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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Los mata la policía y luego los siembra

23/05/2016 08:28 a.m.

​Todo iba bien. Una mujer rescatada y cinco sicarios abatidos, uno de los cuales era jefe de plaza y le apodaban Murciélago, un tipo de temer. Parecía el gran golpe. Parecía la historia perfecta. Pero no lo fue.

La mañana del jueves 19, bien temprano, ocurrió un tiroteo en la colonia El Tesoro, en Coatzacoalcos. Ahí murieron dos secuestradores a manos de la Fuerza Civil, cuyo operativo se extendió hasta la congregación Las Barrillas, donde la policía dio muerte a tres sicarios más.

Horas después, el director de la Fuerza Civil en Coatzacoalcos, Roberto González Meza, presumía el operativo, daba detalles, festejaba la efectividad de la corporación.

A unos metros, una mujer cuyo rostro traslucía la angustia comenzó a hablar. Llamó la atención de los reporteros y les dijo que su hijo, Jorge Álvarez Javier, había sido sustraído de su domicilio con lujo de fuerza y llevado por la Fuerza Civil a un destino incierto.

Era el golpe policíaco y era la sospecha. 

En un instante comenzaba a desmoronarse la historia con la que la Fuerza Civil se erigía como el gran azote de los malosos, capaz de rescatar personas inocentes y devolvernos la paz.

Esa mujer, llamada Lorena Javier Arias, fue ahí a decir que su hijo había sido levantado, que quienes allanaron su domicilio eran elementos de la Fuerza Civil y que no tenían una pista, un rastro, algo que los pudiera conducir hacia su paradero.

Detalló cómo fue. Los elementos de la Fuerza Civil entraron al domicilio con alevosía, sin orden de aprehensión. Se llevaron a Jorge Álvarez, mientras su esposa rogaba que lo dejaran. A ella la arrojaron al piso y la conminaron a callar. Ambos tienen un pequeñín. Después no se supo más.

Todos los medios dieron cuenta de la noticia, de los cinco sicarios abatidos tras la liberación de la mujer secuestrada y del levantón que sufrió el abogado Jorge Álvarez Javier, de 29 años de edad, quien vivía en la colonia Sector Popular, en la zona más marginada de Coatza.

Al ver las fotografías en los periódicos y las imágenes en la tele, los familiares del abogado se llenaron a asombro y terror. Uno de los muertos era Jorge Álvarez. De inmediato acudieron a identificar el cuerpo.

Ahí fue donde la historia contada por la Fuerza Civil perdió sentido. O mejor dicho, cuando todo mundo se percató que había gato encerrado, que lo del supuesto enfrentamiento no tenía lógica y que había indicios de una desaparición forzada y ejecución.

A nadie le queda duda. El enfrentamiento no existió. Los cadáveres fueron sembrados. Se trató de un montaje. Nomás pa’ que vean que no sólo el ex procurador Genaro García Luna, en los tiempos del presidente panista Felipe Calderón, los hacía y Televisa los transmitía.

Se dieron a conocer los nombres de tres de los abatidos: Carlos Alejandro González Quino de 23 años de edad, José Manuel Rodríguez Magaña de la misma edad y Carlos Arturo Rodríguez García de 19. El cuarto fue Jorge Álvarez Javier y del quinto no se sabía nada.

Entonces la bola de nieve comenzó a crecer. Jorge Álvarez había sido sacado de su hogar por la Fuerza Civil y llevado con rumbo desconocido. Fue acribillado a balazos y lo fueron colocar entre los abatidos de Las Barrillas.

El otro punto fueron las armas. En algunas fotografías que comenzaron a circular en redes sociales se ve a dos de los muertos sin armas; luego la policía difundió otras en que sí portan armas tipo pistola.

Otros dos de los abatidos aparecen con armas largas, pero a leguas se ve que se las colocaron en las manos. Se supone que cuando alguien muere, el cuerpo se relaja, se sueltan las manos. En este caso no. Las armas estaban fuertemente empuñadas por los supuestos sicarios.

Hubo otro detalle. Jorge Álvarez apareció con un pantalón y zapatos. Cuando fue sustraído de su hogar se hallaba en bermudas y chanclas.

Otro de los supuestos sicarios también fue levantado por la Fuerza Civil cuando se hallaba en su domicilio, en la colonia Cuauhtémoc. Y está muerto.

La versión que ha trascendido es que la Fuerza Civil confundió a Jorge Álvarez con el jefe de plaza de Minatitlán, apodado Murciélago. Lo siguió, lo sacó de su domicilio y lo ejecutó. ¡Sopas! Eso es violatorio de la ley. Así sea el peor delincuente, ninguna policía puede matar a mansalva, ejecutar a sangre fría. Si se trata de delincuentes, que solicite la orden de aprehensión a un juez, que lo detenga y que lo consigne. Nadie tiene derecho a matar así.

Hace dos meses, a finales de marzo, en el basurero Las Matas, cerca de Minatitlán, hallaron seis cuerpos, dos de ellas mujeres. Supuestamente se enfrentaron a la Policía Civil. Los abatieron a todos. También se sospecha que los habían ejecutado y que sembraron los cadáveres.

Si esa es la policía que debe cuidar a la sociedad, a persignarse todos. Esa Fuerza Civil levanta inocentes, los mata y luego los hace aparecer como sicarios. Y así va sembrando terror entre la población.

Esto es desaparición forzada y suena a otro escándalo sobre el gobernador Javier Duarte de Ochoa.

(Comentarios y tips a: [email protected])


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