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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Linchémoslos y luego viriguamos

02/05/2016 08:20 a.m.

Cuando el pueblo se cansa, pasa eso. Se arma de valor. Toma la justicia en su mano. Se organiza y hasta se autodefiende.

Y cuando los delincuentes son sorprendidos en pleno atraco, se les van encima, a madrazo limpio, a patada y codazo, a sape y cachetada, linchándolos y a punto de ser quemados vivos. Y eso, créanme, no está bien, pero se entiende.

Así les ocurrió a los tres culeyes que quisieron secuestrar a un comerciante en la Central de Abastos de Minatitlán, el domingo muy temprano, y se les fueron encima pegándoles una mega chinga que casi les cuesta la vida.

Ahora se dice que era zetas y que traían cuentas pendientes con la justicia, que puede que los dejen libres.

La verdá, qué bragados resultaron los minatitlecos. Al ver que tres sujetos pretendían llevarse a uno de los comerciantes que expenden ahí sus productos, pues que se acuerdan de eso que hace tiempo se perdió entre nosotros y que se llama solidaridad. Reaccionaron y no permitieron que se consumara un secuestro más.

Ellos mismos los detuvieron. No necesitaron que la policía llegara y tomara el control de la situación. No porque se les hubiera olvidado llamarles sino porque en la policía no confía nadie. O no se presentan a tiempo o terminan poniéndose del lado de los delincuentes.

Mientras unos los cercaban y comenzaban a recetarles una mega madriza, otros cerraban las puertas de la Central de Abasto y así se aseguraban que no se les pudieran pelar.

Y entonces sacaron todo esa furia que se viene acumulando y que es similar a la que traemos un altísimo número de veracruzanos a los que la violencia ya nos tiene hartos. A los de la Central de Abasto ya los traían de encargo, habiendo perpetrado varios secuestros.


Tres culeyes son nada cuando la gente sufre un ataque de valor. Y con ese valor bastó para someterlos. Y ya sometidos, agárrese señor secuestrador porque la golpiza que le toca es semejante a la que sufrió Jesús en la Pasión de Cristo de Mel Gibson.

No los mataron porque no quisieron. O mejor dicho, no los mataron porque ellos son comerciantes, no asesinos. 

Quemaron el carro en que viajaban los tres pillos. Amenazaban con encerrarlos en el vehículo y que terminaran convertidos en ceniza. Sin embargo, pudo más la razón y no se mancharon las manos de sangre.

Llegó la policía y negoció con los comerciantes, cediendo finalmente y entregando a los tres jijuesuchis. El Mando Único se hizo cargo de los tres delincuentes.

Había que verlos. Todos puteados, chorreaban sangre en la cara, los brazos, las piernas, el tórax. Y la jeta. Qué pinche expresión de angustia, de dolor y de miedo. Chéquense las fotos pa’ que vean que no miento.

Se los llevaron al Hospital Comunitario de Coatzacoalcos. Había que revisar si les había quedado un pedacito del cuerpo en buenas condiciones, si es que tenían algo que les funcionara todavía. Van a tener que valorar pa’ cuando estarán listos para volver a las andadas.

Sí, volver a las andadas, porque ayer mismo se comentaba que quedarán libres porque los tres desgraciados no incurrieron en el delito de secuestro, quesque porque no les dio tiempo de pedir una lana por el comerciante que se llevaban cuando sus compañeros se les fueron encima y los dejaron como Cristo crucificado.

Ni mais. Así salga ahora la Fiscalía de Veracruz con que el delito de secuestro no se consumó, hay otra figura legal que se llama tentativa de secuestro y eso es más que demostrable. 

La otra es privación ilegal de la libertad porque al comerciante se lo estaban llevando contra su voluntad. Así que no salga la autoridá con que los linchados son unos buenos muchachos que merecen quedar libres.

Poquito después, un periodista de Coatzacoalcos reveló que los tres delincuentes son zetas, que tienen un historial de poca madre y que ya habían carpetas de investigación sobre ellos.

Entonces me cae el 20. A los tres culeyes los quiere dejar libres la Fiscalía porque son cuates. Sí, cuates de la maldad y socios de quienes desde las instituciones protegen a los zetas.

Los detenidos son Iván Jair Dionisio Méndez, 23 años; Rodolfo Eduardo Ramírez Martínez, de 22, y Gilberto Méndez Sánchez, de 21. El primero fue detenido junto otros delincuentes en 2012 por elementos de la Naval pero luego el MP o el juez los dejó en libertad.

Y eso es lo que enchila. Como la gente ve que se les detiene y luego los echan a la calle, pues en cuanto los tuvieron tiro les echaron montón y casi los matan a golpes.

Aquí se aplicó eso que solían decir los generales revolucionarios: mátenlos y luego viriguamos. Aquí fue parecido: línchenlos y luego viriguamos. 

Lo malo es que el gobierno los deje libres porque van a querer tomar venganza. Aunque ya habrán entendido que con esos comerciantes mejor ni volverse a meter. 

(Comentarios y tips a: [email protected])



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