Consumatum est. O suena mejor: habemus gober azul.

Sí vatos. Todo está consumado en el sexenio de Javier Duarte y ya es gobernador de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares.

Uno se va, o mejor dicho se esconde como el pior para que no lo aprehendan por todo lo que nos robó, y el que llega nos anuncia que ya comenzó a recuperar parte del botín.

Asumió el gobierno de Veracruz el Miyuli y con su sonoro discurso anunció que él no olvida, no perdona, no amnistía. Y que habrá justicia, que los corruptos tiemblen porque los va a encarcelar.

Rindió su protesta de ley, lo que dio fin a 86 años de gobierno priista y el inicio de la alternancia en el poder en Veracruz. Se comprometió a hacer pagar a Javier Duarte de Ochoa por el desvío de recursos que nos tiene con el Jesús en la boca porque la crisis que vivimos está terrible.

Esa expresión de “no olvido, no perdono, no amnistía” es una declaratoria de guerra con la que el gober Yunes deja claro que no le va a conceder a su antecesor ninguna posibilidad de pelarse ni de burlarse de la ley.

El recuento de lo que ha logrado rescatar, de los bienes que se compró Javidú con el dinero de todos nosotros, si bien irrita y enchila, también hace alentar la posibilidad de poder pagar parte de lo que se adeuda.

Un rancho, otro pedazo de rancho, cuadros de Siqueiros, Botero y Tamayo, casas, edificios y hasta un avión que suman más de millones de pesos. Es lo que el gober azul, Miguel Ángel Yunes Linares, le está arrebatando a Javidú.

El robo fue de alta escuela y de raterazos que no se tocaron el corazón para llevarse, por ejemplo, el dinero de las medicinas de los hospitales, lo que trajo como consecuencia que mucha gente, muchos veracruzanos, hayan truncado sus tratamientos y algunos hayan fallecido por esa razón.

Los muy jiuesuchis crearon las empresas fantasmas y con ellas se llevaron miles de millones de pesos, de los que solo se ha descubierto una parte. Mientras el Servicio de Administración Tributaria habla de 60 empresas, el ex contralor Iván López dice que fueron 600.

Usted, como yo, se ha de estar preguntando cómo es posible que este contralor hable de 600 empresas fantasmas y no las haya denunciado junto con los funcionarios que estuvieron implicados en el pago de varios millones de pesos.

Y así funcionaba todo el gobierno de Javidú, robando en despoblado hasta dejar en ceros las cuentas de la Secretaría de Finanzas y luego yéndose para no ser alcanzado por el brazo de la ley.

Pues para Javidú, dice Miyuli, ni perdón, ni olvido, ni amnistía.

Y para los que integraron la banda del ex gobernador, ni perdón, ni olvido, ni amnistía.

Y para la esposa Karime Macías y el resto de la familia Tubilla, ni perdón, ni olvido, ni amnistía.

Desde la tribuna más chida del estado de Veracruz, en la que está la representación del pueblo, donde se han promulgado las leyes más trascendentes y donde también se han encubierto a los mayores ladrones que hayamos tenido que soportar, Yunes Linares les lanzó una advertencia, una promesa de cárcel y la devolución del dinero que se llevaron.

El discurso de Miguel Ángel Yunes es lo que los militares llaman una declaratoria de guerra. Ya encontró los bienes que fueron comprados con el dinero robado al gobierno de Veracruz y logró que algunos regresaran y que parte del dinero se hubiera congelado y reintegrado, pero el asunto no va a parar ahí.

El tono del gober panista es el que usaría un vengador justiciero, que no se queda en la venganza sino que se afana por buscar y encontrar justicia. Claro, sin abandonar su estilo intimidante que lo ha convertido en un político de temer.

A Javidú lo tiene en la mira. A Javidú le va a quitar hasta el último centavo y lo va refundir en una prisión, y con él a decenas de cómplices que ayudaron a saquear las finanzas del gobierno de Veracruz.

El gobierno de Javier Duarte ya es historia. El de Miyuli es el que se encargará de perseguirlo y hacerlo pagar.

Por eso el gober Yunes ni olvida, ni perdona, ni amnistía.

La espada está filosa.

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