​Ya no hay más. Ya puede decirse oficialmente que Javier Duarte falló en materia de seguridad. Y se lo va a agradecer a los policías de Tierra Blanca, los que detuvieron y desaparecieron a los cinco jóvenes originarios de Playa Vicente.

Si llega la Gendarmería Nacional a Veracruz es porque la Policía Estatal, las municipales, la ministerial, la Fuerza Civil, los granaderos, etecé, etecé y etecé, fueron rebasados por la delincuencia o de plano se pusieron al servicio de los delincuentes.

Lo de Tierra Blanca fue el acabose. Venía saliendo el gobernador de lo de los pensionados, a los que la policía trató como a anarquistas en plena protesta, a empujones y toques eléctricos, golpeando e insultando, y que ocurre lo de los muchachos.

Por lo de los pensionados se armó un escándalo. Y como no. A quién le gusta que a gente mayor, gente de la tercera edad en su mayoría, y algunos en muletas, en silla de ruedas, con su andadera e incluso uno sin una pierna, los reprima la policía porque bloquean la calle frente al palacio de gobierno.

Ellos, los viejecitos no estaban ahí por gusto. Fueron a protestar porque la gente de Javier Duarte se chingó el dinero de sus pensiones y no estaban dispuestos a dejarse. Le gritaron su madres y el gobernador les aventó a la policía.

La repulsa por ese acto represivo fue nacional y hasta internacional. Encima de que no paga todavía los piñatea. Pues no gobernador. A pegarle a su vieja, si es que puede, y si ella se deja. Pero a nuestros pensionados nos los respeta.

Y si aquello fue cañón, más peliagudo lo de Tierra Blanca.

Los jóvenes iban de Veracruz a Playa Vicente, donde residen. Pasando por Tierra Blanca, fueron a comer y de ahí a cargar combustible. Y ahí los apañaron los policías.

Ya saben. Preguntas de rutina, que si vienen con exceso de velocidad, que estamos en un operativo, que si aquí la cosa está muy delicada, que nos van a tener que acompañar. Y que los suben a la patrulla.

Esa fue la última vez que se les vio, el lunes 11.

Lo demás es sabido. Se movieron los padres, los amigos, los colectivos sobre desaparecidos, los medios de comunicación, los defensores de derechos humanos. Y nada. Ni rastro de los jóvenes.

La prensa que no controla el gobernador movió el tema. La prensa nacional lo siguió. Las redes sociales le entraron con todo. Periodistas de nivel masacraron a Javier Duarte de Ochoa, responsabilizándolo de la violencia y la inseguridad que agobia a los veracruzanos.

En ese tobogán de descrédito seguirá el gobernador mientras los jóvenes de Playa Vicente, desaparecidos en Tierra Blanca, no aparezcan.

En muy variadas ocasiones escuchamos decir al gobernador Javier Duarte que la Gendarmería Nacional no era necesaria en Veracruz, que los índices delictivos iban bajando, que poco a poco iban funcionando los operativos y que el Mando Único se estaba imponiendo.

Sí chucha. Nada de eso es real. Lo de los jóvenes de Playa Vicente vino a precipitar la crisis de seguridad y hoy tiene que entrar a Veracruz la Gendarmería Nacional.

Eso y un comisionado federal es más o menos lo mismo. La Gendarmería Nacional viene a asumir el control de algunas regiones, en este caso la de Tierra Blanca donde los policías detuvieron a los cinco jóvenes y los entregaron a un grupo delincuencial.

Y ese es el punto. Ese mero es el punto en que se percibe el fracaso de Javier Duarte, porque en todo momento se obstinó el gobernador en decir que no era necesaria la Gendarmería Nacional.

Alcaldes, diputados y senadores, todos decían que era impostergable la llegada de la Gendarmería Nacional ante el nivel de inseguridad y violencia que prevalece en Veracruz. Y Duarte montado en su macho, negando que la situación fuera tan grave, diciendo que todo estaba bajo control.

En Veracruz hay oleadas de violencia. Por regiones se desata el diablo y como si fueran rachas mortales comienzan a darse las ejecuciones, los secuestros, los asaltos.

La policía sirve para romperle la madre a los pensionados, a los campesinos y a los maestros. También sirve para levantar gente, torturarla y desaparecerla. Y el gobernador los deja hacer y deshacer. Pero cuando el asunto se sale de control y la presión es inaguantable, algo hay que hacer. Y eso fue llamar a la Gendarmería Nacional.

Su llegada a Veracruz es el reconocimiento de que Javier Duarte fracasó. Falló en materia de seguridad, no sólo porque al cabo de cinco años la violencia está peor sino porque cada vez son más casos en que su policía, la que debiera darnos tranquilidad, es la que levanta gente y la desaparece. Y eso es imperdonable.

En Tierra Blanca veremos si Javier Duarte deja trabajar a la Gendarmería Nacional. Lo más seguro es que no. Él tiene sus intereses y no ha de querer afectarlos. Pero eso es tanto como subírsele a las barbas al gobierno federal.

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