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Juan Ciudadano

Los Gobernados

El búnker de Duarte y el show de Chiquiyunes

09/11/2016 08:30 a.m.

No es Hitler pero Javidú también tenía su búnker. Se encuentra en Casa Veracruz y es un cuarto a prueba de ruidos, donde no se filtra nada, donde lo que se dice ahí se queda, acorralado entre los muros de la habitación.

En Casa Veracruz, la casa que les sirve de morada a los gobernadores, Javier Duarte de Ochoa tenía un cine para el desestrés, con butacas para invitados pues eso de que te chifles la película solo es de locos, a menos que sea una porno y ahí sí mejor no contarle a naiden.

Javidú, que es un mala copa empedernido —se valen los pleonasmos—, tenía a su alcance una cava impresionante pa’ ponerse bien japy mientras se olvidaba que sus tarugadas iban llevando a Veracruz al precipicio.

En los jardines pueden verse los pavorreales, caminando sin imaginar que su último dueño se tuvo que pelar en un helicóptero que le puso a su disposición el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, que lo trasladó de Xalapa a Coatzacoalcos, donde siguió su camino por tierra hasta perderse.


Del búnker nadie hablaba hasta que los alcaldes del PAN y PRD acudieron a hablar con el gobernador interino Flavino Ríos, discutieron por las partidas presupuestales, le dijeron que era un ladrón y tramposo y se apoderaron de Casa Veracruz. Entonces descubrieron que es una fortaleza con un toque especial.


Ese toque es el cuarto que se halla aledaño a la sala de juntas. Sus paredes son aproximadamente de 60 centímetros de espesor. Están forradas con un aislante acústico. El piso es de mármol color gris, como es el techo y las paredes.

Ahí las pláticas no pueden ser escuchadas por quienes se encuentran afuera de la habitación. Así se produzca un ruido tipo antro, ni mais que lo pueden oír los que están en el área contigua. Lo mismo sucede cuando el ruido se genera en el exterior; adentro ni en cuenta.


Casi nadie tenía acceso al búnker de Javidú. Tampoco se sabe que haya sido él el que lo hizo construir o si fue Fernando Gutiérrez Barrios, quien en sus días como gobernador no dejó de comportarse como el espía político del sistema que siempre fue.

En el búnker sólo caben dos personas. Cuando se hallaban ahí y solicitaban algo de comer, los sirvientes se acercaban, tocaban la puerta, se abría una ventanilla y tomaban lo que les llevaban. Ni se daban cuenta de quienes estaban en el interior.

La limpieza sólo la podía realizar una persona y hasta la fecha los empleados se resisten a dar pormenores de quién llegaba a ver a Javier Duarte y qué asuntos trataba.

Lo que sí fue del conocimiento de toda la prensa fue el cinito de Javidú. Es un cine chirris con una cuantas butacas que seguro usaba el ex gobernador para ponerse a ver caricaturas, que son lo que lo pierden.

​Le gustaba el cine porque se daba unas atracadas con la comida chatarra de antología. Pedía Cheetos, Fritos, Takis, sus refrescos, los Gansitos que hizo tan famosos cuando dijo que eso y los Frutsis eran lo único que terminaron robando los delincuentes en Veracruz.


Todo movimiento en Casa Veracruz queda registrado en el sistema de cámaras de videovigilancia, que captan cualquier acción, día y noche, y la registran en discos duros a los que sólo unos cuantos tienen acceso.

El asunto lo detonó Chiquiyunes, o sea Miguel Ángel Yunes Márquez, alcalde de Boca del Río e hijo de quien será gobernador de Veracruz a partir del 1 de diciembre, Miguel Ángel Yunes Linares. Y la verdá, se pasó de protagonista. 

Estuvo bien que grabara la conversación con Flavino Ríos donde dejó constancia que las partidas federales las desviaron para pago del déficit que trae el gobierno de Veracruz, nomás porque Javidú se gastaba 900 millones de pesos más de lo que podía ejercer. Reconocieron su delito.


Estuvo bien que los exhibiera. Pero está del nabo que todo el conflicto lo hiciera girar en torno a su persona porque eso es culto a la personalidad, que revela un ego más grande que el Paulina Rubio y que se sirva del inche problemón que enfrenta Veracruz para ir construyendo su candidatura a la gubernatura en 2018.

Ya algunos lo han acusado así. El ego de Yunes Márquez es del tamaño de Veracruz y le encanta ser el centro de los conflictos, gritando de más, enfrentando a sus adversarios que profiere insultos y provocaciones que no hablan más que de un enfermito más que se muere por tener poder.

El otro visionudo es Ricardo Anaya Cortés, líder nacional del Partido Acción Nacional. 

Llegó a Xalapa la madrugada del martes 8 y lanzó un discurso de solidaridad con los alcaldes panistas y perredistas que tomaron el palacio de Gobierno.

Y entonces se tiró un clavado en la colchoneta que le asignaron, al tiempo que se tapó con su cobertor. 


Puro pinche chou. Stewart Little (a poco no se parece al ratoncito blanco) era el único que fingía dormir pero olvidó quitarse los lentes, como salió en la foto.

Lo del búnker de Javidú y el chou de Yunes junior le dieron color a la nota.


(Comentarios y tips a: [email protected])



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