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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La penicilina soy yo: Héctor

27/05/2016 10:48 a.m.

​gitano no le lee la buenaventura a otro gitano. Pero Héctor Yunes cree que sí.

Ya lo dijo antes que la cura para los problemas de Veracruz es él, que Veracruz requiere medicina carcelaria, que él es la medicina, no la enfermedad, que él es el bueno, que aplastará al crimen organizado y que cuando llegue a gobernador no se tentará el corazón para meter a la cárcel a todos aquellos que hayan incurrido en actos de corrupción.

Si yo tuviera tres años, me chupara el dedo, usara pañal desechable y todavía babeara, seguro le creería. Pero no soy así y ustedes tampoco.

Los políticos mexicanos son como los argentinos. Saben que no valen nada pero se venden en una millonada.

Y venden también su rollo. Y venden sus promesas. Y venden sus palabras. Saben que siempre, absolutamente siempre, habrá alguien con poco alcance que los quiera comprar.

Héctor Yunes les habló a los médicos y les dijo que en su gobierno habrá medicinas, atención para los pacientes, hospitales que curen, no sólo que diagnostiquen.

“En el nuevo Veracruz tendremos clínicas y hospitales que sí curen y que no nada más diagnostiquen”, les dijo.

Chequen lo que dijo: el nuevo Veracruz.

O sea, antes y después de Cristo; antes y después de Héctor.

Eso es soberbia.

“En los dos años de mi gobierno voy a trabajar para poner de pie al estado. Daremos a cada familia los servicios de salud que merecen”, agregó con ganas de que le creyeran.

Lo primero que hará será concluir la Torre Pediátrica, que se ubica en el municipio de Veracruz, un fraudazo que viene del gobierno de Fidel Herrera Beltrán, siguió con Javier Duarte y que la tendrá que terminar quien gobierne a partir del 1 de diciembre de este 2016.

Ojo: echará a andar la Torre Pediátrica pero ni una palabra sobre donde quedó el dinero, recursos federales enviados a Veracruz y que Fidel y Duarte desaparecieron sin explicar en qué cuenta bancaria fueron a parar los millones que debieron servir para su edificación.

Y luego su frase célebre: “Para los problemas de Veracruz, yo son la medicina, no la enfermedad”.

O lo que es lo mismo, la penicilina soy yo. Y el Pepto Bismol para las agruras. Y Paracetamol para la jaqueca. Y el Kaopectate pa’ la diarrea. Y el Captopril pa’ la presión.

El caso es que Héctor Yunes Landa presume ser el remedio para una enfermedad que, ¿saben qué?, la provocó el PRI.

Ahora resulta que no es candidato, es medicina, que él no está enfermo, que tiene el don de la curación, quizá sea médium, brujo o hechicero, porque a Veracruz le urge, super urge, un ánima que le venga a resolver los grandes dilemas que lo agobian, que ahuyente a los espíritus chocarreros que tienen salado al gobierno y que lo han sumido en la debacle social, administrativa y política.

A ver, a ver. Hagamos lógica. Recordemos cuando llevábamos una materia llamada argumentación. Pensemos.

Héctor Yunes es medicina. La enfermedad, supongo, es la corrupción y la ineptitud. La enfermedad, creo, es Javier Duarte y Fidel Herrera y sus respectivos gobiernos.

Pero recuerdo que Héctor Yunes fue subsecretario de Gobierno y líder de la Legislatura en tiempos de Fidel Herrera.

Recuerdo que Héctor Yunes fue presidente estatal del PRI y senador por Veracruz durante el gobierno de Javier Duarte.

Observo las imágenes en que Héctor Yunes aplaudía la bursatilización del impuesto de tenencia vehicular orquestada por Fidel Herrera Beltrán para endeudar a Veracruz, sin saber dónde quedó ese dinero, cómo se aplicó o quién se lo chingó.

Veo el video en que Héctor Yunes defiende a Fidel Herrera Beltrán cuando le cayeron en llamadas telefónicas operando las campañas del PRI y desviando recursos para los candidatos priistas.

Veo y escucho el video en que Héctor Yunes expresa que “Javier Duarte es mi jefe político”, exaltando su capacidad financiera, reconocida por todo mundo. ¡Plop!

Y ahora resulta que ese Veracruz enfermo de corrupción, saqueado a pedazos por fidelistas y duartistas, empobrecido por la transa, abandonado y estancado porque el dinero para impulsar diversas actividades productivas se lo robaron, requiere una medicina llamada Héctor Yunes.

No le creo. La enfermedad no cura a la enfermedad y Héctor Yunes y parte de la enfermedad, no el remedio, no el alivio ni el suero que rescata de la muerte a quien está en fase terminal.

Para ser penicilina, Héctor Yunes debió haberse mantenido al margen del enfermo, de los gérmenes que lo contaminaron, que atacaron sus células, que destruyeron sus tejidos, que acabaron con sus órganos, que reventaron su cerebro y que destrozaron su corazón.

Héctor Yunes no es penicilina. Es parte de la enfermedad. Y de ser gobernador va a terminar de matar a Veracruz.


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