​Podemos protestar e irritarnos, quejarnos de la pobreza y el abandono, de la corrupción y la impunidad, de la violencia y la injusticia, del miedo que nos da salir a la calle y no regresar. Podemos armar un lío pero si somos indiferentes y no actuamos, ya valimos. Hay que votar.

Estamos a horas del día crucial, la jornada del 5 de junio, el domingo en que los veracruzanos podemos ser los protagonistas del cambio histórico, de la alternancia política en Veracruz, mandando al carajo a un sistema político que nos ha hecho un terrible daño. 

Esos que han sufrido un abuso de poder, el levantón de un familiar o de un amigo, el despojo de un terreno o una casa, el simple maltrato de un servidor público en una dependencia, todos tenemos algo que nos mueve a decir ¡ya basta!

Peor aquellos a los que les mataron a sus padres o hermanos; a los que les secuestraron a su gente y luego vieron en un video cómo les cortaban uno o dos dedos; a los que hallaron en una fosa clandestina a su pariente, a su vecino, a su amigo.

Igualmente horrible ese que a plena luz del día, cuando se supone que todo está tranquilo y que la vida sigue como siempre, de pronto se escucha una detonación y otra y otra, mientras un sujeto es ejecutado y muere en un charco de sangre.

Indigna saber que un cuate cayó en manos de la policía cuando caminaba tranquilamente por las calles de la ciudad. Se acercó la patrulla y los elementos descendieron empuñando las armas, amedrentando al ciudadano, lanzándole la estúpida pregunta de “¿a qué te dedicas?”. Y como la respuesta nunca les va a satisfacer, trepan a la víctima en la batea de la camioneta y ahí comienza el calvario.

La tortura es la madre de todas las injusticias. A base de golpes, los policías obligan a los inocentes a declararse culpables, violándoles sus derechos, negándoles la posibilidad de demostrar su inocencia, convirtiendo su vida en un infierno. Y eso ocurre todos los días en Veracruz.

Otros son remitidos a la autoridad por cargos mayores. Los responsabilizan de robo, asalto, intento de asesinato, tráfico de drogas, abigeato o fraude. No tuvieron los familiares para pagar la cuota y sus parientes terminan en el penal regional de Coatzacoalcos.

Un permiso de construcción o de apertura de negocio cuesta más de lo que dice el Código Hacendario. Como si fuera un capítulo de “¿Qué nos Pasa?”, aquel programa de Héctor Suárez que describía las diferentes facetas del desgarriate social y político mexicano, todo es corrupción.

Nunca falta un burócrata dedicado a poner trabas, a inventar que no hay forma de otorgar permisos a constructores o quienes solicitan servicio trifásico de energía eléctrica en la CFE. A menos, claro, que haya un soborno.

No hay medicinas en los hospitales del gobierno y muchos enfermos no pueden aplicarse una diálisis. Los niños en el campo se enferman y mueren porque nunca se les ha aplicado una vacuna, aunque en los reportes oficiales aparezca una millonaria inversión en el programa de vacunación, aunque se mienta para que la estadística muestre que Veracruz cumple al 100 por ciento.

En Veracruz siguen esperando que algún gobernador termine de construir la Torre Pediátrica. En Coatzacoalcos se espera que de un momento a otro llegue Javier Duarte de Ochoa y coloque por tercera vez la primera piedra del Hospital de Especialidades Médicas. Claro, coloca el ladrillo, recibe el aplauso, se va y el servicio de salud no llega a la población.

Y así la interminable lista de agravios a los veracruzanos, los que se joden con el gobierno que tenemos, los que sufrimos por la inseguridad, los que estamos aterrorizados ante la violencia, los que un día vimos cómo entraban a la casa y sacaban a nuestro familiar y desde entonces desapareció de la faz de la tierra.

Todos ellos y todos nosotros, por la violencia o por la corrupción, por el robo de los 645 millones de pesos perpetrado mediante empresas fantasmas, o por el saqueo de las arcas del gobierno que no ha permitido que aterricen las obras y los servicios que demandamos los 8 millones de veracruzanos, tenemos algo que hacer, tenemos un forma de protestar.

Sí, podemos protestar pero de la manera más inteligente. Podemos hacerlo con nuestro voto. podemos mover a Veracruz, transformarlo, cambiar a un sistema de gobierno que al corromperse nos ha arrastrado al fondo del abismo social.

Mientras el grupo gobernante, los priistas que han permanecido en el poder por 80 años, se enriquecen, los pobres se vuelven más pobres y la clase media comienza a ser pobre.

En nosotros está cambiar. El voto es nuestra arma. Hay que ejercer su poder. Hay que dejar la indiferencia y salir a votar. Si no lo hacemos este 5 de junio, después no tendremos derecho a quejarnos por lo mal que nos tiene el gobierno y el PRI.

La elección es nuestra: o votamos o votamos. Usted escoge.

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