Ya veo el borlote. Ya siento a los pejistas o morenistas en las principales calles veracruzanas, gritando que la elección para gobernador se la robaron y que ellos, Morena, son la principal fuerza en el poder.

Ya escucho que exigen voto por voto, casilla por casilla, al estilo del 2006 cuando Andrés Manuel López Obrador contendió por la presidencia de México y no le reconocieron el triunfo, porque en realidad no lo tuvo o porque fue objeto de un fraude.

El Peje agitó y provocó un ambiente caótico en la ciudad de México, donde cerró una de las principales calles, la avenida Reforma, y los lugares adyacentes al Zócalo.

Una cosa es protestar porque la ley fue violada y otra violar la ley para hacer sentir la fuerza que uno trae. Eso es lo que ocurrió con Andrés Manuel López Obrador cuando aún era militante del Partido de la Revolución Democrática.

Aquella protesta de López Obrador le atrajo una caída en la aceptación popular y la pérdida de importantes grupos de apoyo en la capital del país. El haber afectado el desarrollo de su vida, sus actividades cotidianas, fue algo que los chilangos no le perdonaron nunca al Peje.

La elección del 5 de junio tiene sus propias características pero en el fondo es el caldo de cultivo para una serie de protestas que le permitan a Morena estar en el aparador, que todos los veracruzanos volteen a verlo y ser protagonista de este proceso electoral.

Morena protesta porque los resultados de la elección de gobernador no le favorecen y presume que hay un fraude mayúsculo por parte del PRI, PRD-PAN y los órganos electorales. Ve una concertacesión de alto nivel para no entregar Veracruz a la izquierda real.

Dice la diputada federal por Coatzacoalcos, Rocío Nahle, que el acuerdo es que no pase Morena, que no sea gobierno, que no pueda tener la oportunidad de dar un grito a favor de la sociedad y de reencauzar el rumbo de Veracruz.

El plan es que siga gobernando el PRI o que le pase la estafeta al PRD-PAN, pero que de ninguna manera sea Morena el partido que tome el poder.

Cuitláhuac García, candidato de Morena al gobierno de Veracruz, acusa que el Programa de Resultados Preliminares Electorales (PREP) está diseñado para fluir a muy baja velocidad y que eso permita el fraude.

Mientras Miguel Ángel Yunes canta la victoria y festeja a todo pulmón con sus seguidores, compartiendo sus videos en las redes sociales, saliendo en plan estelar en los noticiarios de televisión y siendo mencionado una y otra vez en los periódicos de mayor circulación, en Veracruz hay una voz, la de Morena, que acusa irregularidades en el conteo.

Morena dice que hay fraude. Esgrime que el PREP no es coincidente con lo que indican las actas de escrutinio, donde el triunfo sería para Cuitláhuac García por más de 3 por ciento de la votación.

Lo que plantea el partido de López Obrador de entrada es preocupante porque, de ser cierto, estaría estableciendo un nivel de perversidad política al grado de burlar la voluntad de los veracruzanos.

Pero por otra parte, si Morena no prueba de sus dichos, quedará como una fuerza política capaz de usar el engaño para ganar adeptos, desconocer los resultados de la elección del 5 de junio y generar un ambiente de caos y sospecha en torno al cambio de gobierno.

El asunto es verdaderamente serio porque mientras Yunes Linares, el candidato de la coalición PRD-PAN, da por sentado su triunfo, y el candidato del PRI, Héctor Yunes Landa, admite que los resultados no le favorecen, lo que equivale a la aceptación de la derrota, Morena asegura que hay fraude y el triunfo es de ellos.

En un principio, Cuitláhuac García reprobó que los primos Yunes se adjudicaran la victoria. Dijo que él esperaría el resultado del cómputo oficial, que será el miércoles 8 de junio. Sin embargo, una vez que la diputada Rocío Nahle acusó irregularidades y una concertacesión entre PRD-PAN y PRI, inició lo que parece ser la movilización de Morena por todo Veracruz.

Cuitláhuac García asegura categóricamente que el triunfo es de Morena, que el PREP está diseñado para dar resultados falsos que favorezcan a los Yunes y que Morena va a tomar cartas en el asunto con todo lo que ello implique.

Es algo así como el llamado a que suenen los tambores de guerra. La elección se va a los tribunales de una manera poco común. normalmente quien impugna una elección es quien queda en segundo lugar, quien se siente agraviado porque el triunfo debiera ser suyo.

Esta vez, sin embargo, Morena, desde su tercer lugar, dice que todo es falso menos lo que ellos dicen. Su triunfo es incuestionable y se le debe respetar.

La elección en Veracruz entra en otra fase. Yunes Linares festeja como gobernador electo, el PRI cede y reconoce que no ganó, y la gente de López Obrador ya inicia la movilización.

Si alguien suponía que Morena no daría show, simplemente se equivocó.​