Karma y no otra cosa, karma. Así le pasa al Buen Tono, cuyo dueño, el tal José Abella, con la mano en la cintura echa a sus reporteros acusándolos de ser empleados del crimen organizado y de inmediato le llegan las amenazas de que le van a quebrar a su gente.

Ese mismo Abella es el que acusó al gobierno de Veracruz de haberle quemado una parte de su periódico, en Córdoba, quesque porque estaba cañón con la crítica y lo querían silenciar.

Las cámaras de seguridad registraron los hechos, la forma en que los delincuentes llegaron, amagaron al vigilante, se introdujeron, conminaron al personal a hacerse a un lado y prenderle fuego a todo.

Ese video se lo quedó la Procuraduría de Veracruz. Luego pasaron meses y no hubo nada. Se estancó la investigación como si la intención fuera proteger a los autores del atentado.

Cuando Abella tuvo en sus manos una copia del video, lo envió a los medios de comunicación y en Facebook se pudo observar como fue el incendio, que por fortuna sólo ocurrió en una parte de las instalaciones y no dañó a nadie.

Hasta entonces, el señor Abella seguía pensando que el atentado provenía de un sector del gobierno de Veracruz.

Cambió de opinión cuando habló con el gobernador Javier Duarte de Ochoa. ¿Qué le habrá dicho, quién sabe? ¿Qué purga le dio? ¿Qué chayote se comió? ¿A qué arreglo llegó?

El caso es que lo vival ya no lo pudo ocultar. Públicamente y abiertamente, José Abella exonera de toda responsabilidad al gobernador. Afirma que el atentado a El Buen Tono vino de otra parte, pero jamás, ni por equivocación, ni por accidente, pudo haberlo hecho Javier Duarte ni su gente.

Ah, güey. Este gusano se arrastra como un campeón.

José Abella es el mismo que puso de patas en la calle a dos reporteros que se hallaban en el bar La Taberna, en Orizaba, cuando se armaron los balazos y cayó abatido alguien al que identificaron como el “Chichis”, líder de los zetas ahí y que hoy se sabe que no murió, que fue otro y que el gobierno de Veracruz no dijo nada para poder aprehenderlo, como ya sucedió.

De nada valieron las explicaciones. Él dijo que se iban y se fueron. No se supo si estaban en la misma mesa del supuesto Chichis. Lo más seguro es que no porque no les tocó ni el casquillo de las balas que eran disparadas. 

Tampoco se supo si los dos reporteros fueron “invitados”, así como acostumbran “invitar” los capos. Y diles que no. Diles que no vas y que le hagan como quieran al fin que tú eres Supermán y las ráfagas de cuerno de chivo no te hacen ni cosquillas.

El caso es que Abella los corrió y todavía se ufanó en los noticieros nacionales que le preguntaban el por qué de su decisión. Porque nada tenían que hacer a esa hora, conviviendo con un líder narco. 

Ahora salió a decir que la reportera Anabel Flores Salazar, que trabajó en El Buen Tono y reporteaba últimamente para El Sol de Orizaba, tenía nexos con el crimen organizado, que poseía una camioneta Patriot que no podían haber comprado con el salario que le pagaba y que los mismos compañeros periodistas le aseguraron que tenían vínculos con los malosos. Y sí, la corrió.

Pero la vida da vueltas. Se difunde una fotografía en que José Abella aparece con varios tipos que portan armas de alto poder. Y claro, que se arma el escándalo. Le dicen que el que tiene ligas con el crimen organizado es él y hasta que es uno de los jefes.

No para ahí este asunto. Según la Fiscalía y el propio gobernador Javier Duarte de Ochoa, el que ordenó el crimen de Anabel fue el Chichis, que porque ella había usado un pseudónimo con el que revelaba den Facebook quién era el nuevo jefe de plaza de los zetas.

El caso es que ahora las amenazas las están recibiendo los reporteros de El Buen Tono. Al jefe de información, Miguel Ángel Mauss, lo intimidan varias células del crimen organizado como respuesta a las informaciones y reportajes que ha publicado en los últimos meses.

La Fiscalía ya aplicó un mecanismo de protección. Miguel Ángel Mauss está bajo resguardo policial. Lo que a todos conviene, desde Abella y Javier Duarte hasta la policía y los textoservidores del gobernador, es que no le ocurra nada.

Eso es lo deseable. Lo contrario, que Mauss o su familia o sus bienes sean afectados por el narcotráfico con consecuencias funestas, desataría otro escándalo sobre el gobernador, que difícilmente podría superar.

Les digo que esto es karma. Aquel mal que haces, se te devuelve. La maldad que aplicas a otros, alguien te la termina aplicando a ti.

Qué Mal Tono cuando te amenazan un reportero. Por algo es.

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