​Entrenador de perro, entrenador de golf, hangar para el carrito de golf, maquillista, peinadora, arreglos florales, meseros, cocineras, ayudante de chef y recamarista. De eso y más dispone el gobernador Javier Duarte de Ochoa. ¿Y saben qué? Nos cuesta, no a él, no a su esposa Karime, sino a todos los veracruzanos.

Es su nómina y es, la verdá, una mentada de madre.

El vato gasta como si fuera el rey de Francia antes de la Revolución. Se da vida de artista. Quizá se sienta Brad Pitt aunque no lo parezca. Derrocha como si fuera el mejor gobernador de México. Y es un bodrio.

La lista de gastos la reveló el candidato del PRD-PAN al gobierno de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares y ¡bum! que revienta el escándalo. La lista y las pruebas, los documentos, las facturas, la relación de gastos, que son un derroche que no tiene nombre y que refleja que ellos están viviendo en la opulencia y el pueblo está cada día más olvidado.

El gordo se gasta 329 mil 650 pesos mensuales de nómina, o sea de personal a su servicio en Casa Veracruz, en los depas de Torre Pelícano, en Boca del Río, en el club de golf de Xalapa, en el Penthouse de Ixtapa. Y todititito con cargo al erario de Veracruz.

En seis documentos, Yunes Linares sustenta este nuevo hallazgo, el derroche del gobernador cuando a Veracruz se lo lleva la bruja por el endeudamiento bancario, la bursatilización de impuestos, la corrupción que ha acabado con los recursos de estado.

Ahí les va.

Al entrenador de golf le paga 5 mil pesos; al maestro de música, 8 mil 400; al entrenador de perros, 11 mil 250; a la peinadora de su esposa Karime Macías, 15 mil; a las dos maestras de los niños, 24 mil pesos; a la asistente, 12 mil; a la enfermera para los peques, 12 mil 500, y a las dos cocineras, 23 mil pesos.

Enfríese. No se caliente. Esto apenas empieza.

Por el pinche hangar en que guarda el carrito de golf, pagamos —sí, nosotros porque el cabrón no lo pone de su bolsillo— 7 mil 500 pesos.

Y luego viene la tragazón y el chupe.

225 mil 625 pesos en vinos; 68 mil 617, pescados y mariscos; 15 mil pesos por un arreglo floral. Me lleva el diantre. ¡Cuántas familias comerían con esos 310 mil pesos!

Esta es la realidad de Javier Duarte, un glotón que se come hasta las migajas de los bolillos y los corchos de los vinos, y que no se tienta el corazón para pagar —con dinero de nosotros, los veracruzanos, por supuesto— 15 mil pesos por un reméndigo arreglo floral.

La esposa tiene maquillista y peinadora y no se nota que hagan bien su trabajo, porque la ñora siempre se ve igual.

Aparte les pagan a 15 encargados y personal de limpieza y mantenimiento, una recamarista, encargados de obra e ingenieros de mantenimiento.

Y pensar que todo se paga con el dinero que aportamos los veracruzanos.

Es inaudito que Javier Duarte haya negado ser dueño de casas y departamentos a raíz de que llega a gobernador y ahora se demuestra que con dinero de la nómina oficial se está pagando al personal que tiene al punto los depas de Torre Pelícano e Ixtapa.

Decía el gobernador que los departamentos de Torre Pelícano no eran suyos, que si aparecen a nombre de su cuñada Mónica y su concuño José Armando Rodríguez Ayache es porque ellos los pudieron comprar. Entonces, cómo se explica que con dinero del erario público se pague al personal que cuida de su limpieza y les da mantenimiento.

El derroche está presente. El engaño también. ¿Se acuerdan de aquel video del periodista Alberto Loret de Mola, quien fuera director del periódico Milenio El Portal, ahora Milenio Xalapa, donde acusaba a Javier Duarte de robar dinero del presupuesto, de comprarse terrenos, construir casas, pavimentar caminos para andar con su cuatrimoto? Pues todo era verdad.

Otro tantito y aparecen facturas por compra de productos y pago de servicios, así como el salario del personal en las casas de Houston, Miami y España. O lo que es lo mismo, nosotros, los veracruzanos, con nuestros impuestos y contribuciones le estamos pagando la vida de jeques que estos jijuesuchi de los Duarte-Macías se están dando.

El asunto es la punta de la madeja. Jalamos el hilo y nos vamos hasta el fondo. Es otra prueba de que en el gobierno hay unos pillos y entre el pueblo habemos una masa de tarugos que nos dejamos pisotear, que nos dejamos ningunear y que nos dejamos poner al hombro una cruz que con miles de trabajo la podemos cargar.

Duarte sale caro. Traga buenos vinos y mejores comidas. Al personal le paga super bien. Y no le duele. 

Y no le duele porque no sale de su bolsillo. Lo paga con dinero del erario público. Es decir, lo paga con dinero de los veracruzanos.

Ta’ cabrón tener a un gordo tan encajoso y no haber podido echarlo a patadas de Veracruz.

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