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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Caballero prefiere vivir de rodillas que alzar la voz

07/03/2016 09:56 a.m.


Se busca un alcalde torpe. Y además miedoso. Que tenga mucho a su alcance y bastante poder. Pero torpe y con miedo. Ya sé. Es Joaquín Caballero, el presidente municipal de Coatzacoalcos.

Ese vato no sabe qué onda. Tiene un súper presupuesto y está paralizado, sin realizar una sola obra que valga la pena, sin dar golpe en más de dos años, haciendo el oso, y encima despidiendo personal porque asegura que el dinero no le alcanza.

La verdá, les cuento, no exige que le envíen las remesas de dinero para que no se le encabrite el gobernador Javier Duarte de Ochoa y que le vaya a echar la caballería encima, auditando la tesorería, lo que sacaría a relucir que los cientos de millones que sí maneja Caballero, los que sí llegan a sus manos, han ido a parar al bolsillo de alguien en especial.

Caballero dice que no va a demandar a la Secretaría de Finanzas y Planeación por la retención de recursos provenientes del Fondo Metropolitano, que prefiere esperar, que primero el diálogo y después el diálogo.

Esa es la regla entre los alcaldes priistas y son pocos, unos cuantos si acaso, los que se atreven a transgredirla.

Joaquín Caballero no quiere reclamar los recursos que le pertenecen al ayuntamiento de Coatzacoalcos y que, además, son de origen federal, derivado del cobro de impuestos federales y que la Secretaría de Hacienda determinó que son para ese municipio. Prefiere decir que él va a esperar.

Si fueran partidas estatales en las que el gobernador tuviera la última palabra sobre su uso, o en dado caso el poder de revocar su destino, incluso reteniéndolas, sería entendible y hasta justificable que la Sefiplan no las soltara.

Si fueran partidas estatales, el gobernador podrían esgrimir que por la situación económica que atraviesa el gobierno de Veracruz, o como él dice, por la escasa disponibilidad de recursos, las retendría. 

Pero no es el caso. El dinero es de origen federal y Javier Duarte algo hizo con él, pero no lo trasladó al municipio.

El caso de Coatzacoalcos se repite por todo Veracruz. Los recursos federales no aterrizan en los municipios ni en los órganos descentralizados, ni en las instituciones que por ley debieran recibirlos.

Lo más ilustrativo de esta práctica es el conflicto entre Javier Duarte y la Universidad Veracruzana. El gobernador viene reteniendo el subsidio estatal y también el federal. La suma llega a más de dos mil millones de pesos, colocando a la máxima casa de estudios de Veracruz en situación por demás crítica.

La UV, como Caballero, buscó el diálogo. Tocó la puerta de Sefiplan una y otra vez. Enteró a la Cámara de Senadores y a la asociación de universidades. Todo mundo exhortó a Javier Duarte a pagar antes que la situación se volviera caótica. Y ante la cerrazón de Javier Duarte se tuvo que ir a la denuncia penal.

¿Se parece en algo a lo que ocurre con los municipios? Es el mismo esquema. Es la misma conducta de un gobernador que se pasa de lanza, que se chinga los dineros de municipios, instituciones y hasta de organismos descentralizados.

Lo que hace el gobernador es disponer de recursos federales, retenerlos y no explicar qué ha hecho con ellos. Y eso es un delito por donde se le quiera ver.

Otros alcaldes de Veracruz han tomado acciones directas para reclamar la entrega de los recursos federales. Toman oficinas del gobierno del estado, la Sefiplan, la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas, la Secretaría de Salud. Los pobladores van con ellos y protestan a todo pulmón.

Hay una diferencia entre ellos y Joaquín Caballero. Ellos tienen clara y yema, mientras que Caballero sólo tiene algo que pareciera ser clara. Ellos han tomado acciones radicales y el resultado es que el gobierno de Javier Duarte les ha aflojado el recurso.

El caso de Joaquín Caballero es vergonzoso. Teniendo el segundo presupuesto más alto de Veracruz es como para que se activara. Pero no lo hace y es por una razón política: le debe al gobernador ser alcalde y teme, por otra parte, que si lo enfrenta, Javier Duarte le intervenga Tesorería, audite obras, revise cuántos empleados son fantasmas, a qué empresas constructoras favorece, cuántas de ellas son de sus amigos, dónde hay prestanombres.

O sea, el gobernador lo tiene agarradito por ahí merito donde duele requetegacho.

El miedo es el miedo. Y a Caballero se le cae el calzón de solo saber que el gobernador lo puede aplastar de un manotazo. Por eso se la lleva suave. Qué importa que en 26 meses no haya hecho ni madres, una que otra callecita, algunas obras que correspondían al ayuntamiento que presidió Marcos Theurel, el ex alcalde, y algunos parquecitos.

Jure usted que todo lo que no haga hoy se lo van a cobrar los electores cuando acudan a las urnas a elegir gobernador.

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