Los coyotes es lo de hoy, pero lo que ahí se ve es la ambición desmedida, un conflicto de tierras, los caprichos de los poderosos y la intención de destruir el hábitat de los animales.

Lo primero que se denunció fue la acción de las máquinas sobre la zona de dunas, en un predio inmenso en Coatzacoalcos, junto a la Universidad Veracruzana hasta el malecón de aquella ciudad. Y de inmediato se descubrió que los depredadores habían dado muerte a un coyote, parte de una manada que habita ahí desde hace tiempo.

Los videos muestran cómo fue devastada una amplia superficie, lo que de entrada constituye daño ambiental, porque descompensa el equilibrio ecológico. Las formaciones de arena son barreras naturales y el tipo de vegetación que ahí se da constituye el espacio donde pueden convivir decenas o cientos de especies animales.

El hombre agrediendo a la naturaleza. Y de inmediato se da la voz de alerta: la maquinaria empleada por la empresa que ahí realiza trabajos de nivelación de terreno, provocó la muerte de un coyote.

Entonces se confirmó lo que muchos ya venían comentando de tiempo atrás. Ahí habita una manada de coyotes y sobreviven con lo que les aporta el hábitat y lo que les dan los vecinos que viven cerca.

Sí, por increíble que parezca, la convivencia con los humanos se da y bien. Ocurre con reglas establecidas al azar, siendo los vecinos quienes les colocan alimentos en pequeñas bolsas que los coyotes encuentran tras descender de los espacios en que se refugian, en montañas de arena con vegetación rastrera y entre algunos matorrales.

Ahí, a su espacio de vida, no llega el hombre. Los vecinos lo respetan. Saben que ahí está esa manada de coyotes y no interfiere en su forma de actuar.

Si el hombre da un paso más allá de lo razonable, si invade su espacio, los animales se dispersan, emigran, se arriesgan a morir al no hallar los satisfactores que requieren para su sobrevivencia.

Eso fue lo que alertó a muchos. Entonces llegaron los ambientalistas, algunos de ellos de la Universidad Veracruzana, que exigen que la autoridad haga algo por preservar el lugar como está.

Ha crecido el escándalo y en cientos de portales de internet, pero también en foros de discusión, en ruedas de prensa, en Coatzacoalcos y en Xalapa, todos hablan de defender ese predio para que los coyotes y otras especies no tengan que ser reubicadas.

El martes 15 fue un día especial, concentrándose en el lugar los vecinos que le dan comer a los más de 10 coyotes y los ambientalistas que aseguran que ese terreno debe protegerse porque para ello existen leyes con precisiones sobre lo que implica un área ambiental.

En esas estaban cuando se presentó Alfredo Ramón, abogado que por muchos años aspiró a ser presidente municipal. Dijo ser el dueño del predio, que por 44 años lo ha ocupado y que tiene la ley de su lado.

Algunas informaciones señalan que ese predio también es propiedad del director general de Petróleos Mexicanos, José Antonio González Anaya, en sociedad con Alfredo Ramón, y que pronto habrá ahí un desarrollo inmobiliario. De ahí que la maquinaria esté ya trabajando para nivelar el terreno.

Sí, muy bien, pero ¿y los coyotes? Alfredo Ramón ha de querer que se los coman en mole verde, pues dijo que el terreno es suyo, que lo tiene comprado desde hace años, que ahí no se mete nadie y que si los vecinos lo quieren para que los coyotes tengan donde habitar, que lo compren. Y santo remedio.

Qué suave. Sólo que el terreno está valuado en 400 millones de pesos, ya que son 10.5 hectáreas y da al malecón de Coatzacoalcos.

Llegó también un abogado que dijo representar a la familia Vidal Aguirre, que es la propietaria original del terreno y aseguró que nunca se le vendió a nadie, que las escrituras de Alfredo Ramón y el director de Pemex presentan firmas falsificadas y que otro supuesto dueño, Inocente Armas Alor, también detenta una escritura apócrifa.

O sea, o sea, que esto huele peor que el drenaje que descarga las aguas negras a la playa. Tres dueños tiene el terreno y todos dicen que tienen la escritura original, la que vale, la que les da derecho a construir o vender, incluido el pelochas González Anaya, director de Pemex y concuño del ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

Lo que me intriga es qué dice el alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol, el que debería meter orden porque este es un asunto de interés público, pues como se le quiera ver, el predio es un pulmón ecológico, que si comienzan a usarlo como fraccionamiento habitacional de lujo o plaza comercial, como ya se comenta, la que va a pagar los platos rotos va a ser la manada de coyotes que por años ahí han vivido y se han reproducido.

Lo que son las cosas, tratando de salvar a los coyotes, se encontraron con un pozo de corrupción.

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