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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Paz social en sueños

15/07/2016 08:59 a.m.

Eso que llaman paz social es como un espejismo. Parece pero no es. Quisiéramos gozarla, movernos con tranquilidad, salir a las calles y saber que volveremos con bien, tener la certeza de que las familias y la sociedad no corremos peligro.

Entonces no entiendo a los alcaldes. En el desplegado que firmaron, o que hacen pasar como que firmaron, le agradecen al gobernador Javier Duarte de Ochoa por la paz social que le ha dado a Veracruz. Y eso no es verdá.

La paz social no puede existir cuando a diario hay crímenes y secuestros que llevan dolor a las familias y que como sociedad comenzamos a sentir que nadie está a salvo y que el próximo en sufrir un ataque puedo ser yo o mi gente.

La paz social es sólo un concepto cuando vemos, sabemos y leemos que el secuestro es uno de los flagelos de las sociedad, que decenas de personas lo sufren, que los reportes de los organismos que lo estudian y llevan la estadística mensual, alertan que en el sur de Veracruz, por ejemplo, se mantiene al alza.

¿Hay paz social cuando las cifras de organismos no gubernamentales, como Alto al Secuestro o el Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos, reportan que el secuestro es el delito estrella, el que más víctimas produce porque su incidencia es cada vez mayor?

Se produce un secuestro cada dos días. Así lo tiene consignado el reporte de Alto al Secuestro, la organización que encabeza la señora Isabel Miranda de Wallace. Su estadística afirma que en junio ocurrieron 27 casos.

Antes, el Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos había planteado una cifra similar. También señaló que hay un homicidio cada tres días.


Todo esto ocurre teniendo a la Unidad Especializada en Combate al Secuestro instalada en Coatzacoalcos, lo que lleva a pensar que no funciona o que mantiene relaciones cordiales con las bandas dedicadas al secuestro.

¿Cómo pensar que hay paz social si ese delito, el secuestro, que es tan demoledor porque agravia a la víctima y a sus familiares por igual, ocurre frente a la autoridad y no hay nada que lo detenga, con escasas aprehensiones de delincuentes? Y tan inexplicable es esto que cuando detienen a una banda de secuestradores, el delito sigue ocurriendo, como si otra banda se adueñara de la plaza.

Cómo hablar de paz social si Veracruz está a merced del hampa y no hay día sin ejecución, ese tremendo espectáculo que sacude a la sociedad al saberse que los comandos armados llegan hasta su víctima, la sorprenden, le vacían su carga y lo dejan ahí, tendido en una calle, en una banqueta, en terreno baldío o hasta en el interior de su hogar.

Cómo hablar de paz social si la extorsión sigue siendo cosa de todos los días, infundiendo miedo a las víctimas y obligando a entregar cantidades de dinero a cambio de su tranquilidad.

Qué se fuman o se meten entonces los 128 alcaldes que firmaron la carta de apoyo a Javier Duarte, agradeciéndole por la paz social que ha traído a Veracruz si lo que vemos a diario es violencia, miedo, bandas que se mueven a sus anchas, que actúan sin que haya autoridad que las enfrente, que nos mantienen en la zozobra.

Unos dicen que no la firmaron aunque su firma esté ahí, en el desplegado que ha causado tanto rechazo y una condena generalizada en diversos sectores de la sociedad.

Pudiendo expresar que son solidarios con el gobernador, sobre todo ahora que se tambalea y está a punto de caer, resulta absurdo que se hayan metido en terrenos que, la verdá, nunca debieron tocar.

Algunos de los alcaldes comienzan a deslindarse de la carta. No la conocen, dicen. No la firmaron, aseguran. Porque de inmediato sufrieron el rechazo de la sociedad.

Los llevaron al baile, no porque hayan manifestado su respaldo a Javier Duarte para que permanezca al frente del gobierno de Veracruz hasta que concluya su mandato, el 30 de noviembre, sino porque hablar de apoyo por parte del gobernador a la obra pública y haber garantizado la paz social es más que un exceso, es una estupidez.

Los muertos cuentan, al igual que lo extorsionados y los secuestrados y desaparecidos, generando un ambiente de temor y miedo y en muchos, muchísimos casos, la pérdida de algún familiar o el daño que como familia no se puede borrar.

No puede haber paz social cuando Veracruz es un estado dominado por la violencia, en el que a menudo se sabe que la policía estatal o municipal están enredadas con las bandas de la delincuencia.

Por eso lo incongruente de la carta de los alcaldes. Le hubieran dado su apoyo a Duarte y ya. Ah no, le agradecen su respaldo para realizar obra pública cuando que les retiene las participaciones federales y una paz social teñida de rojo y con olor a sangre.

Esa paz social, cuando menos en Veracruz, es un espejismo.

(Comentarios y tips a: [email protected])



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