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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Ojalá lo metan a la cárcel

22/02/2016 08:37 a.m.

Que se cae, que no. Que ya le tocan las golondrinas, que dice que no se va. Que lo quieren ver en la cárcel, que se la van a persignar. Que todos le cobran, que no les pagará. Y esto es lo más parecido al desmother jarocho.

Es un afán cañón, emperramiento puro, el de Javier Duarte de Ochoa de permanecer como presunto gobernador de Veracruz, cuando las finanzas están en rojo encendido y roja también es la sangre de miles de veracruzanos, buenos y malos, que se ha derramado porque la seguridad simplemente se le fue de las manos.

El tipo ya no gobierna. Un día hay matazones y al otro el problema es la falta de dinero para liquidar a proveedores o los miles de millones de pesos que hay que resarcirle al gobierno federal porque no se aplicó, se aplicó mal o se inflaron las cifras de inversión en obra pública y la Auditoría Superior de la Federación se le va encima, incluso con denuncias penales porque los recursos del pueblo o se usan correctamente o a sufrir las consecuencias.

En cosa de semanas, no sólo los veracruzanos piden y exigen que Javier Duarte se vaya del gobierno de Veracruz. Lo mismo vemos, escuchamos o leemos en la prensa nacional. Incluso, en periódicos extranjeros observan con atención cómo es que un gobernador con tan graves problemas se puede mantener en el cargo.

Ojalá, dice el auditor general, vaya a la cárcel. Y lo expresa porque es él quien se cansó de pedirle a Javier Duarte que las cuentas del dinero federal se aclararan, que demostrara qué hacía con los recursos, en qué los invertía, a quién le pagaba y por qué le pagaba.

Había que regresar el dinero cuyo uso no se podía comprobar y el gobierno de Veracruz hacía como que lo resarcía. Reportaba que realizaba los depósitos y resultaba que no era así.

Entonces el auditor superior, Juan Manuel del Portal, pedía explicaciones al gobernador de Veracruz y la respuesta era tan torpe como incriminatoria: es que los invierto en obras para los veracruzanos.

Que qué. 

No manches, Javieruco. Esa no es respuesta. Eso es admitir que te chingas la lana y olímpicamente se los decías.

Nadie, ni el gobernador más chipocludo, con más vejigas para nadar, con los mejores contactos, con los mejores padrinos, hasta el que se sienta el más cuate de Enrique Peña Nieto, como Javier Duarte, puede salir con que no reintegró el dinero de origen federal porque lo necesitaba para realizar obra, cosa que además es falsa.

Lo dicho por el gobernador al auditor es una aceptación de culpa. El dinero lo retuvo, siendo recursos federales que debían resarcirse, y asegura que lo empleó en obras. Con esa confesión bastaría para que se pasara el resto de sus días en prisión por malversación de dinero de la Federación.

“¿A la cárcel?”, le preguntó Carlos Loret de Mola, y el auditor superior respondió: “Ojalá”. Hizo la precisión de que él no es agente del Ministerio Público, pero las denuncias penales contra funcionarios de Javier Duarte ya están en la Procuraduría General de la República, aunque congeladas porque Peña Nieto no quiere que sean la puntilla al gobernador, que provoquen su caída y que eso influya en la votación para gobernador y Congreso estatal, generando la derrota del PRI.

Unos días antes, Javier Duarte habló con soberbia, como siempre. Dijo que no renuncia, como piden algunos sectores y como se esparcen en las versiones en columnas políticas, entrevistas y análisis. Que se irá pero el 30 de noviembre, cuando concluya su mandato.

También por los muertos y mutilados, por los levantados y extorsionados, por los feminicidios y la represión, por todo ello le exigen al gobernador que deje el cargo y permita que otro asuma el poder y comience a enderezar el rumbo de Veracruz. Y Javier Duarte responde que no se va.

La violencia está fuera de control. Los muertos aparecen en carreteras y en fosas clandestinas. Hay ejecutados y desmembrados. Levantan jóvenes y los desaparecen. Luego encuentran restos calcinados y dicen que son ellos, horrorizando a todo Veracruz. Y el gobernador sigue ahí.

La muerte está presente. Los cárteles hacen de las suyas y no hay quien los pare. Que es crimen organizado y eso le compete al gobierno federal, cierto, pero entonces por qué el gobernador presume cifras de eficiencia en materia de seguridad, expresando que los índices delictivos han bajado. Si es asunto del gobierno federal, que lo presuma el gobierno federal.

Entre violencia y robo a las arcas, Javier Duarte ya no ve la puerta. Y ahora la explosiva frase del auditor: “Ojalá” lo metan a la cárcel. Javier Duarte es el único gobernador del que se expresan así en ese nivel de gobierno. Y él dice que no se va. 

Hay que tocarle las golondrinas. Y que se largue ya.

(Comentarios y tips a: [email protected])



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