​Nadie juega con fuego y quien lo hace se quema. Con la violencia es igual. Quien tienta al crimen organizado tarde o temprano muere por las balas de los malos.

Es como cruzar la línea e ignorar las advertencias para no pisar suelo pantanoso o terreno con minas explosivas. 

Sabiendo qué riesgos hay, hay quienes gustan retar a su suerte y siempre terminan sufriendo en carne propia las consecuencias que a veces pueden ser fatales.

Hablemos de un caso: Las Choapas. Aquí enfrentamos desde siempre una psicosis de violencia. Por años fue refugio de gente que le debía algo a la justicia y venía a la zona serrana a refugiarse. 

Cuando la policía iba por ellos corría sangre. Cuando bajaban a la zona urbana, igual.

La espiral de violencia se está sintiendo en todo Veracruz, pero el caso Las Choapas se cuece aparte. 

¿Qué hay aquí? Ejecuciones, secuestro express, secuestro tradicional, levantones lo mismo a gente conocida que a cualquier hijo de vecino, enfrentamiento entre organizaciones obreras, fosas clandestinas.

Es un panorama como para no poder dormir al que nadie, absolutamente nadie, se debe acostumbrar.

Lo ideal es que haya seguridad, que el gobierno se aplique y genere condiciones de tranquilidad para todos, que los malos sepan que si tocan a alguien de la sociedad tendrá que enfrentar consecuencias legales. Eso inhibe el delito.

Sin embargo, la violencia ahí está y cada vez peor, provocando que el miedo se meta en los hogares, en las oficinas, en las escuelas, en todo lugar.

Desde hace semanas alguien difunde esos mensajes en diferentes frentes. Advierten que habrá levantones y que las víctimas serán los niños que acuden a las diversas escuelas.

Ahora que han regresado a clases, la intensidad del rumor ha crecido. Se venía advirtiendo que algo ocurriría y eso ha tenido a los padres de familia con el Jesús en la boca, sin atinar a saber si lo que se difunde, sobre en las redes sociales, tiene algo de veracidad.

La cosa es que cuando el pánico llega, no hay cómo detenerlo. Se nubla la razón y se toman decisiones descabelladas, que afectan a todos con resultados nada agradables.

Este inicio de semana el rumor de niños en edad escolar levantados, desquició la vida de muchos, de las escuelas y Las Choapas en general.

El rumor decía que maestros y alumnos habían sido levantados en Las Choapas. Los padres acudían en tropel para llevarse a los menores de los planteles educativos, temiéndose que las versiones que describían un escenario de sangre, llanto, dolor, fueran ciertas.

Ante lo que ocurría, algunos planteles suspendieron sus actividades. Los padres iban verdaderamente asustados, explicando que por si sí o por si no, mejor se llevaban a sus hijos a casa.

La psicosis estaba ahí, haciendo sentir que de un momento a otro se toparan de frente con los criminales y que si no se dan prisa, en efecto todos serán levantados.

Eso ocurrió en varias escuelas de Las Choapas, como es el caso de la Sección 26, Alfredo B. Bonfil, Felipe Ángeles y Benito Juárez, donde las madres de familia acudieron sumamente alteradas imaginando que podrían hallar a sus chavales sin vida o que se los hubieran llevado los malos.

Los rumores se esparcían por todo Las Choapas a través de la red social WhatsApp, una de las más consultadas y populares entre los usuarios de internet.

Al final se vio que no hubo tal acto de terror. Los niños estaban bien y por igual se veía que sus padres se los llevaban, quizá conscientes que los sorprendieron con una broma pero que de haber sido cierto, no habrían tenido la oportunidad de poner a salvo a los menores.

Ya en Presencia se planteó que esto equivale a lo que ocurriría en un cine si alguien, por pura irresponsabilidad, grita “Fuego”.

 La gente se levanta despavorida y corre sin medir las consecuencias. A menudo, las estampidas humanas dejan víctimas y en algunos casos hay muerte por sofocación y aplastamiento.

Se han escrito tratados sobre la disyuntiva entre ejercer tu libertad de expresión y sus consecuencias jurídicas. Por mucho que se goce de libertad para hablar, nadie tiene derecho a sembrar temor libremente.

Lo ocurrido aquí en Las Choapas nos recuerda que eso sucedió en Veracruz al inicio del gobierno de Javier Duarte. 

Lo mismo: que se estaban llevando niños de las escuelas, que los iban a matar. Y la gente acudió llena de pánico a rescatar a sus menores.

No hubo nada. Sólo la embestida del gobierno de Javier Duarte contra dos tuiteros a los que encarceló y luego tuvo que liberar por carecer de un marco legal para tenerlos en prisión.

De que hay violencia, la hay. Pero no por eso se puede dar cabida a la psicosis que generaría una oleada de terror. 

Hay que partir de la realidad, de lo que se puede sustentar. Si hay ejecutados, levantados, secuestrados, gente que apareció en una fosa clandestina, hay que decirlo. Pero cuando no lo hay, no se puede dar cabida al rumor destructivo. 

Mención aparte, lo que desgraciadamente pasó la mañana de ayer en Coatzacoalcos, coincidencia trágica, de la cuál todos estamos rogando que al pequeño lo regresen o rescaten sano y salvo. 

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