace más de 30 años.

Peña Miento tiene la papa caliente en las manos. Si por él fuera, ya lo habría enviado a los yunaited esteits. Mejor fuera a que suelte la sopa.

El escándalo de Kate sirve de distractor y al mismo tiempo le cobra a la actriz lo que dijo cuando salió la esposa del presidente, la también actriz Angélica Rivera, con que la Casa Blanca de Las Lomas la pagó con una liquidación que le dio Televisa. Kate entonces dijo que a ella le pagaban mal y que nunca se habría podido comprar o hacer una mansión así.

Kate, les digo, está chula. Pero a veces nos saca de onda. Un día le puso al Chapo en Twitter que diera muestras de que era un héroe. Eso es inadmisible. El narco trafica, envenena, mata y corrompe. No es un héroe. Pero ella lo dijo y eso fascinó a Joaquín Guzmán.

Aún así, tiene ángel. Y muchos, ahora que el gobierno se la quiere trabar, están de su lado. Por algo será.

(Comentarios y tips a: [email protected])

Kate tiene algo. Está chula. Sí, pero tiene algo más. Es bragada, dura, brava, recia, dulce, femenina, mamachita, arrolladora y mira como si te quisiera pulverizar, pero tiene ángel. Y cuando dice algo descabellado o cuando hace una locura, nos divide a todos.

La noticia era El Chapo pero Kate se lo comió. Debíamos estar hablando del narco, de su recaptura, de que ora sí ya se lo cargó la bruja y que para que no se les vuelva a pelar, lo extraditarán a los yunaited esteits a la voz de ya. 

Pero de lo que más hablamos es de Kate del Castillo, del papel que jugó, quizá involuntariamente, en la captura de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y de la película que se filmaría sobre su vida, obra, crímenes, sobornos, impunidad, protección política, etecé, etecé y etecé.

Que si al Chapo lo cacharon en un motel, que si quiso huir por un drenaje, que si lo perdió el ego, su afán por chatear, como le ocurrió a Pablo Escobar, el colombiano, que una llamada fue la clave para que le dieran cran.

Que si al Chapo le espera una larga condena por el tráfico de drogas, por la gente que ordenó ejecutar, porque es el narco más rico del mundo y también el más buscado, y con eso el preciso Enrique Peña Miento se apunta un sonoro éxito ante la comunidad internacional.

Peña Miento cargó con ese escándalo que afianzó la idea de que cada gobierno mexicano, en cada sexenio, tiene su narco favorito. Lo que muchos no recordaban era que El Chapo ya había sido el favorecido por Fox y no se valía repetir.

Varios meses después que se le peló a Peña Miento, le echan el guante. Pero de inmediato se sabe que la captura se logró por los mensajes de internet que le interceptaron a la actriz Kate del Castillo en que se pactaron encuentros relacionados con una película que dará santo y seña de la vida del Chapo. Ella le decía que estaba “pinchada”, o sea que le intervinieron el cel, y que así llegarían a él. Pero el tipo le valió.

Kate era la jefa del plan cinematográfico. Wow, así la manejaron los medios. La relación incluyó una entrevista que le realizó el actor gringo Sean Penn, el de cara de niño malo, el de las películas donde sales odiándolo de tan bien que interpreta su papel de jijuesuchi.

Apenas agarraron al  narco, la entrevista la difundió la revista Roling Stone. Después se dio a conocer la entrevista completa.

Ahí se da uno cuenta que estos narcos son un fenómeno. Ni siquiera se saben expresar, apenas si pueden hablar, pero qué tal para traficar droga, para sobornar autoridades, para contratar sicarios, para comprar armas, para matar gente. Eso sí les sale chido.

Mañosamente, el gobierno suelta toda la información del Chapo y Kate, que si él le iba a dar el dinero para hacer la película, que si él le ofrecía protegerla, que si ella estaba cautivada porque dice que nadie la había protegido antes, que si tu chicle ya perdió el sabor y el mío no, que si en la noche me hago pipí.

Y como Kate casi se enamora, se casa, tienen hijos, viven felices y se mueren, todo en tres días, la nota es… Kate del Castillo.

Ah, cabrón. Entonces lo que todos queríamos saber queda oculto: los nombres de los políticos que protegen al Chapo, los nombres de los operadores financieros, los nombres de las empresas con las que lava su lana, los jefes policíacos y militares que están en su nómina, los lugares donde invierte, los tipos a los que les compra las armas. Todo eso no se va a saber.

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Y cuanto más pronto, mejor. Que lo juzguen los gringos por introducir droga a su territorio y por el asesinato del ex agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, que se supone fue ordenado y ejecutado por Rafael Caro Quintero, del que Joaquín Guzmán era su mozo, pero en 1983, hace más de 30 años.

Peña Miento tiene la papa caliente en las manos. Si por él fuera, ya lo habría enviado a los yunaited esteits. Mejor fuera a que suelte la sopa.

El escándalo de Kate sirve de distractor y al mismo tiempo le cobra a la actriz lo que dijo cuando salió la esposa del presidente, la también actriz Angélica Rivera, con que la Casa Blanca de Las Lomas la pagó con una liquidación que le dio Televisa. Kate entonces dijo que a ella le pagaban mal y que nunca se habría podido comprar o hacer una mansión así.

Kate, les digo, está chula. Pero a veces nos saca de onda. Un día le puso al Chapo en Twitter que diera muestras de que era un héroe. Eso es inadmisible. El narco trafica, envenena, mata y corrompe. No es un héroe. Pero ella lo dijo y eso fascinó a Joaquín Guzmán.

Aún así, tiene ángel. Y muchos, ahora que el gobierno se la quiere trabar, están de su lado. Por algo será.

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