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Juan Ciudadano

Los Gobernados

El gober quiere que la culpa sea nuestra

11/10/2016 08:22 a.m.

Con esa frase, la de que “estuvo en el lugar equivocado y con la persona equivocada”, Javier Duarte de Ochoa ha querido endilgarle a la sociedad la culpa de tantas tantas víctimas a causa de la violencia.

Lo ha hecho siempre y lo vuelve a hacer. Lo hizo con los chavos de Playa Vicente que al pasar por Tierra Blanca fueron objeto de un secuestro a manos de la policía estatal.

Se dijo que los cinco jóvenes fueron confundidos con miembros del grupo Zetas, siendo entregados al Cártel Jalisco Nueva Generación, quienes los torturaron hasta matarlos y después los desaparecieron.

“Estaban en el lugar equivocado y con la persona equivocada”, dijeron fuentes de la Fiscalía General del Estado de Veracruz.

Y uno se pregunta si eso es bueno o malo. Y uno se pone a meditar cuál es el lugar no equivocado y la persona no equivocada.

Porque los jóvenes sólo se detuvieron unos minutos en Tierra Blanca a comer, cargar gasolina y emprendieron el regreso a Playa Vicente cuando los cuicos los detuvieron, los interrogaron y se los llevaron. Desde entonces no se volvió a saber de los chavos.

Los policías adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública salieron con su batea de babas de que ellos no los mataron, que sí se los llevaron pero que los entregaron a un cártel de narcos. 

Y esta es la fecha que oficialmente el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras no se atreve a pronunciar el nombre del cártel responsable de esta desaparición y presunto crimen.

En palabras de Javidú, el lugar equivocado fue Tierra Blanca y la persona equivocada fueron los policías.

Y a partir de ahí resulta que la culpa es de las víctimas porque no se cuidaron de andar en el lugar y con la persona equivocadas.

Esto se llama falacia. Es una mentira disfrazada de verdad.

Y ahora se repite con los jóvenes desaparecidos en Veracruz y Boca del Río, quienes sufrieron una espantosa muerte al ser descuartizados y embolsados, cuyos restos fueron hallados en el municipio de Camarón de Tejeda, cerca del puerto.

Eran cuatro jóvenes: Génesis Urrutia Ramírez, Octavio García Baruch, Leobardo o Leonardo Arano y Alan Arroyo Prado. También se habla de otro más, Andrés García Aguilar.

Salvo García Baruch, de quien se han revelado antecedentes de líos con la justicia, el resto parecían ser muchachos sin problema. Entonces, de acuerdo con la lógica perversa de Javidú, murieron porque estuvieron en el lugar equivocado y con la persona equivocada.

La oscura intención del gobernador y su fiscal es generar la idea de que la culpa en un crimen es de la víctima porque pa’ qué chingaos se junta con quien no debe o acude a una reunión donde hay gente con malas compañías.

Más de 10 días después de la desaparición de los jóvenes y ahora que sus cuerpos fueron hallados mutilados, aún no da la cara el fiscal Luis Ángel Bravo para explicar cual fue el origen de este episodio de sangre.

Con cuentagotas suelta que uno de los jóvenes tenía ligas con el crimen organizado. Sí y ya sabemos que se refiere a Octavio García Baruch, pero no nos dice si él era amigo de Génesis, la estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Veracruzana, o cuate de Leo Arano. O si tenía algún negocio con Alan Arroyo o con Andrés García Aguilar.

Todo se maneja desde la sombra. Con el rumor y las filtraciones en las redes sociales se nos viene diciendo que los jóvenes murieron “por estar en el lugar equivocado con la persona equivocada”.

La aseveración es, de entrada, una muestra de que Javier Duarte tiene una cuota inagotable de perversidad contra los veracruzanos a los que dice gobernar. 

De hecho, es tanto como decir que los únicos culpables de nuestra desgracia somos nosotros, que nos golpean porque nos lo buscamos, que nos matan por meternos donde no debemos.

Es el discurso de la cobardía: estar en el momento y la hora inadecuada.

Bajo esa lógica estúpida, con Javier Duarte TODOS los veracruzanos hemos estado en los momentos y las horas inadecuadas. Entonces, la responsabilidad no es del déspota corrupto, sino de la sociedad. ¿Y saben qué? ¡Nos los merecemos!

La culpa, según el minicerebro del gobernador, es de los millones de veracruzanos que por angas o por mangas se colocan en el lugar equivocado o se juntan con la persona equivocada.

Me pregunto: ¿Y quién fue el que permitió que la ola criminal creciera como si fuera un tsunami sobre Veracruz? ¿Quién dejó que la delincuencia se adueñara de cada rincón de Veracruz y que la policía esté a su servicio? ¿Qué gobernador o secretario de Seguridad se han beneficiado de la cuota que pagan los criminales para operar con toda libertad?

Qué jijo el Javidú. Quiere que la culpa sea nuestra y él salir bien librado.

(Comentarios y tips a: [email protected])




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