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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Que se vaya Duarte pero que lo enjuicien

25/02/2016 08:42 a.m.

Óigame no. Que se vaya el gordo, pues qué bueno, pero que Javier Duarte regrese lo robado y que explique quiénes hurtaron con él, que le abran una investigación, que lo detenga la policía, que lo consignen a un juez y que se pase, muchos, pero muchísimos años en la cárcel.

Rebambaramba la de estos días con eso de que el gobernador pedirá licencia, lo que en política se aplica a quienes tienen cargo de elección popular y que no es otra cosa que una renuncia.

Los informes decían que la salida de Javier Duarte de Ochoa era inminente, decidida en el seno del PRI nacional, cuando su líder Manlio Fabio Beltrones determinó que el gordis ya no puede seguir en el gobierno de Veracruz.

A lo largo de las horas así fue. Fue bajando la bola de nieve y al rato ya era una avalancha.

El gobernador guardaba silencio mientras en las redes sociales, en los portales de los medios de comunicación, en el café, en la oficina, en la casa, todos decían que ocurrió lo que tenía que ocurrir. Y el méndigo gordis ni en cuenta.

Le publicaron una foto de la casa oficial, Casa Veracruz, donde un camión del DIF era llenado con enseres de hogar. Y se fue a las redes sociales aumentando el tira-tira contra el gobernador. Sólo que la foto era de hace unos días, no de antier.

La información se vendió como si el voceador gritara la noticia del momento. “Extra, extra. Se va el odiado Javier Duarte y Veracruz está de fiesta”. Todos se pusieron locos, hasta los priistas que ya no saben qué onda y que hasta ellos se dan cuenta del daño que le está haciendo a su partido, augurando una derrota en la próxima elección para gobernador y Congreso estatal.

Según decían, el acuerdo se tomó en el PRI, con anuencia del presidente Enrique Peña Nieto. Participó Beltrones, Héctor Yunes Landa, José Francisco Yunes Zorrilla y se les unió el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Ahí se determinó que se debía ir. Sí, pero no para enfrentar las acusaciones que le hace la Auditoría Superior de la Federación, sino para no seguir dañando la imagen del PRI y por no permitir que crezca el futuro candidato al gobierno de Veracruz, Héctor Yunes.

Se armó un despiporre de poca abuela. Todos dieron por hecho que en un momento dado se haría el anuncio de que Javier Duarte había enviado su solicitud de licencia al Congreso estatal y que en cosa de un rato se la habrían de aprobar.

Qué algarabía. Qué fiestón. Donde más se comentaba era en Face y en Twitter. Unos decían que la pesadilla llegaba a su fin, otros que no se fuera sino que lo hicieran pagar por sus raterías.

El precandidato del PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares, se aventó un video en el que decía que la intención era hundir a Javier Duarte para que así se salvara el PRI, porque sus cifras lo tienen casi en la lona.

Un verdadero merequetengue, donde todos hablaban y todos sentían tener la razón. Renuncia y cárcel, güey, para que no vuelvas a robar.

Y al rato envió Javier Duarte un tuit en el que decía bien cachetonamente que él seguía trabajando normal, en el DF, con el mero mero del Teletón.

Y un poco más tarde, ya antenoche, desmentía que fuera a dejar el cargo, que todo era rumorología, que se queda porque se queda. Y poco después sus bots filtraban que sí se va, pero el 30 de noviembre de este año, cuando concluye su mandato constitucional.

Y se si va, ¿qué onda?, ¿quién queda? Ah, pues para eso también tiene ratitas el PRI. Se habla del senador José Yunes, de Flavino Ríos Alvarado, secretario de Gobierno, y de los diputados Erick Lagos y Jorge Carvallo, así como la senadora Ericka Ayala, la que sustituyó a Héctor Yunes en el Senado.

Y al rato nada. Ya entrada la noche, Javier Duarte seguía en el cargo.

De que se va, se va. Pero antes que lo investiguen, que le quiten lo que le robó a Veracruz, que lo enjuicien y lo refundan en la cárcel.

Que también dejen sus cargos los que delinquieron con él, el tal Jorge Carvallo, el tal Cisne Alberto Silva, el tal Adolfo Mota, que desapareció los recursos para Educación; que se vaya el de seguridad, Arturo Bermúdez.

La renuncia la quiere todo Veracruz, pero también la justicia. Y si se van sin responder por lo que hicieron, y por la lana que se fregaron, pues esto seguirá igual.

Yo digo que sí, que renuncien a Javier Duarte, pero que le devuelva a los veracruzanos todo lo que le robó.

De otra manera, como dice Yunes Linares, esto no será más que una jugada del PRI para salvar a Héctor Yunes Landa. 

Me cae que sí.

(Comentarios y tips a: [email protected])




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