​¿Se había visto algo así? No lo recuerdo. Aquí, por lo menos, no. Y es que observar cinco cuerpos sin vida, a orillas de un camino vecinal, y que les hubieran cercenado la cabeza, es lo que suele decirse una escena dantesca.

Sí lo es. Lo dantesco horroriza, espanta, sacude al hombre y escandaliza a la sociedad, que está preparada para casi todo menos para lo que rebasa lo normal.

Ya sabemos quiénes son. Sabemos quiénes son las víctimas porque sus familiares pudieron reconocer los cuerpos, pero lo más lastimoso es saber que sus cabezas les fueron arrancadas y no aparecen.

¿Qué nos está pasando? La muerte nos sorprende así, cada vez más espantosa, desde que la violencia comenzó ser parte del panorama de Veracruz.

Hace cuatro días, cinco cuerpos fueron hallados, embolsados, a orillas de un camino vecinal, a la altura del kilómetro 28 de la supercarretera Las Choapas-Raudales-Ocozocoautla. Presentaban una particularidad: ninguno tenía cabeza.

En el transcurso de las horas se realizaron las diligencias de rigor. Trabajaron en el lugar de los hechos los elementos del Servicio Médico Forense. Se les realizó la necropsia de ley para establecer posibles causas de la muerte. Y se cumplieron todas las formalidades.

Quienes tienen familiares desaparecidos acudieron a saber si ahí están sus parientes. En los cinco casos así fue. Se logró la identificación plena.

El asunto es por demás penoso puesto que no solo se enteraron de la lamentable noticia de la muerte de sus familiares sino que habían sido decapitados.

Los cinco asesinados ya fueron reconocidos. Sus nombres son Jesús López García, de 22 años de edad; Concepción Isidro González, de 31; Rubén Félix Olán, de 17; Miguel Jacinto De la Cruz, de 16, y María Cruz González Pedraza, de 41.

En el caso de la señora María Cruz, sus familiares presentaron denuncia ante las instancias judiciales. Ahí consta que fue levantada por un grupo armado que viajaba en un vehículo, cuando salía de la escuela Felipe Ángeles tras dejar ahí a su hijo.

María Cruz era la tesorera de la sociedad de padres de familia y se encargaba de la venta de productos de la cooperativa en la escuela Felipe Ángeles.

De acuerdo con diversos reportes informativos, los cinco cuerpos ya fueron identificados pero se espera que sean halladas las cabezas para realizar la entrega formal de los restos.

A una de las víctimas la reconocieron por un lunar junto al ombligo. A algunos de ellos porque tenían tatuajes en la piel.

Como siempre ocurre, de inmediato se escucharon voces con el sonsonete de que “en algo andarían metidos para que terminaran así”.

Sus familiares y amigos dicen que no. Una de las víctimas trabajaba como “viene viene” y acomodando personas que abordan taxis que realizan la ruta a Cuichapa. Otro era trabajador en una vulcanizadora.

Por las razones que sean, el caso está cañón. Casi todo ocurrió en un lapso de 48 horas desde el momento en que se produjeron los levantones y el hallazgo de los cinco cuerpos en el camino vecinal.

Y está cañón porque pueden levantarlos y asesinarlos pero eso de cercenarles la cabeza es aterrador.

Cuando ocurrió lo del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, al que encontraron en una fosa clandestina en la colonia J. Mario Rosado, decapitado, la indignación y la tristeza invadió a sus compañeros de prensa. Goyo era un buen tipo y no le hacía daño a nadie. Se ensañaron y tuvo un sufrimiento espantoso antes de morir.

Ha habido otros casos de decapitados como el del líder obrero Adolfo Sastré Palacios, en Agua Dulce, quien también apareció en una fosa clandestina.

Pero que de golpe hallen cinco bolsas de plástico y en su interior igual número de cuerpos, pero todos sin cabeza, está como para ponerse a reflexionar. 

El enigma es por qué razón los descabezaron. Y también habría que saber cuál fue la intención de ocultar las cabezas, pues con el solo cuerpo se puede realizar la identificación del cadáver.

Si alguien puede entender qué nos está pasando, que avise. Esto es dantesco, espantoso, condenable.

Cuando Veracruz vuelve al centro del escándalo por el hallazgo de más y más fosas clandestinas, aquí en Las Choapas cinco hogares se llenan de luto por el asesinato de sus familiares y por la saña con que les quitaron la vida.

Esto no es, no puede ser normal. Es la terrible violencia que estamos viviendo sin que se vea cuando va a terminar y quién o qué autoridad la va a frenar.

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