​No tanto como la Virgen de Guadalupe. No tanto como el TRI. No tanto como muchos de nuestros símbolos populares o hasta religiosos, pero la Universidad Veracruzana es sagrada, intocable, super respetada. Y eso de que el gobernador Javier Duarte la agreda y la haya sumido en una crisis económica, pues nomás como que huele a suicidio político.

Digamos que alguien no le contó al gobernador de Veracruz lo que podía ocurrir si se empeñaba en ahorcar a la UV, reteniéndole sus recursos, los que provienen del erario estatal y los que envía el gobierno federal. Alguien, me imagino, no lo alertó de las consecuencias que tendría actuar como un hampón.

La UV es el alma mater de miles de profesionistas y, como dicen los enterados, es la conciencia  moral de Veracruz. Su voz se escucha y es atendida. La palabra de sus personajes más distinguidos es la guía de muchos y marca el camino por donde Veracruz debe andar.

Sólo que a Javier Duarte de Ochoa eso le vale. Quizá sea porque él no pasó por la UV, porque pudo estudiar en la Ibero, en el ex DF, en Santa Fe, donde se codeó con la gente opulenta, los ricardos, los que difícilmente ven pa’ bajo y a los que ni remotamente les importa lo que son las universidades públicas.

Javier Duarte se ha jodido el presupuesto de la UV y ese es el punto de conflicto con la clase universitaria, hasta alcanzar un clímax inédito, denostando públicamente a la UV y, como nadie podría haber imaginado, siendo objeto de dos denuncias penales para que responda por la retención de más de dos mil millones de pesos que en justicia son de la universidad y sirven para su buena marcha.

En septiembre de 2015, la rectora Sara Ladrón de Guevara reveló que la falta de recursos amenazaba con afectar la marcha de la UV. Javier Duarte ni se inmutó. Respondió con intransigencia, diciendo que a la UV “no se le debe nada”.

Y habría que ver el video, observar su expresión, el tono de sus palabras, la forma en que remarcó el “No se le debe nada”.

Y luego se puso a decir que a la UV se le apoya generosamente mediante un subsidio, que no es obligatorio, que es aportado en la medida de las posibilidades del gobierno estatal.

Qué méndigo espectáculo el de Javier Duarte. Se dio un tiro en la pata. El güey no había leído ni el decreto que él mismo firmó en el que dice que el subsidio a la UV tiene carácter de obligatorio.

El tiro en la pata fue letal. Por el orificio que se hizo ha brotado más sangre de lo que el gobernador pudo imaginar. De esa intransigencia se amarró la rectora y se llevó el caso al Senado de la República. La Junta de Gobierno de la UV planteó el caso ante la asociación de universidades del país, las cuales mediante un desplegado en el periódico La Jornada instó a Javier Duarte a pagar.

Cuando sintió el agua al cuello dijo que sí. Ofreció dialogar, contrastar las cifras, llegar a un arreglo, irle dando solución al conflicto.

Después salió con que una cantidad que la UV le debía al Instituto de Pensiones del Estado ya la había cubierto el gobierno de Veracruz. Se cobró a lo chino. Quizá ni pagó al IPE y todo fue una simulación, para no darle a la UV lo que por ley y en justicia le corresponde.

El problema es de dinero. No hay cómo cubrir el adeudo. De lo que corresponde al subsidio estatal, puede que se cierto porque la insolvencia es gravísima, pero cómo justifica el gobernador que tampoco aporte el subsidio federal.

Hace una semana, luego de tanto jaloneo, se interpusieron las denuncias y este lunes fueron ratificadas. La UV reclama el pago de los subsidios por dos mil 76 millones de pesos y coloca a Javier Duarte y a su gobierno en calidad de acusados.

Javier Duarte no quiere pagar. Ha respondido con una amenaza. Dice que el gobierno podría aplicar recursos de apremio fiscal contra la UV porque es la universidad la que le debe al gobierno y no al revés.

Ahora aparecen lonas en las instalaciones de la UV en que se lee el apoyo a la rectora Sara Ladrón de Guevara. “Está unidad respalda las acciones legales que la Rectora de nuestra Universidad ha realizado, relativas a los adeudos que el Gobierno del Estado tiene con nuestra Casa de Estudios”, dice una de ellas. En las redes sociales hay hashtags al respecto: #TodosSomosUV, #LaUVDaMas, #YoSoyUV.

Su gobierno pagará las consecuencias, habrá generado un conflicto político jamás imaginado y seguro le serán embargados los recursos federales, independientemente de las consecuencias legales que Javier Duarte tendrá que enfrentar.

Alguien no le contó bien la película. Así como la Virgen de Guadalupe, el TRI y hasta el Ejército son sagrados, en Veracruz la UV es intocable. Quien la quiere acabar, se enfrenta a los veracruzanos.

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