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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

El magistrado promueve el desorden democrático

30/07/2010 08:59 a.m.
* Yunes Linares salió de Los Pinos más encuerdado * La elección de Veracruz, obra de delincuencia electoral organizada * La invitación de Gonzalo a Gabriel Gutiérrez * Dijo que quería ver el equipo fotográfico con el que repuso el que su porro destruyó * Tenía a Diario del Istmo en su domicilio y al otro día se quiso lavar la imagen * Era una trampa
 

Daniel Ruiz Morales, magistrado presidente del Tribunal Electoral de Veracruz, pasará a la historia como responsable de haberle abierto la puerta a la impunidad; la descalificación personal en su modalidad de guerra sucia; al dinero de procedencia ilícita en las campañas; al uso y abuso del aparato político, y a la intromisión del gobernador en los procesos electorales.
 
Como ponente en el dictamen que convirtió a Javier Duarte de Ochoa en gobernador electo, desestimó pruebas y testimonios que sustentaban el alegato judicial del Partido Acción Nacional que acreditó el fraude electoral y un flagrante atropello a la vida democrática de Veracruz.
 
No existió, desde su óptica, la guerra sucia que fue el motor de la campaña del PRI, que a través del financiamiento de pasquines y la impresión de un periódico priísta constituyeron el coro de la pederastia para denostar panista Miguel Angel Yunes.
 
Fue absolutamente miope para percatarse que el derroche en campaña para posicionar la imagen del candidato Duarte violaba los topes financieros establecidos por el Instituto Electoral Veracruzano y tampoco atendió las estimaciones, elaboradas por dos empresas especialistas en organización de eventos masivos que revelaron que el gasto descomunal del delfín fidelista superaba los 717 millones de pesos.
 
Tuvo en sus manos los testimonios periodísticos que daban cuenta que desde el gobernador Fidel Herrera Beltrán hasta el más insignificante de los funcionarios estatales y municipales hacían campaña en abierto, promovían candidatos, operaban electoralmente, pero cerró los ojos a la evidencia plena.
 
Se amparó, también, en que las conversaciones que daban cuenta de la intromisión del gobernador en las campañas, derrochando recursos públicos para comprar electores, tenían origen ilegal por ser una intromisión en diálogos de carácter privado, aunque en ellos quedara constancia que el dinero del erario fue usado para el financiamiento de los candidatos del PRI.
 
Su decisión, secundada por los otros dos magistrados que conforman la Tremenda Corte, abrió espacios a la impunidad, al desorden legal, al atropello democrático.
 
Bajo su criterio, a futuro cualquier elección en Veracruz es susceptible de ser financiada con recursos de procedencia ilícita, incluso con dinero del crimen organizado, mientras la parte demandante no acredite con elementos contables —facturas o recibos simples, por ejemplo— cómo la delincuencia impulsó a candidatos.
 
Es profundamente preocupante el dictamen del magistrado Daniel Ruiz. Invita al desorden electoral, a la compra de votantes, al derroche en campaña, a la presencia de dinero del narco, al ataque a la imagen de los candidatos, al denuesto, al uso de la burocracia con fines de operación política. Su argumento se sustenta en que lo evidente, lo palpable, simplemente no lo pudo, o mejor dicho, no lo quiso ver.
 
Con magistrados como Daniel Ruiz, la corrosión democrática de Veracruz avanza.

Archivo muerto

Mentís a sus enemigos. Miguel Angel Yunes Linares fue a Los Pinos y no salió planchado, ni cabizbajo, ni irritado, como se dijo el miércoles 28. Ayer, en el Senado de la República se le fue a la yugular al autor del fraude electoral en Veracruz, cuyas inciales son F de Fidel, H de Herrera y B de Beltrán.
 
“Viene el camino de la ley —dijo Yunes—, viene el camino del respeto a las instituciones.
 
A los delincuentes organizados electorales les vamos a responder con un juicio de revisión constitucional ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y yo estoy seguro que (el TRIFE) no legitimará la parcialidad del Ejecutivo del estado expresada de manera viva, con su propia voz, ni tampoco legitimará la parcialidad de los órganos electorales, ni legitimará tampoco la utilización de recursos públicos ni la utilización de la fuerza pública, ni mucho menos el Tribunal Federal legitimará la intervención de delincuentes organizados directamente en el proceso. Si esto sucediera sería gravísimo para las elecciones y para el sistema democrático de nuestro país.
 
Los temas de Veracruz, de Hidalgo y de Durango, insisto, no son temas locales, tiene que ver con el sistema democrático y con la legalidad democrática de México, vamos a dar la batalla donde se tiene que dar, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”.
 
Yunes insistió en que tiene ventaja de 2 por ciento en actas electorales con casi un millón y medio de votos, y que en Veracruz se vio algo más que una elección de estado: una forma de delincuencia electoral organizada, en la que el Ejecutivo, o sea Fidel Herrera, corrompió al instituto Electoral Veracruzano, al Tribunal Estatal de Elecciones, al aparato de seguridad y de procuración de justicia, para ponerlos al servicio de un proyecto de perpetuación en el poder.
 
El sultán veracruzano, según la descripción de Yunes, rompió principios constitucionales de autonomía, equidad y imparcialidad... No hubo —ni habrá, por supuesto— genuina generosidad en Gonzalo Guízar Valladares. El lunes 26 le llamó al reportero gráfico Gabriel Gutiérrez Baeza y le pidió que acudiera a su domicilio llevando consigo el equipo fotográfico que uno de sus porros le destruyó cuando lo agredió el sábado 17 durante un mitin panista, encabezado por el ex candidato a la gubernatura de Veracruz, Miguel Angel Yunes Linares.
 
De buena gana, Gabriel Gutiérrez acudió, no sin antes expresar sus reservas y el temor de que fueran a estar presentes los hermanos incómodos de Gonzalo Guízar.
 
Cuando llegó al hogar del diputado y frustrado aspirante a la alcaldía de Coatzacoalcos, Gonzalo Guízar lo recibió con una sonrisa; lo invitó a pasar y observó el equipo fotográfico que le compró para reparar el daño causado durante la agresión.
 
En el lugar se hallaban dos reporteros de Diario del Istmo. Al día siguiente se difundió una reseña en la que Gonzalo Guízar señalaba que “aunque no tengamos la responsabilidad del incidente, con mucho cariño le entregamos su equipo de trabajo, pero además porque sabemos que de eso depende su familia, y para Gonzalo Guízar, la familia es sagrada y jamás se puede atentar contra ella”.
 
Pamplinas. La reparación del daño es una muestra de que uno de sus porros fue el autor de la agresión. Y algo más: haber invitado a Gabriel Gutiérrez hasta su domicilio y tener ahí a dos reporteros de Diario del Istmo para que ese medio le lavara la cara al día siguiente, habla de la conducta retorcida de Gonzalo Guízar. Era plan con maña; nada de nobleza. Gonzalo no tiene remedio...

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