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Juan Ciudadano

Los Gobernados

¿Quién va a parar esta masacre?

06/09/2016 12:22 p.m.

No sé quién lo dijo pero Veracruz huele a muerte. Y también a flores de sepelio, a dolor en los hogares, a miedo en las calles, a rabia e impotencia, a reclamo contra un gobierno que no ha podido parar la delincuencia.

Nos desayunamos con la noticia de que han sido halladas 75 fosas clandestinas cerca de Veracruz y se calcula que hay más de 300 restos de personas.

Nos acordamos del padre Alejandro Solalinde, el defensor de los migrantes que no le preocupa enfrentar a la curia católica con tal de cumplir con su misión pastoral, cuando expresó que Veracruz es un cementerio gigante.

Recordamos los cadáveres arrojados en una avenida de Boca del Río y los cuerpos de muchos más en diversas partes de la entidad.

Nos viene a la memoria los desaparecidos en Córdoba, Veracruz, Xalapa, Coatza, el norte del estado y el sur. Y cómo no pensar en la imagen retadora de Aracely Salcedo, que encaró al gobernador Javier Duarte y le exigió resultados para dar con el paradero de su hija Rubí.

Ah, y los cinco chavos de Playa Vicente que al paso por Tierra Blanca fueron levantados por la policía estatal, supuestamente llevados a un rancho donde se les habría torturado y asesinado. Sólo aparecieron los restos de uno de ellos, la ropa de otro y de los demás nada.

Las Choapas y la oleada de asesinatos desde hace ya casi dos años, los de los ganaderos, los de los que estaban en el balneario, los que hallaron en el pozo artesiano, los que fueron arrojados en la pista. 

Y qué decir de los líderes obreros asesinados por conflictos sindicales y también por gente que actúa como si fuera de la delincuencia organizada.

El caso es que los que no tenemos vela en el entierro estamos comiéndonos las uñas porque a la hora que se arma la balacera una de las balas perdidas hasta nos toca a nosotros.

Hace unos días fue lo del niño Christian, de 12 años, en Coatzacoalcos, levantado cuando su mamá lo llevaba a la escuela, pero por fortuna pagaron el rescate y sus captores lo liberaron.

Al que sí lo ejecutaron fue al empresario Luis Lazcano, dejando mensaje para políticos y gente a la que ligan con los Zetas y a las que prácticamente las están condenando a muerte.

Hace una semana fue levantado el presidente el Colegio de Abogados de Coatzacoalcos, Ignacio Vizuet Ortega, al que interceptaron cuando salía de su despacho. Trascendió que pidieron una fuerte cantidad de dinero para regresarlo con vida. La familia reunió lo que pudo. Dicen que entregaron la lana y se quedaron esperando.

La madrugada del domingo 4 de agosto su cuerpo fue hallado en la colonia Los Almendros, cerca del malecón de Coatzacoalcos. No se observó que tuviera algún impacto de bala. No se sabe si lo torturaron, aunque hay versiones que dicen que sí.

El cuerpo estaba sin mutilación alguna, pero en la cabeza tenía colocada una bolsa de plástico. Murió por ahogamiento. Se presume que le sacaron la sopa, que lo obligaron a que hablara y cuando ya no tenía nada más que decir, lo mataron por asfixia.

Cuando ocurrió su secuestro, en el medio de los abogados del sur de Veracruz se especuló por qué a Vizuet. Algunos afirman que en un tiempo llevó casos pesados de gente pesada. Era un excelente abogado y por eso lo buscaba gente de todo tipo, desde los inocentes hasta los verdaderamente malos.

En todo el sur hay angustia. Entre los profesionistas, no solo los abogados, hay temor de que sigan los levantones y que muchas de las víctimas ya no puedan regresar con sus familiares. Hay veces que ni pagando el rescate se tientan el corazón y les quitan la vida.

Y el domingo las narcomantas, amenazando al líder de la CTM de Coatza, Carlos Vasconcelos Guevara y otra vez a la familia Chagra. A todos los involucran con los Zetas.

Nadie se imaginó que el gobierno de Javier Duarte iba a terminar así. Durante seis años la violencia ha prevalecido, llenando de incertidumbre los hogares. La gente ya no sabe a qué tirarle. Los comerciantes y empresarios prefieren cerrar sus negocios que seguirse exponiendo a un levantón. Muchos, los que tienen capacidad económica, optaron por irse a otros estados del país con la esperanza de encontrar mejores condiciones para desarrollar sus diferentes actividades.


Pero los que no tienen cómo emigrar, que somos la mayoría, ¿qué futuro nos espera?

Ya no hay duda de que el gobierno fue rebasado por la delincuencia, que lo que fue una avalancha de asaltos a personas y robos a casas y negocios, hoy es una oleada de sangre que nos tiene con el Jesús en la boca.

Y mientras más reclama la sociedad que el gobierno federal envié Gendarmería y que se implemente un operativo para enfrentar a la delincuencia, pareciera que el plan es que a todos nos consuma el miedo y que los malos hagan de las suyas sin que nadie los pare.

No sé quién lo hará. No lo sé. Pero yo, como cada uno de los que habitamos en el sur de Veracruz, reclamamos que a la voz de ya paren esta masacre.


(Comentarios y tips a: [email protected])​


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