​No a cualquiera lo abuchean cuando habla, cuando presume logros, cuando se quiere congratular con un gremio, cuando anuncia prestaciones y privilegios. No a cualquiera le pasa eso pero a Javier Duarte de Ochoa sí.

Tanto se habló del festejo de los maestros, que si se realizaba o no, que si había dinero para ese encuentro del que los mentores salían siempre con grandes premios y el que menos, ostentosos regalos, y de buenas a primeras que le recetan su silbatina.

Hubo quienes dudaron que se llevara a cabo el encuentro, pero al final el gobernador de Veracruz echó la casa por la ventana y trató a los maestros como se merecen. O mejor dicho, a los maestros oficialistas, a los callejistas, a los maistros que no sirven para dar clases pero sí para acarrearle votos al PRI.

Y llegó la fecha este 15 de mayo. 

Y qué fiestón. Quizá no como en otros años, pero le puso su billete el gober. Corrijo: nuestro billete, el de los veracruzanos de carne y hueso, nosotros, tú y yo, él y ella, los que contribuimos, los que compramos y pagamos IVA, los que declaramos impuestos, los que pagamos el 3 por ciento a la nómina, los que pagamos impuesto turístico en los hoteles, los que pagamos cada permiso de construcción, los que pagamos las copias certificadas del acta de nacimiento, los que pagamos por una boda en el Registro Civil, los que pagamos nuestra agua, los que pagamos por abrir un negocio, los que pagamos el refrendo cada año, los que le damos nuestra lana al gobierno.

Entonces aclaro: qué fiestón le hicimos entre todos a los maestros oficialistas, a los callejistas, a los pinches vivales que no saben cómo enseñar a nuestros niños, ni quieren, y que usan el magisterio para cobrar las horas trabajadas y no trabajadas, los que escalan en la pirámide sindical, los parásitos que tienen salario como maestro, como director, como inspector, como supervisor, o como delegado de la SEV o funcionario de la SEV y no dan golpe.

Debió llegar muy contento el gobernador al World Trade Center porque el tipo goza cuando por un plato de comida la gente le aplaude. Y así llevó a los maestros a la comilona. Claro a los maestros que controla, o supuestamente controla, Juan Nicolás Callejas, el Pirata Morgan, el cacique magisterial que ya no controla ni a Callejitas, su hijo, ni a la Patricia Peña, su hija. Ah, no. Su protegida.

En los videos que circulan en internet se observa que apenas iniciaba la lectura Javier Duarte comenzó el desmadre. Los maestros estatales fueron los primeros que empezaron a silbar. Los borregos cercanos a Callejas aplaudían tratando que ahogar los silbidos, pero pronto se dieron cuenta que a los silbidos se agregaron lo abucheos.

Unos cuatro minutos duró la silbatina y el abucheo, mientras el gobernador de Veracruz agradecía ser el invitado de honor a un evento que se pagó con dinero de la tesorería del estado. Vuelvo a corregir: se pagó con el dinero de todos nosotros, que somos los contribuyentes.

Entonces se escucha cómo sube la voz Javier Duarte, tratando de que los altavoces acallen a los inches silbantes. Y ha de haber pensado “ya chingué”. Les digo que hay un nuevo incentivo para ellos y les callo el hocico. 

Y, ¡oh sorpresa!, el abucheo siguió. Y más maestros se unían al cotorreo, porque mientras unos silbaban y los borregos aplaudían, la mayoría reía.

De pronto suelta Javier Duarte: “Vine a decir que estoy aquí para comprometerme con todos ustedes con un tema en especial, a los maestros que dieron su vida por el desarrollo de nuestras instituciones, nuestros maestros jubilados!, vengo a decirles a todas y a todos ellos que habrá bono para las maestras y maestros jubilados!!”.

Ahí estaba el truco. Con un bono, a callarse pendejitos. 

¿Y qué creen? Siguieron silbando, siguieron abucheando, siguieron riendo, siguieron pataleando.

Y entonces vino lo cabrón. Comenzaron a gritar “lárgate”, “cállate”, “fuera” y un rimbombante “no tienes vergüenza”, que coreaban las maestras hasta del área federal.

Santos revoltosos, Batman. 

Javier Duarte les recordó que hubo bono a las maestras madres, a los maestros por ser maestros y habrá bono a los jubilados. Respondían unos cuantos. La mayor parte se quedaban con cara de caballo, alargada pa’ bajo. 

Entonces mencionó a la maestra Xóchitl Adela Osorio Martínez, secretaria de Educación de Veracruz, y los silbidos y abucheos la atraparon.

Mucho bono, pero el gobernador no dijo de cuanto era. Los reporteros lo siguieron al salir del WTC de Boca del Río. Le preguntaron. Lo único que hizo fue darse la vuelta y se fue. Iba como diablo.

¿Cómo se llamó el plato fuerte de la comida?: abucheo al gobernador. Salud y larga vida.

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