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Luis A. Chávez

Chuleta de Iguana

El Imperio contraataca

27/07/2016 08:25 a.m.

Hace tiempo, en una galaxia no tan lejana donde viven dinosaurios, reyes, reinas y príncipes, vivió un tal Fidel Vader quien designó como su sucesor  (ya se había llevado mucho queso) a un tal Duarte Skywalker que se convirtió en algo peor que un Chewbacca, a grado tal de desconocer al monstruo que creó y que ni Yoda, el Maestro copetón y no orejón, pudieron meter en cintura a pesar de la enorme cagazón, constante, de Chewbacca, un animal en toda la extensión de la palabra.

El Imperio estaba en peligro pues, sencillamente, y esto era inconcebible, a pesar de tener ejército, marina, policías y demás, pequeños grupos armados controlaban ese Imperio.

Fidel Vader, reposando tranquilamente con el premio que le dieron por haberse llevado tanto queso, declaraba en otro mundo que, si su monstruo Chewbacca, había salido un inútil, él no era culpable y pidió  otro whiskey. 

Así de fácil, nada de “oye ya párale, devuelve ese dinero, no mames”, no, nada de eso, allá cada quien. 

Entonces a Chewbacca Duarte lo fueron dejando solo, poco a poco. ¡Chewbacca subía impuestos, inventaba nuevas placas, quería pagar con terrenos o con su abuela!, pero nada le daba resultado, hasta el gorro tenía ya a todos. Había llevado a buena parte del Imperio a la ruina.

Se decía que naves imperiales llegarían por él de un momento a otro, pero los días pasaban y solamente el desprecio de los dinosaurios, reyes, reinas y princesas eran obvios. 

Chewbacca o había nacido con suerte o había sabido repartir lo que había sustraído y tan era así que se le descubrieron, a su servicio y autorización, multitud de empresas fantasmas cuyos domicilios fiscales ¡eran cuarterías abandonadas! Pero ni así el Imperio intervenía.

¿Lograría Duarte Chewbacca irse impunemente a otra galaxia lejana con lo que había sustraído?

¿Vendrían del Imperio siempre por él?

Ni Yoda, el copetón, no el orejón, lo sabía.



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