​La veda no es para callar. La veda electoral es para evitar que los gobiernos publiciten obras y acciones en tiempos de elecciones y así favorezcan a los candidatos de los partidos vinculados con esos gobiernos. Pero no es para que haya un complot de silencio.

Estamos en tiempos de campaña. Desde el dos de abril que arrancó la batalla por el gobierno de Veracruz, hay veda. Los ayuntamientos y el gobierno mismo no pueden promover lo que realizan ni colgarse de algunos beneficios otorgados con recursos de los programas sociales.

En este período los políticos que nos gobiernan deben reservarse la promoción de sus acciones y evitar favorecer a sus partidos políticos, a sus candidatos, a sus proyectos de gobierno.

Pero una cosa es que no publiciten los beneficios de los programas sociales y otra que dejen de cumplir con su obligación legal. 

Tampoco se trata de que se suspenda la obra pública, que ya no se pavimenten calles, que no se construyan caminos, que no se acondicionen aulas escolares, que no se limpien las calles, que no se prenda el alumbrado público, que no realice ni un méndigo trámite en el Registro Civil, o en Obras Públicas, o en el área de Comercio.

La veda electoral no implica que los políticos se tiren a la milonga y a rascarse la pancita mientras hay campañas políticas. Se refiere a no publicitar o promover obras y acciones de gobierno para que los candidatos de los partidos de los cuales emanaron esos gobiernos no saquen ventaja.

Es un principio democrático: la imparcialidad. Si miles de personas ven publicado, escuchado en radio, observado en la tele o en volantes o por cualquier otro medio, que el alcalde inaugura una calle, dota de cuadernos a los estudiantes, que los adultos mayores reciben su pensión, que cada vez se suministra más litros de leche a los pobres, que las tiendas Diconsa venden productos a menor precio, que los comedores comunitarios resuelven el problema del hambre, entonces se influye en el ánimo de mucha gente a la hora de votar.

No es cuestión de suspender las obras y acciones públicas sino de evitar publicitarlas para que algún candidato o partido político obtengan un beneficio electoral.

Pero de la veda electoral se cuelgan los vivos y los mañosos. Hay una runfla de funcionarios públicos, ediles y directores de área, que con el pretexto de la veda evaden hablar de lo que corresponde a sus atribuciones.

¡Ah, inches culeyes! Llegan los reporteros, les preguntan que qué onda con tal o cual problema y responden que por la veda electoral no pueden hablar.

A otros les piden una opinión sobre los crímenes que son cosa de todos los días, por las ejecuciones y los secuestros, y dicen “ay, no, chulis, fíjate que por la veda electoral estoy impedida de hablar”.

Les piden que hablen del conflicto universitario, los dos mil millones que debe el gobierno de Javier Duarte de Ochoa a la Universidad Veracruzana, y dicen que si expresan algo estarían violando la veda electoral.

Y así, pretextos no les faltan. El caso es no hablar de asuntos que tiene que ver con sus responsabilidades, valiéndose de la veda electoral que sólo tiene que ver con no promocionar obras y acciones para que no le redunde en votos a un candidato o a un partido político en especial.

Los ediles y funcionarios de un ayuntamiento, incluso los que representan al gobierno de Veracruz o al federal, con veda o sin veda, deben responder a cualquier reclamo social, a la que queja de los campesinos, a los problemas inherentes a los servicios públicos.

Si la gente del campo protesta por la falta de cumplimiento a los programas de gobierno, el alcalde, síndico, edil del área respectiva o el funcionario correspondiente tienen la obligación de responder a esa inquietud. Eso no viola la veda electoral.

Si hay calles destrozadas y eso entorpece el suministro de servicios, como la recolección de basura, la compra de agua purificada, de gas, la entrega de documentos bancarios, etecé, etecé, etecé, los servidores públicos están obligados a dar una explicación. Eso no viola la veda electoral.

Si se detectan actos de corrupción, desvío de recursos, tráfico de influencias, nepotismo, abuso de autoridad, etecé, etecé, etecé, el cuerpo edilicio y los funcionarios del ayuntamiento, los que laboran para el gobierno estatal o el federal, tienen la obligación de responder. Eso no viola la veda electoral.

Pero los jijuesuchi son mañosos. Callan sin importar que con ello estén transgrediendo un principio constitucional, el de la libertad de expresión y de acuerdo a las leyes y tratados internacionales, su silencio ante los asuntos de interés público atente contra el ejercicio de la prensa, lo que transgrede el principio de transparencia.

Óiganlo güeyes. La veda electoral no es mordaza, ni automordaza. Si les preguntan hay que contestar.

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FRASE;

de la veda electoral se cuelgan los vivos y los mañosos. Hay una runfla de funcionarios públicos, ediles y directores de área, que con el pretexto de la veda evaden hablar de lo que corresponde a sus atribuciones.

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