​Una es que te lo digan y y otra que lo sufras. Te dicen que la inseguridad está cañona y que todos los días hay asaltos, y tú puedes pensar que medio que le exageran y medio que lo dicen de mala fe. Pero resulta que es real.

Así le pasó a los reporteros de Televisa que llegaron a Coatzacoalcos, cubriendo el accidente en la planta Clorados III, y que les dan piso a su equipo de trabajo, sus teléfonos celulares y las joyas que llevaban puestas.

Los dos reporteros —sus nombres fueron omitidos en el parte oficial— realizaban su cobertura en la cercanía de planta siniestrada cuando varios sujetos los amagaron con machetes y les robaron el equipo de trabajo y sus pertenencias.

Lo publicó la prensa local y lo comentó el conductor del Noticiero, el espacio estelar de Televisa, Joaquín López Dóriga. No se abrió de capa contra Javier Duarte de Ochoa y su gobierno, pero sí manifestó que el robo se había consumado.

Si alguna duda tenían allá en la capital del imperio azteca sobre la frescura con que se conducen las bandas de delincuentes en Veracruz, hoy ya les debe haber caído el 20.

Por supuesto, el goberts Duarte se tenía que poner las pilas y lavar la deshonra, la de Televisa y la suya. Al día siguiente ya tenía la policía a un sujeto que, a su vez, reveló quiénes habían perpetrado el asalto y en cosa de horas se vio la efectividad de la policía duartista, esa a la que los veracruzanos vemos con tanto recelo y hasta con miedo porque no hay secuestro, levantón, extorsión, robo, asalto, intimidación, represión y asesinato, etecé, etecé, etecé,  en que no estén implicados sus elementos.

Por Twitter, el instrumento con el que se gobierna Veracruz, nos informó el goberts que la Fiscalía General ya tenía en la sombra a los jijuesuchi que asaltaron a los reporteros de Televisa y que habían recuperado las cámaras, los micrófonos, los cables, los instrumentos para realizar la conexión satelital, los teléfonos celulares y hasta las joyas que les quitaron a los periodistas.

Y a todos los veracruzanos nos embargó la satisfacción. Quedamos a toda madre con Televisa, demostrando que si bien en Veracruz el día que no te roban, te asaltan, tenemos una policía que no la tiene ni Obama.

En tiempo récord la Fiscalía del mega heterosexual Luis Ángel Bravo Contreras dio con los asaltantes, como si ya los conociera, como si les hubiera implantado un chip bajo la piel y con un aparato de GPS los hubiera ubicado en cuestión de horas.

¿Dije que medio los conociera? Yo creo que sí los conocía. Así opera la seguridad y también la inseguridad. La policía, la Fiscalía, los ministeriales, todos saben donde opera cada grupo delincuencial. Saben la especialidad de cada pandilla. Saben quién los encabeza y qué nexos tienen con el crimen organizado, si pagan cuota, si halconean o si a veces cobran por matar.

En ese mundo todos se conocen, los buenos y los malos, la policía y los delincuentes.

Ojalá todos fuéramos Televisa. Si nos asaltan, al otro día estarían los delincuentes en la cárcel con el botín obtenido, y si nos secuestran el cosa de horas recuperaríamos la libertad.

Pero resulta que no somos Televisa y para nosotros, los más de ocho millones de veracruzanos, no hay quien nos pueda defender y preservarnos de caer en las manos del hampa.

Como muchos, soy suspicaz. La Fiscalía de Veracruz resolvió el caso de lo reporteros asaltados porque conocía a los delincuentes, cómo trabajan y en qué lugares. De otra forma no hubiera dado con ellos.

El asalto se perpetró en el complejo petroquímico Pajaritos, cerca de la planta Clorados III. Según una versión, estaban armados con machetes y así intimidaron a los reporteros.

Ahí, sus únicas víctimas serían los trabajadores del complejo, a quienes tendrían a su alcance cuando salen de su área de trabajo y caminan por sus calles. Ahí no hay población.

En 24 se resolvió un asalto porque se trataba del personal de Televisa. La Fiscalía actuó como no lo ha podido hacer con el caso de los Porkys de Veracruz, o como con los secuestradores de los médicos en Minatitlán y Coatzacoalcos, o con los cientos o miles de desaparecidos, o con las decenas de mujeres asesinadas.

En Veracruz, durante el gobierno de Javier Duarte, han sido asesinados 15 periodistas y no hay un solo sentenciado en cárceles veracruzanas. Ni qué decir de los reporteros agredidos o desaparecidos.

Si todos fuéramos Televisa, veríamos la eficiencia de la Fiscalía y la capacidad chingonométrica de la policía veracruzana. Cada asalto, cada crimen, cada secuestro, cada extorsión se resolvería en cuestión de horas.

Pero no somos Televisa. Somos veracruzanos y eso nos condena a padecer la indiferencia de un gobernador tan jodido que dice que aquí lo único que ocurre son asaltos en los Oxxo, cuyo botín son los Frutsis y los Pingüinos.

Oh, Televisa, hazme parte de tu staff.

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