Apriete su botoncito y que el ayuntamiento camine solo. Ese dispositivo no todos lo tienen. En Agua Dulce sí y al alcalde Daniel Martínez le resulta de maravilla, porque él y sus ediles se pueden ausentar y que el caos siga su curso.

Qué pex con este güey! Piensa que el ayuntamiento es el sindicato petrolero, que él es el líder y que allá los gatos, incluido Gato Seco Monroy, que se encarguen del changarro.

Daniel se ausenta, diciendo que va a Villahermosa a las oficinas de Pemex, porque tiene que tratar problemas importantes, que seguro han de ser cruciales para que Agua Dulce se proyecte  como el municipio más chido de Veracruz.

Se larga y todos, la verdá todos, se preguntan si va a Pemex como alcalde, para tratar asuntos relativos al municipio, o si echa sus escapadas para ver temas relacionados con la Sección 22, su cuna, su pesebre, su negocio porque de ahí procede el vato.

Y como dice el dicho, cuando el gato sale de casa, los ratones hacen fiesta. Así es que sin patrón a la vista, los empleados salen y entran, se largan y no les importa si el ayuntamiento marcha o se estanca, si la gente del pueblo puede resolver sus problemas, si hay alguien que les dé alguna solución.

Daniel Martínez se ausenta y el ayuntamiento de Agua Dulce camina a los tumbos. Bueno, si con él ahí es un desmother, pior cuando se va.

En dos semanas no habido sesiones de cabildo. Eso le sirve al alcaldito para evadir lo de la licencia sin goce de sueldo del síndico Antonio de la Cruz Balcázar, quien se va de forma temporal.

Entonces el rollo es pior. Si se hace efectiva la licencia temporal del síndico y el alcalde Daniel Martínez no se para por el ayuntamiento, ¿quién carajos toma el timón?

No es el Gato Seco Agustín Hernández Monroy, pues el vato está como para que le pongan un chip en la base del cráneo y lo enseñen a caminar, a hablar y, lo más difícil, a pensar.

No son los funcionarios más allegados a Daniel porque de todos, de todos, no se hace ni medio individuo con capacidad para sacar el buey de la barranca.

En dos semanas, les decía, no ha habido sesión de cabildo. No se ha podido ni querido abordar el caso de la colega Violeta Santiago y de la compañera Alma Jiménez, del Liberal, a quienes el Gato Tonto Hernández Monroy las hostigó con señalamientos imbéciles en la conferencia de prensa donde se ventilaba lo relacionado al Paseo de la Alegría.

Lo que hace Daniel No-doy-una es una evasión a un tema que si no lo aborda le va a propiciar un dolor de cabeza ante las instancias de protección a los periodistas y a la libertad de expresión, porque obstaculizar el trabajo de prensa tiene sus implicaciones y ellos, como servidores públicos, están obligados a garantizar ese derecho, no a atropellarlo.

El Gato Bruto se incomodó porque les preguntaron sobre la repercusión o razón para traer a un joven actor que participa en una serie de narcos, la del Señor de los Cielos, y otros cuestionamientos que no tendrían mayor relevancia y que cualquiera con medio seso habría podido responder.

Pero ahí va Hernández Monroy, que ni siquiera es edil, y se ensarta como el sapo en la estaca. Hace imputaciones absurdas, mientras Daniel calla, y el caso se le va a instancias donde ya les piden que rindan un informe de su actuación. Y Daniel mejor evade todo.

Yo tenía un perrito que hacía lo mismo. Cuando quería comer saltaba y ladraba. Movía la cola de a madres para que todos supieran que estaba ahí. Le encantaba que le dijeran que estaba loco mientras le arrojaban sus croquetas y sus premios. Pero cuando tenía que bañarse, salía despavorido, se metía debajo del carro, se escondía entre el monte, y por más que le gritáramos, no se dejaba ver. Al muy cochinón, le encantaba apestar.

Daniel Martínez evade la realidad. Primero están sus intereses y luego el interés general. Primero está su relación con Pemex y luego la marcha de un ayuntamiento que camina a ciegas, que arrastra una acusación gravísima, como es el daño patrimonial que le detectó el Órgano de Fiscalización Superior por 10 millones de pesos.

Urge que el cabildo tome el toro por los cuernos, pero para que eso ocurra debe estar el alcalde, congregar a los ediles, dialogar los temas, resolver los pendientes y comenzar a reencaminar el rumbo. Si no lo hace, esto se va a poner piorsísimo.

Está tan pinche el panorama que hasta los regidores dicen que nada pueden resolver. Así que llegue usted al ayuntamiento, plantee su problema, dese cuenta que lo oyen pero no le resuelven y haga algo provechoso: tómese la foto del recuerdo con su regidor consentido… si es que lo tiene.

No siempre se tiene un ayuntamiento que camina con el botón de automático y que anda sin brújula. El de Agua Dulce por supuesto que yes.

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