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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Que el viaje del Papa lo paguen los católicos

08/02/2016 08:45 a.m.

No pos sí. Viene Francisco, el Papa que pregona una Iglesia pobre para los pobres. Ah, pero que gastazo tenerlo entre nos, oír sus mensajes, verlo solidarizarse con los indígenas, aunque quisiéramos que escuchara a los familiares de los desaparecidos.

Jorge Mario Bergoglio, el Papa argentino y líder del catolicismo, llega el 12 de febrero a México, quizá el país donde tiene más fuerza la iglesia de Jesucristo, donde su poder se ve y se siente entre la sociedad, donde el guadalupanismo es cañón y donde su influencia es decisiva en las esferas políticas y ni qué decir entre el empresariado.

El pontificado de Francisco arranca con un mensaje de amor a los pobres. Dice que la iglesia católica requiere atender a los que nada tienen y hablar por ellos, escuchar sus lamentos, sacudir a quienes ignoran a los pobres. Eso es contundente.

Francisco nos dice que la sola palabra “pobreza” produce incomodidad. Nadie quiere ser pobre. Ninguna sociedad quiere ser pobre, ningún país quiere se pobre, el mundo no quiere ser pobre.

El dinero, dice el pontífice católico, acumula poder. Muchos creen que tener dinero es tener poder. Quien no tiene dinero tampoco es relevante. Quien no tiene dinero sólo puede servir. En cambio, quien lo posee se sirve de los demás.

Desde que llegó Bergoglio al papado ha aplicado la barredora en áreas en que el Vaticano muestra niveles de corrupción. Se han ido prelados de instituciones que manejan vastos recursos económicos para financiar obras de caridad, pero con otros simplemente aún no puede.

Algunos cardenales viven como príncipes, mientras Francisco decidió no vivir en el palacio Vaticano sino en casa Santa Marta en un área de 70 metros cuadrados, donde también trabaja. Los gastos de los prelados son escandalosos. Algunos obispos viajan y viajan, se codean con los ricos más ricos, juegan golf con ellos, poseen colecciones de autos lujosos, sus cuentas bancarias son un insulto.

¿Es esa la iglesia pobre de Francisco, el Papa Bergoglio? Desde luego que no. Pero el pontífice no desmaya. Le han fallado los hombres que llamó para limpiar de mercaderes la casa del Señor. Se corrompieron. Sin embargo, el Papa sigue. Y qué bueno.

Su mensaje no varía. Se critica que sus viajes pastorales, como los de Juan Pablo II y en menor medida los de Benedicto XVI, sean costosísimos, pero tiene una razón de ser: su exposición pública le da mayor ascendiente en la escena mundial. Un Papa fuerte influye, es escuchado, puede cambiar el rumbo de las cosas, detiene la mano del poderoso, abre las puertas a quien es olvidado.

Su viaje a México no ha sido desprovisto de crítica. Costará cientos de millones de pesos y hay quienes aseguran que ese mensaje bien se pudiera dar a través de los medios de comunicación. Algo así como “cinco días de Francisco con México”, y en ese lapso que se inunden las pantallas de televisión con la imagen de Bergoglio y sus  palabras a los grupos de jóvenes, indígenas, trabajadores, migrantes, familias.

Podría ser, pero el contacto físico es necesario. Está demostrado que los pueblos requieren de sus líderes. Los quieren cerca, saber que sus pies pisan su suelo. Es un fenómeno que se da con todo líder político, social, religioso. Qué tremenda diferencia entre ver por la pantalla de TV a Messi, a Neymar, a Cristiano, a Ribéry, a verlo sobre el terreno el juego, a unos metros de la cancha.

Viene el Papa Francisco a México. En Michoacán estará entre ocho y 10 horas. El gasto lo asume el gobierno del estado, perredista, y son algo así como 295 millones de pesos. Ufffffff. Irá también al DF, Ecatepec, Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas y Ciudad Juárez.

La iglesia católica viene realizando colectas. Difunde las cuentas de banco para que los feligreses aporten cantidades de dinero que sirven para ayudar al financiamiento de la visita pastoral. Esa parte está bien. Es su líder y que ellos lo paguen.

Muchos se preguntan, con sobrada razón, ¿y por qué esos millones no se destinan mejor a los pobres, a fomentar empresas que den trabajo a los desempleados, a crear fundaciones para ayudar a los pobres enfermos?

Es un dilema. Las dos posiciones son válidas. El Papa Francisco viene luchando contra esa iglesia católica que por años ha nadado en la opulencia, que vive de la limosna, que practica la usura, que recibe recursos y obras de gobiernos tiránicos o de sistemas políticos, como el mexicano, que atrae a los obispos y arzobispos, a los párrocos y hasta a los miembros de la parroquia, para corromperlos.

El Papa Bergoglio tiene una misión: cambiar a su iglesia, dar su mensaje y reivindicar la dignidad del pobre. Que venga sí, pero que el gasto lo asuman los católicos, no el gobierno que luego lo deriva en el pueblo.

(Comentarios y tips a: [email protected])



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