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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La Gendarmería con Duarte, de nada servirá

19/05/2016 08:52 a.m.

La queríamos pero no así. La reclamábamos pero con manos libres para operar. Urgíamos que llegara la Gendarmería Nacional pero no imaginábamos que vendría a trabajar de manera conjunta con la Fuerza Civil.

Ya es un hecho que la Gendarmería será enviada al sur de Veracruz, así le pese al gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien tendrá que ceder el área de seguridad a la corporación federal.

Pero no todo son malas nuevas para el gobernador. Viene la Gendarmería pero se coordinará con la Naval y con la Fuerza Civil, lo que le permite a Javier Duarte seguir teniendo injerencia en un ámbito que ha sido el punto flaco de su gobierno por los altos índice de violencia, pero en el que se han tejido grandes negocios, entre ellos la venta de protección a los grupos del crimen organizado.

El martes 17 lo anunció Javier Duarte. El miércoles 18 detalló que habría colaboración entre la Gendarmería, la Naval y la Fuerza Civil. Así que pasamos del gozo al pozo, de la alegría al desencanto y de la esperanza a la frustración.

Si la Gendarmería Nacional actuara con plena libertad, en cosa de meses liberaría a Veracruz de las garras del crimen organizado. Pero esa libertad está acotada. 

Se ve que del gobierno federal hubo presión para entrar a Veracruz y se ve también que el gobernador puso sus condiciones y se las aceptaron.

Veracruz vive una constante de violencia. Veracruz está en manos de la delincuencia. Veracruz sufre los embates del crimen organizado. Veracruz presenta una crisis de justicia e impunidad.

Primero fueron las policías intermunicipales, que terminaron corrompiéndose, siendo infiltradas por la delincuencia. Después el Mando Único Policial, con el que se suponía habría una mayor efectividad, cercando con información de inteligencia a los malos y desmantelando las bandas que tienen asolada a la sociedad.

Pues el Mando Único también falló.

No funcionó, y a la vista están los malos resultados, porque la Naval operaba de una forma y la Policía Estatal seguía inmiscuida con la delincuencia. La información de inteligencia que tenía la Naval, una vez conocida por la Policía Estatal, era filtrada a las bandas y así lograban evadir cualquier acción en su contra.

Por eso los altos índices de secuestros. Con el caso de las doctoras de Minatitlán y el ginecólogo de Coatzacoalcos, se suponía que se había llegado al punto crítico, protestando muchos doctores en marchas y dejando de prestar servicios por un día. Reaccionó el gobierno  y ofreció que todo cambiaría.

Lamentablemente no fue así. Los secuestros continúan. Una maestra fue levantada en Minatitlán sin que se sepa su paradero. Otra comerciante fue secuestrado en Coatzacoalcos y se teme que no pueda volver con vida. 

En los días en que el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras presumía de la efectividad del Grupo Antisecuestro, fue levantado el dueño de un bar en Coatzacoalcos y apareció días después sin vida con un mensaje clavado en el pecho.

Los resultados no son malos; son malísimos. Los secuestros, los ejecutados, la gente amenazada, los asaltos a comercios y a casas habitación, los cristalazos, el clima de violencia, no le van bien el gobierno de Javier Duarte de Ochoa.

Hace meses que se pedía la Gendarmería Nacional. Todo mundo sospecha que la Policía Estatal mantiene nexos con el crimen organizado, que le controla la plaza, que le cuida las espaldas, que le sirve y a cambio los malos pagan bien.

Ahora es un hecho. La Gendarmería viene a hacerse cargo del sur de Veracruz, dada la incidencia de delitos y la evidente incapacidad para acabar con los malosos.

Pero la decepción llega cuando lo primero que se dice en los altos niveles del gobierno, y el mismo Javier Duarte lo plantea, es que la Gendarmería Nacional se coordinará con la Naval y con la Fuerza Civil.

Y ahí nos chingamos todos.

Si no se supiera en qué madres anda metida la Fuerza Civil, se la comprábamos. Pero hay decenas de casos en que la policía de élite del gobernador Javier Duarte ha sido señalada de levantar personas, de torturarlas, de obligarlas a incriminarse, de reprimir a quien se les pone enfrente.

Si la Gendarmería llegara con las manos libres, me canso que en cuestión de semanas cambiaría la seguridad en Veracruz. Perseguirían a los delincuentes, no a los inocentes; desmantelarían las bandas que han sembrado miedo entre la sociedad.

Pero viene a Veracruz y tendrá que coordinarse con la Fuerza Civil, que está equipadísima pero para darle en la madre a quien se le ponga enfrente, así sean ciudadanos inocentes, no para acabar con el crimen organizado.

La condición de Javier Duarte fue que su policía se sumara a las acciones de la Gendarmería. A quien pone una condición así no se le dice que no. Ahora falta ver si esa corporación logra sacudirse a la Policía Estatal.

Si no, la violencia seguirá y quizá todo se ponga peor.

(Comentarios y tips a: [email protected])


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