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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La universidad “patito” de Duarte

12/12/2016 08:10 a.m.

Odio decirlo pero “se los dije”. Les dije que la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, la UPAV, no anda bien y nunca lo anduvo y ahora se cuestiona la validez de 100 mil certificados.

¿Hace cuanto fue? ¿Dos, tres años? Hace tiempo aquí hablábamos, alertábamos, sobre la improvisación y la falta de seriedad en los estudios que estaba impartiendo la UPAV, los criterios con que se estaba conduciendo a la institución y el negocio que se percibía detrás.

Cómo no dudar, decíamos, de una universidad que carece de instalaciones propias, que abre y abre carreras al gusto del que solicita estudiar, que se percibía como el pago de un favor político a su fundador, Guillermo Zúñiga Martínez, por haber validado la llegada de Javier Duarte de Ochoa al gobierno de Veracruz.

O sea que el profe Zúñiga le jaló la pata a la vaca y le dieron su universidad.


Javidú inició el desmadre de gobierno el 1 de diciembre de 2010. La UPAV fue creada oficialmente el 15 de julio de 2011 y el decreto entró en vigor el 1 de agosto siguiente.

La bronca vino después. Al segundo año de actividades comenzó a percibirse un crecimiento sin control, planteles que no eran planteles, carreras en muy breve tiempo, apertura de campus en diferentes ciudades del país y el subsidio generoso de Javidú a quien resultó ser uno más de sus cómplices, Guillermo Zúñiga.

Las luces de alerta se encendieron cuando el rector y dueño de la UPAV dice, así como quien no lo siente, que la gente pidiera su carrera y ellos se la creaban. Si era asunto de agronomía, les creaban su carrera de agronomía; si querían estudiar ingeniería petrolera, les creaban la carrera de ingeniería petrolera. Pidan y se les dará.

Al arranque impartía 38 carreras y contaba con 48 mil alumnos. La cuota semestral era de entre 600 y un mil doscientos pesos. No contaba con planteles propios sino que las clases se impartían en locales prestados, por las noches o en fin de semana.

Creció de forma cañona. De 148 municipios donde tenía presencia llegó a los 212, en un total de 800 planteles prestados. Y no solo eso. Comenzaron a fundar escuelas en otros estados como Tabasco, Puebla y Sinaloa.

Al sistema escolarizado se agregaron las clases “on line”, o sea universidad por internet. Fueron ocho carreras, entre ellas Diseño Industrial, Diseño Textil, Diseño Gráfico, Artístico.

La UPAV venía a llenar el vacío que generó la UV al no poder dar cabida a tanto estudiante que pretendía cursar estudios profesionales. La matricula de la UV no se aplicaba o se ampliaba pero no como la necesidad de los alumnos lo exigía.

Lo que se percibió fue que lejos de tratar de consolidarse, de crecer y tener sus espacios propios, de disponer de personal académico de alto nivel, la UPAV siguió creando carreras e impartiéndola en cualquier local prestado. Y luego quiso exportar el desmadre a otras entidades del país.

Aquella frase de Zúñiga Martínez diciendo que cualquiera pidiera su carrera y la UPAV la creaba, fue el clásico campanazo que hizo ver que algo andaba mal e iba a terminar peor.

Se fue Javidú y apenas iniciando el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares estalla el escándalo: se han detectado 100 mil títulos a nivel bachillerato que no cumplen con los requisitos legales. Y lo más cañón: lo dice la Secretaría de Educación Pública federal.

El mismo secretario de Educación, Aurelio Nuño, el que dice “ler” y no leer, afirma que la UPAV es un fraude para los jóvenes, ya que “los estudios ahí carecen de acreditaciones de la SEP” y que opera en forma irregular.

¡¡¡¡¡Cataplum!!!!!

Ahora, dice Nuño, buscarán algún esquema de revalidación o equivalencia en otras instituciones para que los jóvenes no pierdan sus estudios profesionales. Y va contra los responsables incluso con sanciones penales. Obvio, al profe Zúñiga esto no lo toca pues murió hace varios años.

El mismo gobernador Miguel Ángel Yunes confirma que es un fraude. Son 100 mil certificados y hasta en Sinaloa hay 10 mil casos. Asegura que aún así, buscará esquemas con la SEP para tratar de revalidar los estudios de los jóvenes que de buena fe acudieron a cursar sus carreras y hoy están con los ánimos en el cogote.

Uno de los puntos clave de este desgarriate es que las cuotas que se le cobran a los alumnos van a parar a una asociación civil y eso ya es indicio de que los recursos se están desviando hacia bolsillos de particulares. 

La UPAV no va a desaparecer. Revisarán el marco académico, la obligarán a que garanticen la certeza de los programas de estudio y habrá una reestructuración administrativa para transparentar su funcionamiento. Pero de que está chueca, está chueca.

Por eso echo mano de aquella frase: “Se los dije”. Suena odiosa pero aquí vimos hacia donde se encaminaba la UPAV.

De universidad popular a universidad Cuac.


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