Mal empieza la semana al que lo ahorcan en lunes. Y si no que se lo pregunten al gobernador Javier Duarte de Ochoa, a quien el PRI le va a aplicar la expulsión por elemento gacho.

El procedimiento seguirá su curso en las próximas horas. Se lo echará al plato Comisión de Justicia Partidaria, que es algo así como la Comisión de Honor y Justicia, pero sin honor porque eso en el tricolor ni lo conocen.

Desde hace algunos meses le vienen subiendo la temperatura al gordito, señalándolo el mismo PRI de tener una estela de corrupción, raterías marca Duarte, actos arbitrarios y la uña más que larga, lo que habría sido factor importante para que se hubiera perdido la gubernatura de Veracruz.

La pregunta es: ¿y eso acaso no lo sabían desde antes?

Todos conocemos cómo se las gasta Javier Duarte, sus alcances para robar, la frescura con la que recibía los recursos federales y se los retenía a los municipios.

 Y lo de menos es que los hubiera retenido, pues ahí estarían, en la Secretaría de Finanzas y Planeación, pero no, el dinero sólo el gobernador y sus allegados saben donde quedó.

Lo cañón está en que todo Veracruz sabía los niveles de corrupción que se alcanzaron en el gobierno de Javidú y el PRI ni en cuenta, que digo ni en cuenta, ni madres, no actuaba, se quedaba quieto, solapándolo.

Javier Duarte venía manejando la lana desde los tiempos de Fidel Herrera. En la Secretaría de Finanzas hacía y deshacía, al gusto de su patrón, el gober fogoso. Y el PRI como si nada ocurriera.

Lo vimos convertirse en diputado federal por Córdoba ¿y saben por qué partido? Por el PRI. Y quién alzó la voz, se opuso, dijo era bien rata. Nadie, amigos, todos feliches y contentos.

Hubo un partido político que lo postuló para que contendiera por la gubernatura de Veracruz. ¿Cuál sería? El PRI. Y tanto los jerarcas como los militantes se dieron por bien servidos.

Tendrían en el gobierno a uno de los suyos, a uno de los que habían venido robándose el dinero de los veracruzanos.

En cinco años y medio, el PRI fue solidario con Javier Duarte y no levantó un dedo contra él, no reparó en su forma de gobernar.

Ahora no es así. Tras la derrota en la elección de gobernador y la entrega de la gubernatura al PAN, ya le hallaron los chipotes a la pelota. Hicieron un análisis profundo y se percataron que Javidú es un jijuesuchi.

Como dicen los filósofos de café, la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Y como el PRI perdió, tardaron un buen rato en saber qué pex con el ferrocarril que les pasó encima.

El malo, porque sí lo es, se llama Javier Duarte. Si hubiera ganado la gubernatura Héctor Yunes Landa, quien fuera candidato del PRI, entonces Javidú tendría un lugar en la historia del tricolor.

Pero como el PRI fue echado del gobierno estatal, entonces hay que buscar al culpable y ese es el gordo Javier. 

Y esa clase de bichos no tienen por qué seguir perteneciendo a tan ilustre partido, cuya moral y prestigio ha quedado mancillado por las malas artes del nefasto gobernador.

Con poder Javier Duarte es una porquería. Con él desvío recursos, se enriqueció, aplastó al que pudo, se ensañó con los que se pusieron en su camino. Sin poder, pronto lo pagará.

Por lo pronto en el PRI se cocina su expulsión. Primero le serán suspendidos sus derechos como militante; después se establecerán las condiciones para darlo de baja como integrante del PRI.

Algunos como Andrés Manuel López Obrador aseguran que Javier Duarte es un chivo expiatorio del PAN, que los priistas sí son corruptos pero los panistas también. 

Suena como a defensa del gobernador ayudó con todo lo que tuvo a su alcance para que Morena subiera en el intención de voto y que los votos dispersos de quienes decidieron no votar por el panista Miguel Ángel Yunes fueran para el partido de AMLO.

Otros sostienen que Javidú se la merece por jijuesuchi, por haber agraviado a tanta gente, por robarse el dinero que tuvo en las arcas públicas y que hasta la fecha no ha podido explicar que hizo con él.

Lo que haga el PRI puede ser choro, tratando de hacernos creer que están en contra de la corrupción. Yo, como muchos, no les creo. Pero bien merecido que se lo tiene Javier Duarte por todo lo que hizo y permitió hacer con Veracruz.

Ahora va lo de la expulsión. A la par camina el asunto de las denuncias en su contra, lo del enriquecimiento ilícito, lo del peculado y lo del incumplimiento del deber legal.

Por eso les digo que mal empieza a quien ahorcan en lunes. Y hoy es lunes, día en que el PRI comenzará a hacerle sentir que lo de expulsión va.

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