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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Mi perro es mejor que Javidú

21/11/2016 08:08 a.m.

Mientras más conozco a Javidú más quiero a mi perro. Serio, güey. Mi perro es derecho, no traiciona, no me muerde la mano, me cuida, me defiende, es fiel y es leal. Javidú no.

Javier Duarte debiera, mínimo, tener hígados de perro. Los perros, con todo y lo que se diga, son más nobles que él.

Si tuviera algo de sentimiento, no se habría apuñalado el dinero de los veracruzanos y no habría dejado un caos financiero como el que hoy se vive en Veracruz, sin un peso para cubrir el salario de los burócratas y ni qué decir de los bonos y prestaciones.

Todos los días nos llevamos una sorpresa. A veces hasta dos. Si no es una nueva noticia sobre las raterías del Javidú, son las marchas de trabajadores en las principales ciudades de Veracruz exigiendo que el gobierno les cumpla y deje de engañarlos con aquello de que ya mero, ya mérito, les van a pagar su salario.

No hay peor situación que la que se vive cuando llega el día de la quincena y no hay pago. No hay peor momento que llegar a casa y decir a la señora que no hay salario y que no se sabe ni para cuando se podrá cobrar.

Cómo decirle a la doña que no hay pa’l pan ni pa’ la leche, que no hay pa’l trabajo escolar del niño ni pa’ la maqueta de la niña, ni qué decir del uniforme y los zapatos del otro hijo que el lunes va a salir en la escolta y les pidieron ir pulcros, y cómo no estar orgullosos de tan altísimo honor.

Otros tienen preocupaciones distintas. Se vence la letra del carro y ya le llamaron al aval, y el aval ya nos llamó a nosotros. Y como el compromiso era que sólo se necesitaba la firma para cubrir el requisito el aval la dio con gusto. 

Claro, si es sólo requisito y nosotros nunca fallamos, pagamos y así nos hacemos de nuestro patrimonio. Él firmó con gusto y ahora no tenemos cómo pagar. Y todo por el pinche Javidú.

La abuelita está enferma. La abuelita requiere medicinas, que fue lo que ordenó el doctor. La abuelita está muy disminuida y nosotros, que somos todo lo que le queda, ni modo que no veamos por ella.

Pero no hay dinero. No cayó la quincena. Nos engañó de nuevo el gobierno de Veracruz. Nos dijo que este día 15  recibiríamos nuestro salario y resulta que nada. 

Ah, no se reflejó en la cuenta bancaria, pero dice el gober interino, Flavino Ríos Alvarado, que fue porque nuestros compañeros llevaron su protesta más allá de los límites permitidos. 

Se metieron a la Secretaría de Finanzas y Planeación y le dieron en la madre el proceso de pago. Casi casi le amarraron las manos al personal y no se pudo realizar el depósito. 

Ese cuento ni madrecitas que se los creemos. Fue el pretexto para no pagarnos.

Pasó otro día y luego otro más y así llegamos al fin de semana y nada. Se metió este puente de la Revolución y ya nos rechingó el gobierno estatal. 

Lo más pior es que no solo falta dinero sino que sobra mentira. El dinero lo desapareció Javier Duarte, se volvió multimillonario, él y la pinche banda de duartistas se dedicaron a comprar casas, depas, ranchos y a crear empresas dentro y fuera de México, y al personal del gobierno de Veracruz nos dejaron chiflando en la loma.

Falta dinero pero sobra mala intención. Querían que así terminara esta administración y que nos joden a nosotros.

Quizá lo hagan para que la bomba estalle en las manos del ya casi gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y que sea él quien tenga que capotear la desesperación y el encabronamiento de los trabajadores, pero quienes urdieron este juego perverso fueron Javidú y sus secuaces y no se detienen a pensar que en las casas de los burócratas hay boquitas que piden qué comer… y no hay.

Muchos están viviendo de prestado pero esto no puede continuar así. Hasta el familiar y el cuate más cuate llega un momento en que va a decir que ya no puede, que ya agotó el dinero que podía prestar.

El fin de semana terminó con un saldo que dice mucho: burócratas de nueve dependencias de gobierno protestando en las calles por falta de pago y, además, engañados con que de un momento a otro se realizaría su pago.

Y qué pensar cuando en casa la tristeza invade al empleado y a sus familiares, mientras se siguen conociendo propiedades que el jijuesuchi de Javier Duarte y los miembros de su banda adquirieron en el extranjero.

Llega un momento que al burócrata ya no le importa si a Javidú lo agarran o si les confiscan las propiedades compradas con el dinero de los veracruzanos. Lo que el empleado de gobierno quiere es que hoy le paguen su salario, porque esa es su principal y única prioridad.

Por justicia a Javier Duarte hay que echarle el guante, refundirlo en una prisión y obligarlo a devolver lo robado. Pero mientras eso ocurre, lo que hay que hacer es pagarle a toda esa gente que se hunde en la desesperación porque simplemente en casa hay que comer.

Me cai: viendo esas cosas, mientras más conozco a Javidú más quiero a mi perro.


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