Gracias a Dios es viernes. Sí para muchos, pero no para Renato Tronco que llega a este fin de semana más pelado que nunca, perdiendo otro amparo y con ello la posibilidad librar la cárcel por el crimen del regidor panista Alfredo Pérez Juárez.

Es el enésimo fracaso legal del cacique prófugo, que ya no sabe si está dormido o despierto, si el fantasma del edil algún día lo dejará en paz o si terminará sus días en prisión.

Había obtenido un amparo que dejaba sin efecto la orden aprehensión que lo hizo huir cuando aún era diputado local. Por cierto, Renacuajo ha sido el pior legislador en la historia de Veracruz, el que llegó a caballo al Congreso, montado en Payaso aunque no se sabe quién era más payaso de los dos; el que se puso a despachar en su camioneta de lujo porque no le aceptaron que sus mercachifles fueran inscritos en la nómina;  el que se convirtió en un inche aviador descarado pues sólo se presentaba a cobrar.

El amparo se lo concedió un juez de Coatzacoalcos y con ello, si no hubiera recurrido la Fiscalía de Veracruz, seguro que Tronco la libraba. El mentado juececito tenía fama de otorgar amparo por cualquier razón.

De inmediato, la Fiscalía, entonces en manos de Luis Ángel Bravo Contreras, interpuso un recurso de revisión. El caso se radicó en el Tribunal Colegiado del Décimo Circuito, o sea Coatza, y de ahí se remitió al Tribunal Colegiado del Centro Auxiliar de la Segunda Región, con sede en Cholula, Puebla.

El tribunal de Cholula ya hundió al Ratón Vaquero. Revocó la sentencia que dejaba sin efecto la orden de aprehensión y confirmó que Renato puede ser detenido en cualquier momento.

Renato huele a cárcel. La Fiscalía lo tiene boletinado por todo México y cualquier policía que lo tenga a su alcance lo va a detener.

Sus defensores tendrán que hallar materia para iniciar otro juicio de amparo si es que pretende librar a Renato de parar en prisión. De lo contrario, ese ser que gobernó dos veces Las Choapas —gobernó es un decir, abusó— y que soñó con gobernar Veracruz, habrá que huir para siempre.

Renato, ese minicacique que fuera de Las Choapas valía mucho menos de lo que creía valer, reventó cuando hartó a sus protectores, Fidel Herrera y Javier Duarte, con sus aires de gran señor. 

Llegó a exigir el reino y la riqueza, el poder municipal y un cacho del poder en Veracruz. Pretendía todas las obras para llevarse todas las ganancias. Y cuando algo le era negado, gritaba, pataleaba y tomaba el palacio municipal de Las Choapas.

Paró en el Congreso, ahí donde se hacen las leyes, quien es un maestro en el arte de violar la ley.

La persecución es el colofón a su agitada vida política, el estatequieto a un vival que enarboló la causa social y terminó golpeando y reprimiendo a la gente que demandaba solución a sus demandas para vivir mejor.

Colmó la paciencia de Fidel, que ya es decir todo, y la de Javier Duarte, que hasta con el zumbido de una mosca se encrespaba.

A los choapenses los madreó a diario. No se levantaba con ánimo de joder a Las Choapas; la jodió hasta cuando dormía.

Extorsionó a las empresas constructoras y a los líderes obreros los hacía desfilar por su cantón. Si había que abastecer de personal, tenía que ser con su aval.

Ratota Renato supo que no valía nada cuando Javier Duarte ordenó que le reactivaran el crimen del regidor Alfredo Pérez Juárez, asesinado a las puertas de su hogar cuando Tronco era alcalde de Las Choapas por primera vez y para librarla se tuvo que bajar el calzón con Fidel.

Lo hicieron creer que era impune. Creyó también que se iba a perpetuar en la alcaldía cuando hizo candidato a su hermano Miguel Ángel, Micky Mouse. Pero la anulación de la elección municipal y la negativa del PRI a postular de nuevo al hermano del minicacique provocó su declive.

Huye Renato, acusado de ser el autor intelectual del asesinado de Pérez Juárez y por más juicios de amparo que interpone, la verdá tiene la soga al cuello.

Creía que la persecución terminaba con el amparo que concedió el juez de Coatza y con la huida de Javier Duarte, pero la sentencia del Tribunal de Cholula demuestra que pasarán años para que pueda librarse de ir a prisión.

Puede iniciar otro amparo, puede esgrimir que es un perseguido político, puede decir cuanto quiera, pero lo cierto es que por tratarse de un delito grave, la autoría intelectual de un homicidio, donde lo encuentren lo van a detener.

Huele a cárcel Renato y si cae, pasará muchos antes de saber lo que significa la libertad.

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