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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Clorados: 25 años después, la misma negligencia

21/04/2016 08:33 a.m.

El mismo nombre, el mismo lugar, la misma historia, la misma mentira, la misma tragedia. Es Clorados hoy, como fue el reventón de Clorados hace 25 años.

Se cimbra la tierra, se sacuden los ventanales, se escucha el golpe seco. Y en nuestros rostros aparece el miedo a lo que puede ocurrir. Y entonces nos vamos dando cuenta que ese estruendo, seguido del crujir de paredes y techos y puertas, es el aviso de un siniestro con olor a muerte.

Muchos comíamos o estábamos en la sobremesa. Entonces ocurrió la explosión que hizo poner los ojos del mundo en el sur de Veracruz, en Coatza, en el Pemex industrial, en el complejo petroquímico de Pajaritos.

Alrededor de las 3:20 de la tarde, el miércoles 20 de abril, la explosión en la planta Clorados 3 nos recordó que no somos nada, que en un abrir y cerrar de ojos la vida se va, o se transforma y ya nada Vuelve a ser igual.

A esa hora se sacudió todos el sur de Veracruz. Regachísimo en el área del complejo Pajaritos, en los poblados vecinos, en las congregaciones cercanas como Mundo Nuevo y Villa Allende, en el Jaguaroundi, en Nanchital, en el mismo Coatzacoalcos, y hasta Minatitlán y Cosoleacaque, por allá, y Agua Dulce y Las Choapas, por acá.

Vibró todo, dicen los choapenses. Vibró la casa y la tiendita. Vibró hasta el que andaba en la calle.

Al ver la columna de humo se va uno imaginando lo peor, los muertos y los heridos, sus cuerpos entre los fierros retorcidos, su piel convertida en ceniza o en trozos de carbón humano.

Ahí, dice un trabajador, habían como 100 obreros. Otros aseguran que debieron ser 300. Y alguien más que expresa que ahí, mínimo, había cerca de mil trabajadores.

El caso es que entre la versión oficial, la que maneja Javier Duarte de Ochoa, la de Pemex, y la de los trabajadores y los medios de comunicación y las redes sociales, hay como para polemizar.

Dice el gobernador que pese a la dimensión de la explosión, sólo hubo tres trabajadores fallecidos. Luego se enreda con la cifra de lesionados, primero diciendo que eran 36, después que 60 y ahora que 105.

Habló el gobernador y no dejó que le preguntaran. Contó lo que quiso y después se peló, rehuyendo a los periodistas a los que no les cuadra la versión oficial.

Si ahí había 100 trabajadores, las cifras no le cuadran a Javier Duarte ni a los funcionarios de Pemex. Sólo entre el número de muertos y el de lesionados, suman 108.

Pero si había mil empleados, entonces qué chida suerte tuvieron los que no les tocó un pelo la explosión. 

Se sacude Coatza, Nanchital, Villa Allende, Mundo Nuevo, Agua Dulce, Las Choapas, Mina, Cosolea, y ¡milagro! sólo tres trabajadores pierden la vida. Eso es suerte.

La puerca comienza a torcer el rabo cuando los trabajadores petroleros acusan que ahí pasó lo peor aunque la empresa Petróleos Mexicanos casi nos diga que esas tragedias no las tiene ni Obama.

Esto parece una calca de la explosión de Clorados III, en 1991, sólo que entonces no habían redes sociales, ni Facebook, ni Twitter, y la difusión de imágenes se tenía que esperar hasta que los talleres de impresión o los periódicos, o el radio y la televisión, presentaran todos los testimonios.

Entonces nos dijeron que fueron cuatro muertos y unos 10 heridos. Sí Chucha. Los testimonios de los trabajadores que laboraban ahí acusaban que eran decenas de muertos, quizá unos 25, y cientos de lesionados, muchos de ellos con cristales incrustados en el cuerpo.

25 años después la historia se repite con la misma planta, Clorados 3, en el mismo complejo petroquímico, Pajaritos, negando con la verdad oficial lo grave que fue.

Si no mal recuerdo, esa vez hubo negligencia porque la fuga de gas la percibía cualquiera. Y no se hizo nada. Vino la explosión, matando a varias decenas de obreros y entonces denle vuelo a la mentira para que nos salga más barato y no haya mayor reclamación.

25 años pasan y Pemex se sigue comportando igual. Les vale si la gente se muere trabajando,  si están en el filo de la navaja, si su vida pende de un hilo, porque lo único válido es su alianza con Mexichem, a la que le dio el control de la mitad del complejo petroquímico Pajaritos.

Indigna y entristece que lo más valioso de Pemex sea lo que más se desprecia: sus trabajadores. 

Enchila que en varios hogares haya luto y dolor porque a los funcionarios de Pemex les importa un carajo si las plantas están obsoletas, si ya no reúnen los estándares de calidad, si los fierros están adelgazados, si las fugas son el preámbulo de una tragedia.

25 años después Clorados es lo mismo y la negligencia también.

(Comentarios y tips a: [email protected])​


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